La Doctrina Secreta De Anáhuac · Libro
LA DOCTRINA SECRETA DE ANÁHUAC
SAMAEL AUN WEOR
1a Edición · 1974
PREFACIO
La Sabiduría Gnóstica adquiere con este nuevo MENSAJE DE NAVIDAD (1974) del V. M. SAMAEL AUN WEOR, «LA DOCTRINA SECRETA DE LOS ANÁHUAC» una verdadera joya del ocultismo que posee relatos inapreciables en el campo de la investigación científica y de consultas internas y externas probadas con documentos, efigies, figuras y tradiciones que se han conocido a través de las distintas culturas que ha tenido la humanidad.
CAPÍTULO I: Estudia las siete cuevas celestes, nos habla sobre el poderoso MONTEZUMA, quien envanecido por la gloria y el poder quiso entrar en contacto con sus divinos Predecesores.
Como vemos, desde remotísimas edades se habla sobre el PARAÍSO TERRENAL, de las distintas religiones, similar al nuestro conocido por medio de la Biblia y muchos otros libros sagrados. Se cuenta allí que ese poderoso Rey reunió a todos los ancianos y magos de su época para enterarse acerca de ese PARAÍSO; como formó una expedición, los dotó de todas las comodidades y los envió en la búsqueda del PARAÍSO PERDIDO; luego como los Magos invocaron al DIVINO DAIMÓN, cuyo nombre y potestad hemos conocido a través de la Sabiduría Gnóstica, (ver Mensaje de Navidad «Si hay Diablo, Si hay Infierno, Si hay Karma», Magistral obra del V.M. Samael Aun Weor) y al invocarle éste los convirtió en animales de distintas clases que viajaron en la Cuarta Dimensión y encontraron la TIERRA PROMETIDA. Antes de entrar a ese PARAÍSO quedaron nuevamente convertidos en hombres.
Ellos hablaron sobre el Poderoso Montezuma, su Rey, pero ninguno de sus antepasados sabía de qué se trataba. Aclaradas las tradiciones, allí se les dijo que las bebidas, comidas, pasiones, etc., los mantenían alejados de ese PARAÍSO; allí encontró esa comisión de Sabios, a seres desgreñados, sucios, descuidados y, le manifestaron a los visitantes que el lujo, las riquezas y los alimentos eran lo que los mantenía entorpecidos.
La lectura de este capítulo es conveniente hacerla con mucho interés y meditación.
CAPÍTULO II: Nos habla ampliamente sobre el DIVINO DAIMÓN, el Lucifer Bíblico, el Ángel Caído del cielo, el cual llevamos dentro.
El Divino Daimón, fue habitante del Edén, éste es distinto al Querubín del Edén que forman los CASTOS durante el MAITHUNA, es el mismo Solochoel, Prometeo, el cual tiene potestad sobre el cielo y la tierra sobre el cual dice Dante lo siguiente: “MÁS NOBLE QUE CRIATURA ALGUNA Y LA SUMA DE TODAS LAS CRIATURAS”.
Cuando el Proceso Iniciático lo vencemos, de hecho nos convertimos en sus hijos predilectos, sólo la ALQUIMIA nos conduce a este estado de héroes, de seres victoriosos.
CAPÍTULO III: Nos describe aspectos interesantísimos sobre las levitaciones Místicas. Ya hemos estudiado que la Levitación o salidas en Astral se suceden en la cuarta dimensión.
En este Mensaje de Navidad, vemos que sólo mediante el corazón tranquilo y la paz interna alcanzamos la levitación. Para ello se requiere sacrificio del intelecto, porque la mente teórica y especulativa se extiende y se desenvuelve mediante las sutiles energías del corazón.
Todo ello vampiriza los poderes vitales del corazón.
Dice el Maestro, que en el caso de los Mensajeros de Anáhuac, Lucifer forzado por los conjuros, los transformó en aves, fieras y leones a la comisión enviada al Paraíso Perdido. Estos hechos nos están indicando claramente el por qué caminó Jesús sobre las agua del mar de Galilea.
CAPÍTULO IV: Informes de vital importancia sobre el Dr. Fausto, Lucifer, Xolotl el doble de Quetzalcóatl, es el guardián de la puerta y de las llaves del Lumisial, para que sólo entren en él los ungidos que poseen el sagrado secreto de HERMES.
Vemos como el doctor Fausto se hizo presente desde la ciudad de Praga en otra ciudad europea ante el inmenso asombro de los amigos que le invocaban desde una Fiesta.
Todo esto es posible mediante los poderes luciféricos, trabajando en la cuarta dimensión.
CAPÍTULO V: Allí nos habla extensivamente sobre los procedimientos Jinas, (la entrada a la cuarta dimensión en nuestro cuerpo físico), en él nos manifiesta que con la mente embotellada la Física ni los físicos podrían progresar por el DOGMA TRIDIMENSIONAL de Euclides.
La física actual es regresiva y reaccionaria. Se necesita que exista espíritu investigativo para alcanzar a percibir y manejar sabiamente el Ocultismo y la Física. Todo estudio científico, filosófico, etc., necesita el estudio externo e interno. Por ello el Gnosticismo da claves para conocer nuestro vehículo físico en todos sus planos, externo o interno. Lo que existe en el micro, existe en el Macro, esto es un axioma.
En este capítulo encontrarán enseñanzas sobre la cuarta y quinta dimensión y del obstáculo del escepticismo materialista para conocerla, sostiene que en el futuro nuestros descendientes gozarán de este gran privilegio, es decir, cuando rompan estas duras tradiciones de mentalidad conservadora, podrán movilizarse a la velocidad de la luz. Esto se sucederá cuando se use la nueva física de tipo tetradimensional. Tras la barrera de la velocidad de la luz se encuentra la cuarta dimensión (300.000 kilómetros por segundo). Allí vemos como LA PACIENCIA es la escala del Gnóstico y la humildad es la puerta de su jardín y el corazón es el órgano de la Ciencia Jinas, esto cuando desarrollamos por medio de la meditación y el éxtasis el Chakra del corazón.
Felipe el Apóstol es el Santo Patrón de los estados Jinas, Meditad en Felipe para entrar en los estados de Jinas.
ISABEL (IS-ABEL), monja descalza que se encuentra en la cuarta vertical Jinas, le dio al V.M. Samael Aun Weor maravillosos secretos que divulga en este Mensaje.
CAPÍTULO VI: Aztlán, Ávalon, monte magnético, misteriosa morada de los hijos del crepúsculo, donde moran los Buddhas de compasión, tierra del amanecer, mansión imperecedera, celeste paraíso en el polo norte.
