Como Disolver Los Problemas
COMO DISOLVER LOS PROBLEMAS
Conferencia de Samael Aun Weor
El Quinto Evangelio
Es necesario aprender a no forjarse problemas en la vida; es preferible, mas bien, salir al campo, llevar una vida que esté en armonía con el infinito.
Los problemas no son más que formas mentales, formas creadas por la mente. ¿Qué es un problema? Es una forma mental con dos polos: uno positivo y otro negativo. Esas formas son sostenidas por la mente y dejan de existir cuando la mente deja de sostenerlas.
¿Qué es lo que debemos hacer nosotros?, ¿resolver problemas? ¡No, no es eso lo que se necesita! ¿Entonces qué? Lo que se necesita es disolverlos. ¿Cómo se disuelven? Sencillamente, olvidándolos… Cuando alguno esté con una preocupación, salga un poco al campo y procure ponerse en armonía con todas las cosas, con todo lo que es, con todo lo que ha sido y con todo lo que será. Olvidar problemas, es básico. Ustedes me dirán que “es imposible olvidar los problemas”, pero sí es posible. Cuando uno quiera olvidarlos, lo único que tiene que hacer es poner a trabajar cualquier otro centro de la máquina orgánica.
Recuerden ustedes que el organismo humano tiene cinco centros o cilindros muy importantes: primero, el Centro Intelectual, situado en el cerebro; segundo, el Centro Emocional, que está ubicado, naturalmente, en el plexo solar y centros nerviosos “simpáticos”; el tercero, el Centro Motor, se encuentra en la parte superior de la espina dorsal; el cuarto, el Centro Instintivo, se encuentra en la parte inferior de la espina dorsal, y el quinto, el Centro Sexual, obviamente, se encuentra en el sexo. Estos cinco centros son básicos e indispensables, y hay que aprender a manejarlos.
Sinteticemos un poco: pensemos únicamente en el Centro Intelectual, o sea en el hombre meramente intelectual; pensemos en el hombre emocional y pensemos también en el hombre Motor- Instintivo-Sexual. Así, sintetizando, creo que nos vamos a entender, ¿verdad? Ahora, en cuanto al hombre intelectual, él es el que crea los problemas de todo tipo. Si ustedes tienen problemas, ya dije que se resuelven olvidándolos, que lo importante no es resolverlos al fin y al cabo, sino disolverlos, y para eso hay que olvidarlos.
Entonces, ¿cómo proceder? Poniendo a trabajar el Centro Emocional. Eso es lo interesante, porque entonces el Centro Intelectual descansa y así olvidamos el problema. Y si queremos trabajar con cualquier otro centro, pondríamos a funcionar el Centro Instintivo-motor, mas ya esto sería diferente.
Aquí, en este Bosque de Xochimilco, hemos puesto a trabajar al Centro Emocional y al Instintivo- motor. Al Emocional lo hemos puesto a trabajar mediante el intercambio de impresiones, de alegrías; y el Instintivo-motor lo hemos puesto a trabajar montando a caballo, yendo y viniendo por este bosque que es tan hermoso… Pues bien, les estoy dando a ustedes la clave para disolver los problemas, y esto es muy importante, ¿verdad?
Si ustedes me arguyeran que así no se puede resolver por ejemplo, el pago de una letra, impedir que nos “corran” de la casa por no pagar el alquiler o el pago de una deuda, etc., yo les diría que los hechos son hechos y ellos andan por sí solos; pero que el problema es algo diferente.
El problema es algo que la mente crea; cuando uno lo disuelve, el problema para uno deja de existir.
Las gentes tienen miedo de resolver un problema, tienen miedo de olvidarlo, y eso es muy grave. Piensan, por ejemplo: “Si no pago el alquiler de la casa, me corren, tengo que salir de ella y ¿a dónde voy?” (he ahí el temor). Primero que todo, uno tiene que aprender a no temer; eso es lo más importante: no temer. Cuando termina el temor, la vida le reserva a uno muchas sorpresas agradables. A veces lo que parecía insoluble, se vuelve soluble; lo que parecía un problema demasiado difícil, resulta más fácil que tomarse un vaso con agua. De manera que, la preocupación saldría sobrando, ¿verdad? La preocupación daña la mente, la preocupación la crea la mente embotellada en el problema. Es claro que el problema (con sus dos polos, positivo y negativo), que no es más que una forma mental, hace conflicto allá adentro y entonces viene la preocupación, que daña a la mente y daña al cerebro también.