Esta isla blanca se encuentra en la cuarta coordenada, y nos dice que sólo volando en el espíritu se puede llegar allí, que se encuentra defendida por monstruos milenarios y vigilada por los Dioses. Nos enseña el nombre de la matriz del mundo JA-CAD-YONI; también nos informa sobre la primera raza que existió en nuestro planeta tierra; de la segunda raza denominada la Hiperbórea; de la tercera raza de Gigantes del continente Lemur o Lemuria, Hermafroditas colosales e imponentes; de la cuarta raza y cuya raza se denominó Atlante (por encontrarse sobre el continente Atlante).
En el Continente Atlante vivió la cuarta raza, situado en el Océano Atlántico y que Atlas (astrólogo antiguo), fue su Rey, de allí provinieron los titanes que construyeron la Torre de Babel de que nos habla la Biblia.
También nos da informes sobre la quinta raza Aria, que ya tiene más de once millones de años de existencia, es decir, la raza que actualmente vivimos.
CAPÍTULO VII: Posee gran información sobre la Atlántida, continente que ha servido de inspiración a poetas, escritores, etc. Recordemos al famoso historiador Plutarco, al Ilustre Platón y a muchos autores que hablan sobre este interesante continente Atlante.
La Atlántida rodeada de aguas misteriosas, más allá de las columnas infranqueables para los navegantes y afirma que los sabios sólo llegan a convertirse en GRANDES cuando son POETAS; cuando se abstraen del detalle y llegan a sentir los latidos que hay en el fondo de todo lo existente lo cual permite arrebatarnos a esferas superiores. En esta raza se efectuó el DILUVIO UNIVERSAL BÍBLICO.
CAPÍTULO VIII: En este capítulo hay grandes enseñanzas sobre la sabiduría DEL DRAGÓN o LUCIFER, la serpiente como emblema de la SABIDURÍA.
Nosotros sabemos que la serpiente ígnea de los mágicos poderes se encuentra tres veces y media enroscada en el coxis, en el hueso sacro y despierta mediante la Magia Sexual.
CAPÍTULO IX: Contiene amplia información sobre la CRUZ DE SAN ANDRÉS, Andrés el Eremita, quien servía a Juan como pescador.
Nos rebela el misterio de la letra X como uno de los signos de la cruz en forma de X sublime. Monograma del Cristo Nuestro Señor, se entiende perfectamente el por qué de esta milagrosa cruz de Andrés y la llave de San Pedro son dos réplicas maravillosas de gran valor Alkimista y Kabalista. Es pues la marca capaz de asegurar la victoria a los trabajadores de la Gran Orden.
La cruz simboliza unión sexual, rito del Lingam-Yoni (Phalo-útero) la X se procesa en la espina dorsal con el ascenso de Kundalini, (imaginemos el signo X con una raya perpendicular que la atraviesa por el punto céntrico) nos representa en cada vértebra de la espina dorsal el ascenso de la Energía Creadora, subiendo cañón por cañón.
Este signo lo usaban los cristianos y aún lo usa la Iglesia Católica en manteles, en las vestiduras del Oficiante en la casulla y manipulo.
Entre las múltiples simbologías de la Iglesia, observamos que en la palabra HOSTIA se encierran cuatro poderosos Mantrams de la Magia Sexual, los cuales son: I A O; y la consonante H que representa el Espíritu Santo, la S el sonido del fuego y la T es TAO, Alkimia sexual. También las tres consonantes unidas en monograma dan la siguiente figura: H – S – T, signo del Cristianismo.
La palabra SIGNOS es GNOSIS invertida.
El Caduceo de Mercurio en la Medicina es reminiscencia del poder curativo de la Serpiente Sagrada. La palabra DIAGNOSTICO, corresponde a DIA-GNÓSTICO, es decir cuando los sacerdotes curaban en los templos, de allí por qué el sacerdote se llamaba cura, porque tenía el poder de curar y sanar a los enfermos en los templos.
El V. M. Samael es determinante cuando nos dice que la muerte del EGO es INDISPENSABLE para llegar al poder, que la Lanza sexual esgrimida por el Sansón de la Kábala, por el Alkimista Sagrado nos da el poder de destruir a nuestros indeseables (yoes), que nos atan a la materia. El pecado original es la raíz del EGO.
CAPÍTULO X: Contiene gran información sobre la Antropología Gnóstica.
El gnóstico auténtico quiere un CAMBIO DEFINITIVO porque siente intensamente los secretos impulsos del Ser. El que no busca CAMBIOS no puede ser Gnóstico. La Gnosis es un funcionamiento muy material de la conciencia, una filosofía perenne y Universal, es el conocimiento iluminado de los Misterios Divinos reservados a una élite.
La palabra Gnosis encierra dentro de su estructura los SIGNOS de la Sabiduría, símbolos y signos que se enseñan a través del conocimiento GNÓSTICO.
El Gnosticismo es un conocimiento religioso muy íntimo natural y profundo. Es esoterismo auténtico de fondo, desenvolviéndose de instante en instante con vivencias místicas muy particulares, con Doctrina y Ritos propios. El conocimiento Gnóstico escapa siempre a los normales análisis del racionalismo subjetivo y al juicio de los defectuosos sentidos. Nos toca destruir en YO, el MI MISMO, después de esta destrucción aprendemos a conocernos, adviene la legítima REVELACIÓN, el conocimiento Superior o Divino.
Sólo el Ser puede conocerse a sí mismo. El SER se auto conoce en la Gnosis. El Auto-conocimiento del SER es un movimiento Supra-racional que depende de él mismo y nada tiene que ver con el intelectualismo.
El abismo existente entre el Ser y el Yo, es infranqueable. Conocerse a sí mismo es haber logrado la identificación de su propio SER DIVINAL. Cuando morimos en sí mismos el SER se manifiesta en nosotros.
Dios es unidad múltiple perfecta. Lingam representa el sexo masculino y el Yoni al eterno femenino, el Cáliz Divino donde se manifiesta la Vida.
La Deidad incognoscible es el espacio abstracto absoluto, la raíz sin raíz de todo cuanto fue, es y será o ha de ser.
El EGO quiere distinguirse y origina siempre el desorden y la caída de cualquier rebelión Angélica. Sin el auxilio de lo Divinal el ser humano es incapaz de levantarse del lodo de la tierra.
CAPÍTULO XI: Nos habla el Maestro de Tenochtitlán, descorre los Misterios Mexicanos con estudios de fondo y basamentos de leyendas estampadas en los anales Akáshicos de la Naturaleza, alegoriza en forma inteligente la vida Mexicana.
Encontrándome en compañía de mi esposa en la ciudad de México, en unión del V. M. Samael y su familia, me manifestó que estaba haciendo un estudio de fondo sobre las tradiciones de los antepasados mexicanos.
El Maestro en su última encarnación fue compañero de Pancho Villa; me narró historias interesantísimas de las cuales describo a los lectores una de tantas:
Nos contaba que habiendo puesto en estado de sitio a una interesante ciudad, en aquellos días causaba muchísimos muertos en el campo de los sitiados, se presentó con banderas blancas ante Pancho Villa el Obispo de la localidad para parlamentar con él, acompañado de algunos funcionarios; el objetivo era lograr convencer a Pancho Villa para que retirara el ejército y el cerco que mantenía sobre la ciudad. Le hizo ver que tuviera en cuenta que nada se movía en este mundo sin la voluntad de Dios a lo que Pancho Villa respondió: “Yo también estoy de acuerdo con lo que usted dice y mostrándoles un puñado de balas de fusil le dijo: Nosotros todo lo que hacemos es soltar estas “balitas” y es mi Dios quien las reparte, de tal manera que sólo Él sabe a quien han de llegar”.
El Maestro recuerda con facilidad no sólo sus vidas anteriores, sino que estudia en los anales Akáshicos de la Naturaleza donde se registra lo que ha sucedido y lo que va a suceder.
CAPÍTULO XII: En este capítulo nos habla sobre el cataclismo final. Inicialmente nos habla sobre TONÁTIUH de la Sabiduría Azteca, el cual representaba para ellos el LOGOS CREADOR DEL UNIVERSO, representando con una lengua triangular de fuego. Para nosotros corresponde el niño de Oro en la Alkimia, el Sol espiritual de la media noche, el Verbo. Nos explica sabiamente sobre los Atlantes (de la cuarta raza), sobre su situación en el Océano Atlántico.
Nos extasiamos leyendo informaciones históricas y vaticinios interesantes, tales como los de Miguel de Nostradamus, formidable vidente y Astrólogo (1503 ó 1566). En Francia predijo que en el año de 1999 en el mes de julio vendrá del cielo un Gran Rey de terror que en ese mismo año habrá un eclipse total de Sol, aparecerá otro Sol o planeta rojo. Después vendrá el más terrorífico verano que jamás se haya visto en nuestro planeta (para octubre) y se creerá que la tierra ha quedado fuera de órbita en las tinieblas eternas, habrá pánico y terror.
En el mismo capítulo nos habla que San Pablo habló sobre el estado actual de la humanidad, lo mismo que Isaías, el profeta, también tratado por San Pedro, José, Juan el Evangelista y Juan de Patmos (el del Apocalipsis), Melquisedec quien predijo en el Tíbet estos mismos acontecimientos apocalípticos. Varios clarividentes han hecho predicciones para esa época.
Cuando la Biblia habla de que los hermanos estaremos durmiendo, se refiere a que vivimos dormidos, que nos hemos despertado nuestra conciencia.
Mahoma también predice en el Corán estos acontecimientos los cuales puede observar el ocultista investigativo.
Helena Petronila Blavatsky dice que París, Roma, Londres, Nueva York, Moscú, etc., serán destruidos. Manifiesta que ya estamos en los tiempos del fin y que el número 250 encierra la Gran Catástrofe.
CAPÍTULO XIII: Describe en forma esplendorosa sobre PARAÍSOS e INFIERNOS.
MIXCOATL: Limpio de corazón, épica Náhuatl. Habla sobre la lucha entre Miguel contra el Dragón Rojo; San Jorge contra el Dragón Negro. Lucha Apolo y Pitón. Osiris y Tiphón, Bel y el Dragón, etc.
Pelear contra el Dragón significa vencer a las tentaciones y eliminar los elementos inhumanos, tales como: Ira, Codicia, Lujuria, Envidia, Orgullo, Pereza, Gula, etc.
Nos relata como entre los Vedas, Arjuna tiembla y se estremece en pleno campo de batalla al comprender que debe matar a sus propios parientes, sus yoes o defectos personales. El YO es el que nos hace retornar a este valle de lágrimas. Cuando eliminamos nuestros defectos adviene la inocencia; los poderes y la iluminación. En la lucha contra nosotros mismos abundan los cobardes.
CAPÍTULO XIV: Este capítulo está dedicado a los Elementales de la Naturaleza.
Sólo cuando aprendemos a invocar a los Dioses de la Naturaleza aprendemos a trabajar con los elementales.
Los Gnomos y Pigmeos de la Naturaleza tiemblan ante Coatlicue. Nosotros invocamos a Gob, para ordenar y mandar a los Gnomos de la tierra.
Los Vórtices que tenemos en la planta de los pies obedecen al poder de Gob. Estos se mandan con la espada, con la vara.
Aquí nos habla sobre Tlaloc el cual vive en el mundo causal, es una criatura perfecta. Nos describe a este interesante personaje como al Dios del Agua.
En mayo del año anterior (1973), cuando estuve en México, fui llevado por el Maestro Samael al Museo de Antropología, extensos parques donde se encuentran figuras milenarias, fui llevado para conocer la gigantesca estatua que lo representa.
Se trata de una pieza tallada en piedra como de unas veinte toneladas. La estatua se encuentra colocada en una especie de estanque lleno de agua.
El Maestro me informó que cuando trajeron esa piedra a la ciudad de México, duró su traslado varias semanas por haberse presentado obstáculos de toda clase y entró en la ciudad en medio de un torrencial aguacero y duró lloviendo varios días con sus noches respectivas. En este capítulo da los nombres de los genios sagrados superiores que viven en los paraísos elementales de la naturaleza. También sobre el MUNDO CAUSAL que es la esfera de los Maestros. Nos habla sobre el Dios Murciélago, Maestro de los Misterios de la Vida y de la Muerte y, nos da varios exorcismos para manejar los elementales de la naturaleza.
CAPÍTULO XV: Nos enseña sobre el Binario Serpentino; Esculapio Dios de la Medicina, nos dice como Kunda quiere decir Órgano Kundartiguador.
La Sabiduría de la Serpiente se encuentra en muchas religiones antiguas.
CAPÍTULO XVI: Titulado “SOBRE LOS SUEÑOS”, nos informa que estos se hallan relacionados con los Templos Internos de Misterios. Se pueden recibir mensajes de seres superiores, donde se nos informa sobre acontecimientos que se plasmarán en el mundo físico.
CAPÍTULO XVII: En este capítulo nos da amplias informaciones sobre la disciplina Yoga del sueño.
La comida que hacemos en la tarde debe ser ligera. Cuando la mente está quieta es favorable para la disciplina del sueño.
Nos enseña cómo la cabecera de nuestra cama debe estar hacia el norte, que el colchón no sea duro ni blando, que debemos tener debajo de la almohada un cuaderno de apuntes con su lápiz respectivo.
Después de apagar la luz acostarse boca arriba, concentrándose en Morfeo, Dios del Sueño, él se alegra de la oportunidad que le brindamos.
No debemos movernos al levantarnos para que no se escapen los recuerdos, así podremos apuntar los detalles del sueño. Si sólo nos acordamos de fragmentos del sueño, debemos apuntarlos, pues ellos sirven para el recuerdo total en cualquier otro momento.