Aprender a vivir de instante en instante, de momento en momento, es lo que yo les recomiendo; aprender a vivir sin preocupaciones de ninguna especie, sin formarse problemas. Cuando uno aprende a vivir de segundo en segundo, de instante en instante, sin proyectarse hacia el futuro y sin las cargas dolorosas del pasado, ve la vida desde otro ángulo, la ve en forma diferente, la ve muy distinta. Hagan ustedes el ensayo, se los aconsejo…
Se me ha ocurrido platicarles a ustedes de esto, en este bosque de Xochimilco, debido a que veo mucha gente contenta; unos van y otros vienen, montando a caballo bajo todas estas arboledas.
Viene la pobre gente huyéndole a los problemas que verdaderamente se crean ellas mismas.
Pero, por más que huyan, si no los olvidan, los problemas continuarán existiendo.
Así, pues, ese es el consejo que les doy: nunca sientan ustedes temor por nada. Ahora, no quiero con esto decirles que no haya que hacer algo, que no se debe trabajar, que no haya necesidad de conseguir dinero para la subsistencia o para pagar las deudas, etc. Todo eso hay que hacerlo, pero sin crearse problemas en la mente. Aprendan ustedes a manejar los tres cerebros (el Intelectual, el Emocional y el Motor) y verán cómo cambian. Si hay preocupación emocional, cambien de centro: pongan a trabajar el Cerebro Instintivo-motor, salgan a pasear, monten a caballo, caminen aunque sea, pero hagan algo distinto y verán ustedes que la vitalidad no se les agotará, el cuerpo físico se les rejuvenecerá maravillosamente, etc. Ése, pues, es el consejo que les doy…
Allá por el Asia, hay un monasterio budista muy interesante. Allí los monjes viven 400 o 500 porque saben manejar el Cerebro Intelectual, el Cerebro Emocional y el Cerebro Motor. Cuando se cansan del Cerebro Intelectual utilizan el Emocional; cuando se cansan del Emocional, utilizan el Cerebro Motor, y en esa forma ellos mantienen la energía, no agotan sus “valores” vitales.
Hay quienes creen que cuando uno viene al mundo, es porque ha debido nacer en esa fecha y hora determinada (bueno, en eso no tengo nada que discutir), pero además piensan que uno tiene que morir en determinada fecha y a determinada edad y eso sí es algo discutible. Lo que sucede es que los Señores del Karma le entregan a uno determinado capital de “valores” vitales que son depositados en los cerebros Intelectual, Emocional y Motor. Si uno agota cualquiera de ellos, muere muy rápido, pero si uno conserva sus “valores”, puede vivir hasta la edad de 90 o 100 años y aún más. De manera que, lo que hay que hacer es aprender a manejar los tres cerebros. ¿Entendido? Comprendan por qué les hablo del hombre Intelectual, del hombre Emocional y del hombre Instintivo- motor.
Aprendan, pues, a manejar sus tres cerebros con perfecto equilibrio y verán ustedes que pueden conservar sus “valores” vitales y vivir una larga vida. Esto es semejante al hombre que sale a viajar con determinada cantidad de dinero. Si despilfarra el dinero no llegará al final del viaje, pero si lo conserva, no sólo llega al final del viaje, sino que además tiene con qué pagar un magnífico hotel y regresar tranquilo a su casa. Así que, repito, aprendan ustedes a manejar sus tres cerebros.
¿Me han entendido?…
Uno siempre va muriendo por partes. Fíjense ustedes que F. D. Roosevelt, por ejemplo, empezó a morir cuando contrajo la parálisis, es decir, la parálisis de su Cerebro Motor fue el comienzo que produjo a la larga su muerte. Y en cuanto a otros, hay quienes mueren a causa del Cerebro Intelectual: abusan tanto del intelecto, tienen tantas preocupaciones, que agotan los “valores” que están en ese cerebro, y por allí comienzan, hasta que al fin mueren. También hay otros, como los artistas de la pantalla, que abusan del Cerebro Emocional. Por allí comienzan, hasta que al fin se les afecta el corazón y mueren.
Así es la humanidad. Ustedes no sigan por ese camino. Aprendan a manejar sus tres cerebros con perfecto equilibrio, no despilfarren los “valores” vitales y llegarán a la ancianidad.