CAPÍTULO XVIII: Dedicado al SUEÑO TÁNTRICO, el ascenso de la Energía Sexual mejora la capacidad de nuestra memoria (transmutación). Hay que aprender a rogar a la Doncella de los Recuerdos con el recuerdo diario de lo que hacemos y realizamos. En vigilia nos estamos preparando para el despertar de la conciencia. Debemos vivir en estado de alerta percepción, etc. Tener sumo interés por lo que hacemos o vemos, todo ello servirá a nuestra memoria.
Idea es una cosa, e imaginación es otra. Esta viene de imagen y la otra depende del proceso que resulta de las percepciones de los sentidos.
CAPÍTULO XIX: Este capítulo contiene prácticas relacionadas con el retorno. Allí se nos informa que QUETZALCÓATL es el Cristo Azteca, que los Dioses Santos de Anáhuac son hombres perfectos en el sentido más completo de la palabra. Criaturas absolutamente despiertas. Al hablar nuevamente sobre Tlaloc nos informa que pertenece a la antiquísima cultura Olmeca, informa sobre los Dioses Santos Aztecas, Mayas, Zapotecas, Toltecas, etc.
Cuando despertamos internamente podemos estudiar en la Luz Astral la Doctrina Secreta de ANÁHUAC.
CAPÍTULO XX: Posee enseñanzas sobre las cuatro bienaventuranzas, la forma de revivir un sueño y continuarlo a voluntad, habla sobre la disciplina del sueño Tántrico, lo cual prepara al discípulo para conocer claramente las cuatro bienaventuranzas que se presentan en la experiencia onírica. Paciencia y Esfuerzo Íntimo.
Culmina esta magistral obra, hablándonos sobre el Ángel de la Guarda. En el CAPÍTULO XXI: nos enseña sobre la Iniciación de la Cultura Pre-mexicana y la actual.
El hecho de hacernos conocer aspectos variados de una misma Divinidad, esto puede desorientar a los lectores ocasionales, pero no al estudiantado Gnóstico.
La Gnosis es una ciencia y los textos de enseñanza se requiere de la Iniciación para entenderlos. Él menciona nombres de la Divina Madre Kundalini, los que ha tenido en las distintas culturas, nos habla sobre el Ángel de la Guarda para estudiar nuestro cuerpo físico.
El error de muchos SEUDO ESOTERISTAS y SEUDO OCULTISTAS, es que sólo se quieren a sí mismos y desean la evolución de la miseria que cargan dentro.
La idea que cada uno de nosotros tenga sobre el Ser, jamás es el SER.
El concepto intelectivo que sobre el Ser hallamos elaborado, no es el Ser, la opinión sobre el Ser, no es el Ser… El Ser es el Ser y la razón de ser es el mismo Ser.
En todos estos capítulos vemos que el temor a la muerte es obstáculo inconveniente para el logro del cambio radical, es indispensable destruir lo falso, para que surja en verdad una creación nueva.
En el proceso iniciático no se puede promover la evolución de lo falso, allí se requiere la aniquilación absoluta de lo falso, la Gnosis es una Sabiduría que enseña Ciencia al Científico, Arte al artista, Filosofía al Filósofo, Religión al Religioso, Orienta al desorientado.
Nos permite conocer y manejar el vehículo en que andamos, nos sitúa ante la realidad de la existencia y nos conduce de escala en escala en forma espiral o directa a la Redención total.
V.M. GARGHA KUICHINES
CAPÍTULO I LAS SIETE CUEVAS CELESTES
Para bien de la Gran Causa no está de más empezar este tratado, transcribiendo algo maravilloso.
Quiero referirme en forma enfática a cierto relato consignado por Fray Diego Durán en su notabilísima obra titulada: «HISTORIA DE MÉXICO» (Véase el Texto de don Mario Roso de Luna: «EL LIBRO QUE MATA A LA MUERTE». Páginas de la 126 a la 134).
Como quiera que no me gusta adornarme con plumas ajenas, pondremos cada párrafo entre comillas:
“Cuenta dicha Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, de Fray Diego Durán –hermoso libro escrito a raíz de la colonización española de tan vasto Imperio–, que viéndose el emperador Montezuma en la plenitud de sus riquezas y gloria, se creyó poco menos que un Dios. Los magos o sacerdotes del reino, mucho más sabios que él y más ricos, puesto que dominaban todos sus deseos inferiores, hubieron de decirle: “¡Oh, nuestro rey y señor! No te envanezcas por nada de cuanto obedece a tus órdenes. Tus antepasados, los emperadores que tú crees muertos, te superan allá en su mundo tanto como la luz del Sol supera a la de cualquier luciérnaga”“…
“Entonces el emperador Montezuma, con más curiosidad aún que orgullo, determinó enviar una lucida embajada cargada de presentes a la Tierra de sus mayores, o sea, a la bendita Mansión del Amanecer, más allá de las siete cuevas de Pacaritampu, de donde era fama que procedía el pueblo azteca y de las que tan laudatoria mención hacen sus viejas tradiciones. La dificultad, empero, estaba en lograr los medios y el verdadero camino para llegar felizmente a tan oscura y misteriosa región, camino que en verdad no parecía conocer ya nadie”.
“Entonces, el Emperador hizo comparecer a su ministro Tlacaelel ante su presencia, diciéndole”:
“-Haz de saber, ¡Oh Tlacaelel!, que he determinado juntar una hueste compuesta por mis más heroicos caudillos, y enviarlos muy bien aderezados y apercibidos con gran parte de las riquezas que el Gran Huitzilopochtli se ha servido depararnos para su gloria, y hacer que las vayan a poner reverentemente a sus augustos pies. Como también tenemos fidedignas noticias de que la madre misma de nuestro Dios aún vive, podría serle grato también el saber de estas nuestras grandezas y esplendores ganados por sus descendientes con sus brazos y con sus cabezas”.
“Tlacaelel respondió”:
“-Poderoso Señor, al hablar como has hablado, no se ha movido, no, tu real pecho por mundanos negocios, ni por propias determinaciones de tu tan augusto corazón, sino porque alguna deidad excelsa así te mueve a emprender aventura tan inaudita como la que pretendes. Pero no debes ignorar, Señor, que lo que con tanta decisión has determinado no es cosa de mera fuerza, ni de destreza o valentía, ni de aparato alguno de guerra, ni de astuta política, sino cosas de brujas y de encantadores, capaces de descubrirnos previamente con sus artes el camino que conducirnos pueda a semejantes lugares. Porque has de saber, ¡Oh poderoso Príncipe!, que según cuentan nuestras viejas historias, semejante camino está cortado desde luengos años ha, y su parte de este lado ciega ya con grandes jarales y breñales poblados de monstruos invencibles, médanos y lagunas sin fondo y espesísimos carrizales y cañaverales donde perderá la vida cualquiera que semejante empresa intente temerario. Busca, pues, Señor, como remedio único contra tamaños imposibles a esa gente sabia que te digo, que ellos, por sus artes mágicas, podrán quizás salvar todos esos imposibles humanos e ir hasta allá trayéndote luego las nuevas que nos son precisas acerca de semejante región, región de la que se dice por muy cierto que cuando nuestros abuelos y padres la habitaron antes de venir en larga peregrinación hasta las lagunas de México, en las que vieron el prodigio del tunal o zarza ardiendo, era una prodigiosísima y amena mansión donde disfrutaban de la paz y del descanso, donde todo era feliz más que en el más hermoso de los ensueños, y donde vivían siglos y siglos sin tornarse viejos ni saber lo que eran enfermedades, fatigas ni dolores, ni tener, en fin, ninguna de esas esclavizadoras necesidades físicas que aquí padecemos, pero después que de tal Paraíso salieron nuestros mayores para venir aquí, todo se les volvió espinas y abrojos; las hierbas les pinchaban, las piedras les herían y los árboles del camino se les tornaron duros, espinosos e infecundos, conjurándose todo contra ellos para que no pudieran retornar allá y así cumpliesen su misión en este nuestro mundo”.
“Montezuma, oyendo el buen consejo del sabio Tlacaelel, se acordó del historiador real Cuauhcoatl literalmente, el “Dragón de la Sabiduría”, constante nombre de los Adeptos de la “mano derecha” o magos blancos-, venerable viejo que nadie sabia contar sus años, e inmediatamente se hizo llevar hasta su retiro en la montaña, diciéndole, después de haberle saludado reverentemente”:
-”Padre mío, Anciano nobilísimo y gloria de tu pueblo, mucho quiero saber de ti, si te dignas decírmelo, qué memoria guardas tú en tu ancianidad santa acerca de la historia de las Siete Cuevas celestes donde habitan nuestros venerables antepasados, y qué lugar es aquel santo lugar donde mora nuestro Dios Huitzilopochtli, y del cual vinieron hasta aquí nuestros padres”.
“-Poderoso Montezuma -respondió solemnemente el anciano, lo que éste tu servidor sabe respecto de tu pregunta es que nuestros mayores, en efecto, moraron en aquel feliz e indescriptible lugar que llamaron Aztlán, sinónimo de pureza o blancura. Allí se conserva todavía un gran cerro en medio del agua al que llaman CULHUACÁN, que quiere decir “cerro tortuoso o de las serpientes”. En dicho cerro es donde están las cuevas y donde, antes de aquí venir, habitaron nuestros mayores dilatados años. Allí, bajo los nombres de MEDJINS y AZTECAS, tuvieron grandísimo descanso. Allí disfrutaban de gran cantidad de patos de todo género, garzas, cuervos marinos, gallaretas, gallinas de agua y muchas y diferentes clases de hermosos pescados, gran frescura de arboledas cuajadas de frutos y adornadas de pajarillos de cabezas coloradas y amarillas, fuentes cercadas de sauces, sabinas y enormes alisos. Andaban aquellas gentes en canoas y hacían camellones en los que sembraban maíz, chile, tomates, nahutlis, frijoles y demás géneros de semillas de las que aquí comemos, y que ellos trajeron de allí, perdiéndose otras muchas. Mas, después que salieron de allí a esta tierra firme y perdieron de vista a tan deleitoso lugar, todo, todo, se volvió contra ellos. Las hierbas les mordían, las piedras les cortaban, los campos estaban llenos de abrojos y hallaron grandes jarales y espinos que no podían pasar, ni asentarse y descansar en ellos. Todo lo hallaron, además, cuajado de víboras, culebras y demás bichos ponzoñosos, de tigres y leones y otros animales feroces que les disputaban el suelo y les hacían imposible la vida. Eso es cuanto dejaron dicho nuestros antepasados y esto es lo que puedo decirte con cargo a nuestras historias, ¡Oh, poderoso Señor!”.
“El Rey respondíole al Anciano que tal era la verdad, por cuanto Tlacaelel daba aquella misma relación. Así pues, mandó al punto que fuesen por todas las provincias del Imperio a buscar y llamar a cuantos encantadores y hechiceros pudiesen hallar. Fueron pues, traídos ante Montezuma hasta cantidad de sesenta hombres, toda gente anciana, conocedora del arte mágico, y una vez reunidos los sesenta, el Emperador les dijo”:
“-Padres y ancianos, yo he determinado conocer hacia dónde está el lugar del que salieron los mexicanos de antaño, y saber puntualmente qué tierra es aquélla, quién la habita y si es viva aún la madre de nuestro Dios Huitzilopochtli. Por tanto, apercibíos para ir hasta allá con la mejor forma que os sea dable y retornar brevemente acá”.
“Mandó además sacar gran cantidad de mantas de todo género, vestiduras lujosas, oro y muy valiosas joyas. Mucho cacao, algodón, teonacaztli, rosas de vainillas negras y plumas de mucha hermosura, lo más precioso, en fin, de su tesoro, y se lo entregó a aquellos hechiceros, dándoles, también, a ellos su paga y mucha comida para el camino, para que con el mayor cuidado cumpliesen con su cometido”.
“Partieron, pues, los hechiceros, y llegados a un cerro que se dice Coatepec, que está en Tula, hicieron sus invocaciones y círculos mágicos embijándose con aquellos ungüentos que todavía se usan en tales operaciones”…
“Una vez en aquel lugar, invocaron al Demonio –a sus respectivos DAIMONES familiares, al LUCIFER particular de cada cual, querrá decir– y le suplicaron que les mostrase el verdadero lugar donde sus antepasados vivieron. El Demonio, forzado por aquellos conjuros, les transformó, a unos en aves, a otros en bestias feroces, leones, tigres, adives y gatos espantosos, y los llevó a ellos y a todo cuanto ellos conducían al lugar habitado por los antepasados”.
“Llegados así a una laguna grande, en medio de la cual estaba el cerro de Culhuacán, y puestos ya en la orilla, volvieron a tomar la forma de hombres que antes tenían, y cuenta la historia, que viendo ellos a alguna gente que pescaba en la otra orilla, los llamaron. La gente de tierra llegase en canoas, preguntándoles de dónde eran y a qué venían. Ellos entonces respondieron”:
“-Nosotros, Señores, somos súbditos del gran Emperador Montezuma, de México, y venimos mandados por éste para buscar el lugar donde habitaron nuestros antepasados”.
“Entonces los de tierra preguntaron a qué Dios adoraban, y los viajeros contestaron”:
“-Adoramos al gran Huitzilopochtli, y tanto Montezuma como su consejero Tlacaelel, nos ordenan buscar a la madre de Huitzilopochtli, pues para ella y para toda su familia traemos ricos presentes”.
“El anciano les dijo”:
“-Que sean ellos bienvenidos y traédmelos acá”.
“Al punto volvieron con sus canoas, y metiendo a los viajeros en ellas, los pasaron al cerro de Culhuacán, el cual cerro dicen que es de una arena muy menuda, que los pies de los viajeros se hundían en ella sin poder casi avanzar, llegando así a duras penas hasta la casita que el viejo tenía al pie del cerro. Estos saludaron al anciano con grandísima reverencia y le dijeron:
“-Venerable Maestro, henos aquí a tus siervos en el lugar donde es obedecida tu palabra y reverenciado tu hábito protector”.
“El viejo, con gran amor, les replicó”:
“-Bienvenidos seáis hijos míos. ¿Quién es el que os envió acá? ¿Quién es Montezuma y quién Tlacaelel Cuauhcoatl? Nunca aquí fueron oídos tales nombres, pues los señores de esta tierra se llaman Tezacatetl, Acactli, Ocelopán, Ahatl, Xochimitl, Auxeotl, Tenoch y Victon, y éstos son siete varones, caudillos de gentes innumerables. A más de ellos, hay cuatro maravillosos ayos, o tutores del gran Huitzilopochtli, dos de ellos que se llaman Cuautloquetzqui y Axolona”.
“Los viajeros asombrados dijeron”:
“-Señor, todos esos nombres nos suenan a nosotros como seres muy antiguos, de los que apenas si nos queda memoria en nuestros ritos sagrados, porque hace ya luengos años que todos ellos han sido olvidados o muertos”.
“El viejo, espantado de cuanto oía, exclamó”:
“-¡Oh Señor de todo lo creado! ¿Pues quién los mató si aquí están vivos? Porque en este lugar no se muere nadie, sino que viven siempre. ¿Quiénes son, pues, los que viven ahora?
“Los enviados respondieron confusos”:
“-No viven, Señor, sino sus bisnietos y tataranietos, muy ancianos ya todos ellos. Uno de éstos es el gran Sacerdote de Huitzilopochtli llamado Cuauhcoatl”.
“El viejo, no menos sorprendido que ellos, clamó con magna voz”:
“-¿Es posible que aún no haya vuelto ya aquí ese hombre, cuando desde que de aquí salió para ir entre vosotros le está esperando inconsolable, y día tras día, su santa madre?”.
“Con esto el viejo dio la orden de partida para el Palacio Real del cerro. Los emisarios, cargados con los presentes que habían traído, trataron de seguirle, pero les era imposible casi el dar un solo paso; antes bien, se hundían más y más en la arena como si pisasen en un cenagal. Como el buen anciano les viese en tal apuro y pesadumbre, viendo que no podían caminar mientras que él lo hacía con tal presteza que casi parecía no tocar el suelo, les preguntó amoroso:
“-¿Qué tenéis, ¡Oh mexicanos!, que tan torpes y pesados os hace? Para así estar, ¿qué coméis en vuestra tierra?”
“-Señor, -le respondieron los cuitados- allí comemos cuantas viandas podemos de los animales que allí se crían y bebemos pulque”.
“A lo que el viejo respondió lleno de compasión”:
“-Esas comidas y bebidas, al par que vuestras ardientes pasiones, son las que así os tienen, hijos, tan torpes y pesados. Ellas son las que no os permiten llegar a ver el lugar donde viven nuestros antepasados y os acarrean una muerte prematura, en fin. Sabed además que todas esas riquezas que ahí traéis para nada nos sirven acá, donde sólo nos rodean la pobreza y la llaneza”.
“Y diciendo esto, el anciano cogió con gran poder las cargas de todos y las subió por la pendiente del cerro como si fuesen una pluma”…
El Capítulo XXVII de la citada Obra del Padre Durán, –comentada por Don Mario Roso de Luna– aquí parafraseado, se extiende luego –dice Don Mario– en un relato acerca del encuentro de los embajadores con la madre de Huitzilopochtli, del que entresacamos lo siguiente:
“Una vez arriba les salió una mujer, ya de gran edad, tan sucia y negra que parecía como cosa del infierno, y llorando amargamente les dijo a los mexicanos:”
“-Bienvenidos seáis, hijos míos, porque habéis de saber que después que se fue vuestro Dios y mi hijo Huitzilopochtli de este lugar, estoy en llanto y tristeza esperando su vuelta, y desde aquél día no me he lavado la cara, ni peinado, ni mudado de ropa, y este luto y tristeza me durarán hasta que vuelva”.
“Viendo los mensajeros una mujer tan absolutamente descuidada, llenos de temor dijeron”:
“-El que acá nos envía es tu siervo, el Rey Montezuma y su coadyutor Tlacaelel Cuauhcoatl, y sabe que él no es el primer rey nuestro sino el quinto. Dichos cuatro reyes, sus antecesores, pasaron mucha hambre y pobreza y fueron tributarios de otras provincias, pero ahora ya está la ciudad próspera y libre, y se han abierto caminos por tierra y por mar, y es cabeza de todas las demás, y se han descubierto minas de oro, plata y piedras preciosas, de todo lo cual os traemos presentes”.
“Ella les respondió ya aplacado su llanto”:
“-Yo os agradezco todas vuestras noticias, pero os pregunto si viven los viejos ayos (sacerdotes) que llevó de aquí mi hijo”.
“-Muertos son, señora, y nosotros no los conocimos ni queda de ellos otra cosa que su sombra y casi borrada memoria”.
“Ella, entonces, tornando a su llanto, preguntoles”:
“-¿Quién fue quien los mató, puesto que acá todos sus compañeros son vivos? Y luego añadió: ¿Qué es esto que traéis de comer? Ello os tiene entorpecidos y apegados a la tierra, y ello es la causa de que no hayáis podido subir hasta acá”.
“Y dándoles embajada para su hijo, terminó diciéndoles a los visitantes”:
“-Noticiad a mi hijo que ya es cumplido el tiempo de su peregrinación, puesto que ha apacentado a su gente y sujetado todo a su servicio, y por el mismo orden gentes extrañas os lo han de quitar todo, y él ha de volver a éste, nuestro regazo, una vez que ha cumplido allá abajo su misión”.
“Y dándoles una manta y un braguero símbolo de castidad para su hijo, los despidió”.
“Pero no bien comenzaron los emisarios a descender por el cerro, volvió a llamarlos la anciana, diciéndoles”:
“-Esperad, que vais a ver cómo en esta tierra nunca envejecen los hombres. ¿Veis a éste mi viejo ayo? Pues en cuanto descienda adonde estáis, veréis que mozo llega”.
“El viejo, en efecto, comenzó a descender, y mientras más bajaba más mozo se iba volviendo, y no bien volvió a subir tornó a ser tan viejo como antes, diciéndoles”:
“-Habéis de saber, hijos míos, que este cerro tiene la virtud de tornarnos de la edad que queremos, según subamos por él o de él bajemos. Vosotros no podéis comprender esto porque estáis embrutecidos y estragados con las comidas y bebidas y con el lujo y riquezas”.
“Y para que no se fuesen sin recompensa de lo que habían traído, les hizo traer todo género de aves marinas que en aquella laguna se crían, todo género de pescados, legumbres y rosas, mantas de henequén y bragueros, una para Montezuma y otra para Tlacaelel”.
“Los emisarios, embijándose como a la ida, volviéronse los mismos fieros animales que antes para poder atravesar el país intermedio, regresaron al cerro de Coatepec, y tornando allí a su figura racional, caminaron hacia la corte no sin advertir que de entre ellos faltaban veinte por lo menos, porque el Demonio, sin duda, los diezmó en pago por su trabajo, por haber andado más de trescientas leguas en ocho días, y aún más brevemente los hubiera podido aportar como aquél otro a quien trajo en tres días desde Guatemala, por el deseo que tenía cierta dama vieja de ver la cara hermosa del mismo, según se relató en el primer auto de fe que en México celebró la Santa Inquisición”…
“Maravillado quedó Montezuma de todo aquello, y llamando a Tlacaelel, entre ambos ponderaron la fertilidad de aquella santa tierra de sus mayores; la frescura de sus arboledas, la abundancia sin igual de todo, pues que todas las sementeras se daban a la vez, y mientras unas se sazonaban, otras estaban en leche, otras en cierne y otras nacían, por lo que jamás podía conocerse allí la miseria. Al recuerdo ese de semejante tierra de felicidad, Rey y ministro comenzaron a llorar amargamente, sintiendo la nostalgia de ella y el ansia sin límites de algún día volver a habitarla, una vez cumplida aquí abajo su humana misión”.
Hasta aquí la deliciosa referencia de Fray Diego Duran, transcrita por Don Mario Roso de Luna, el insigne escritor teosófico.
CAPÍTULO II LUCIFER NÁHUATL
Parlemos ahora un poco, pero con gran tino, sobre el Divino Daimón de Sócrates, el famoso LUCIFER de la Catedral de Notre Dame de París, el mismísimo Xolotl Náhuatl, que en el mágico cerro de Coatepec que en Tula existe, acudiera más veloz que el viento a la brujesca invocación de los sesenta ancianos.
Extraordinaria Tula, encantadora, que en verdad no es sino la Thule escandinava de la que nos hablaran los versos de oro del gran Séneca, el confín de este mundo… Xolotl, la sombra viviente de Quetzalcóatl, Lucifer-Prometeo, es el portador de luz, la estrella de la mañana, el símbolo viviente de nuestra piedra angular, la piedra del rincón, la Piedra Filosofal, en la cual está la clave de todos los poderes.
Lucifer-Xolotl, tomando a veces el aspecto del macho cabrío de Méndez, simboliza a la potencia sexual.
Moisés, al volver del Sinaí, donde había encontrado a Jehová, lleva en la frente dos rayos luminosos en forma de cuernos de macho cabrío, lo que nos indica que había trabajado con la fuerza sexual.
Escrito está, y con letras hebraicas, que el Arca de la Alianza llevaba en sus cuatro ángulos cuernos de macho cabrío.
Por su parte, Isaías, el Profeta, escribe (XIV, 12, 15):
“¿Cómo caíste del cielo, Lucero brillante, hijo de la aurora?
¿Echado por tierra el dominador de las naciones?
Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos en lo alto;
sobre las estrellas de Dios elevaré mi trono.
Me instalaré en el monte santo, en las profundidades del Aquilón.
Subiré sobre la cumbre de las nubes, y seré igual al Altísimo.
Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo”.
Los Padres de la Iglesia: Simeón, Pacomio, Eulogio, Antonio, veían cada cual a su Lucifer particular (pues cada persona tiene el suyo) bajo el aspecto de alguna deliciosa doncella o de algún varón terrible de relucientes cuernos o de un niño con túnica negra.
Escuchemos el maravilloso canto de Ezequiel (XXVIII, 12,19) al bello Demonio LUCIFER-XOLOTL:
“Eras el sello de la perfección.
Lleno de sabiduría y acabado de belleza.
Habitabas en el Edén, en el Jardín de Dios.
Vestido de todas las preciosidades.
El rubí, el topacio, el diamante,
el crisólito, el ónice, el berilo,
el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro, te cubrían”.
“Por la muchedumbre de tus contrataciones
se llenaron tus estanques de violencia y pecaste
y te arrojé del monte santo y te eché de entre los hijos de Dios.
El Querube protector te hizo perecer”.
“En Monte Albán este personaje despierta una verdadera afición: La entidad desnuda, con las extremidades contrahechas, la boca felina y una actitud dinámica que singulariza los comienzos de esta ciudad, no pueden representar más que a Xolotl (Lucifer). Su asociación a la vez con el tigre, el fuego, cuyas llamas reemplazan a veces a las partes genitales y el movimiento de caída son pruebas suficientes”. (Esto es textual de la Obra de Laurette Sejourne, titulada: “EL UNIVERSO DE QUETZALCÓATL”).
Ostensiblemente, XOLOTL-LUCIFER-PROMETEO es el doble de Quetzalcóatl, el príncipe de la luz y de las tinieblas que tiene potestad absoluta sobre los cielos, la tierra y los infiernos.
Incuestionablemente, el Divino Daimón es la reflexión de Dios dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, y puede conferirnos el poder, la sabiduría y la igualdad divina: “Eritris sicut dei”. “Seréis como Dioses”.
La Piedra Filosofal, LUCIFER-XOLOTL subyace en el fondo mismo de nuestros órganos sexuales y tiene que reconciliar a los contrarios, “Coincidentia oppositorum”, y a los hermanos enemigos.
El Fuego viviente y filosofal de los viejos alquimistas medievales yace latente en el fondo de nuestro sistema seminal y sólo aguarda en acecho místico el instante de ser despertado.
INRI: Ignis Natura Renovatur Integram (El fuego renueva incesantemente a la naturaleza). In Necis Renascor Integer (En la muerte renacer intacto y puro).
Santo Tomás dice: “El más alto, el más perfecto de los ángeles, el ángel preferido de Dios”.
Dante escribe: “Más noble que criatura alguna y la suma de todas las criaturas”.
Indubitablemente, no es en modo alguno XOLOTL-LUCIFER un agente extraño fuera de nuestra psiquis, al contrario, es ciertamente la sombra de nuestro Ser Divino dentro de nuestro “fondo íntimo particular”.
Escrito está y con palabras de oro en el Libro de la Vida, que en la garra de la pata derecha del LUCIFER NÁHUATL resplandecen gloriosamente ciertos signos áureos terriblemente divinos.
XOLOTL-LUCIFER-PROMETEO es el entrenador psicológico en el gimnasio de la vida práctica.
Vano somatén, rebato, alboroto, el de ciertas cofradías que propagan por aquí, por allá y acullá, necias infundías difamantes contra el CHINOUPES SOLAR GNÓSTICO, el CHRISTOS AGATHODAEMON, LA SERPIENTE DEL GÉNESIS, el LUCIFER NÁHUATL, el RESPLANDECIENTE DRAGÓN DE SABIDURÍA.
Malmirado, malquisto XOLOTL-LUCIFER por aquellos intonsos dechados de sabiduría, que repudiando al Espíritu que vivifica, han interpretado la alegoría de la guerra en los cielos y la lucha de Miguel contra el dragón a la letra muerta sin comprender su honda significación.
Cruzada, refriega celeste que, incuestionablemente, se debe procesar en el fondo vivo de nuestra propia conciencia; lucha heroica contra las pasiones animales que llevamos dentro, personificadas en el mí mismo, en el sí mismo.
Indubitablemente, nuestro Real Ser interior profundo, tiene que matar o fracasar. En el primer caso, obviamente, se convierte en el matador del Dragón por el hecho mismo de haber salido victorioso de todas las tentaciones puestas por aquél.
XOLOTL-LUCIFER como ayo, educador, mentor, resulta ciertamente insólito, inusitado, extraordinario.
Existe en la tentación Luciférica didáctica inimitable, pedagogía portentosa, atracción que asombra, incentivo inconfundible, instigación oculta con propósitos divinales secretos, seducción, fascinación.
De todo esto podemos inferir que dentro de nuestras hondas intimidades podemos y debemos luchar contra el Dragón y sus huestes tenebrosas (los defectos psicológicos), si es que en verdad queremos convertirnos en “Hijos de la Sabiduría” y en “Dioses inmortales”…
En la tierra sagrada de los Vedas, INDRA, el resplandeciente Dios del Firmamento, mata a VRITRA o ANI, el Demonio-Serpiente, Lucifer-Xolotl, por cuya proeza es VRITRA-HAN, el “Destructor de VRITRA, motivo por el cual se le da el sobrenombre de Jishnu, “Conductor de la Hueste celestial”.
La Cruz es un símbolo muy antiguo, empleado desde siempre en todas las religiones, en todos los pueblos, y erraría quien la considerase como un emblema exclusivo de tal o cual secta religiosa. Cuando los conquistadores españoles llegaron a la tierra santa de los aztecas, encontraron a la Cruz sobre los altares.
En el plano de los grandes edificios religiosos de la Edad Media, con la adición de un ábside semicircular o elíptico soldado al coro, vemos la forma del signo hierático egipcio de la Cruz Ansata, que se lee Ankh y designa a la vida universal oculta en todas las cosas.
Por otra parte, el equivalente hermético del signo Ankh es el emblema de Venus o Ciprina-Lucifer, el cobre, bronce o latón.
“Blanquea al latón y quema tus libros”. Nos repiten incesantemente todos los mejores autores de la Alquimia medieval.
Ostensiblemente, tal expresión, dicho u oración, traducido sabiamente significa: “Magia sexual, castidad científica, muerte radical del Ego animal”.
Quetzalcóatl, resurrecto después de haber “blanqueado al latón”, se convierte en el lucero de la mañana.
El Apocalipsis de San Juan dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”. “Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como a vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”. “Y le daré la estrella de la mañana”. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias”. (Apocalipsis 2, 26-27-28-29).
BEL Y EL DRAGÓN, QUETZALCÓATL Y XOLOTL, APOLO Y PITÓN, KRISHNA Y KALIYA, OSIRIS Y TIFÓN, MIGUEL Y EL DRAGÓN ROJO, SAN JORGE Y SU DRAGÓN, son siempre EL LOGOI PARTICULAR DIVINAL EN CADA UNO DE NOSOTROS y su doble proyectado en nuestra psiquis para nuestro bien.
No está de más afirmar, en forma enfática y con plena lucidez, que matar al Dragón Venus-Lucifer-Xolotl equivale a convertirnos en hijos del mismo, esto es recibir a la Estrella de la mañana.
Los dragones fueron tenidos en toda la antigüedad como símbolos de la Eternidad y de la Sabiduría.
Los Hierofantes de Egipto, de Babilonia y de la India, se daban generalmente el nombre de “Hijos del Dragón y de las Serpientes”, corroborando así las enseñanzas del Gnosticismo Universal.
XOLOTL, la sombra o doble del CRISTO MEXICANO, QUETZALCÓATL, precipitándose desde el Empíreo hacia nuestros propios infiernos atómicos, resulta extraordinario, maravilloso.
XOLOTL significa a la vez perro y gemelo. No está de más recordar en este capítulo que el Padre Sahagún afirma que el can es el símbolo del Fuego de origen celeste.
El Fuego sexual, el perro, el instinto erótico, Lucifer Náhuatl, es aquel agente extraordinario y maravilloso que puede transformarnos radicalmente.
El perro guía al Caballero conduciéndole por el angosto camino que va de las tinieblas a la Luz, de la muerte a la Inmortalidad.
Es urgente sacar de la morada de Plutón a XOLOTL-CERBERO, prodigio de terror que con sus ladridos, sus tres cabezas chatas y su cuello rodeado de serpientes, llena de espanto a los difuntos.
XOLOTL-CERBERO-TRICÍPITE jala la traílla de su amo llevándole seguro por el escarpado sendero que conduce a la Liberación final.
XOLOTL-LUCIFER, como arquetipo del penitente y con el cinto de la castidad, convertido en anacoreta, hace luz en las tinieblas y aclara todo el esoterismo Crístico.
XOLOTL-LUCIFER, en posesión de los restos que habrá de resucitar, nos indica la necesidad de morir para ser.
Es urgente excogitar, discurrir, meditar… Incuestionablemente, la muerte del “mí mismo” es requisito indispensable para la resurrección esotérica que ha de realizarse, aquí y ahora, mediante la Alquimia sexual.
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.
“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria”.
“¿Dónde está, ¡Oh muerte! tu aguijón? ¿Dónde, ¡Oh sepulcro!, tu victoria?” (1 de Corintios 15, 53-54-55).
La didáctica excitante y seductora de XOLOTL-LUCIFER, inteligentemente aprovechada, hace posible la resurrección mágica.
“La tentación es fuego. El triunfo sobre la tentación es Luz”. Eliminar los elementos indeseables que cargamos dentro es urgente, inaplazable, impostergable.
Resulta urgente, perentorio, apremiante, discriminar, especificar, discernir concretamente sobre ciertos valores simbólicos. Quiero referirme en forma enfática al tigre y al perro.
Incuestionablemente, este XOLOTL-LUCIFER cargado con el jeroglífico solar, como quiera que se encuentra en la raíz de nuestro sistema seminal, asume el maravilloso papel del perro Cerbero citado por el Dante en la Divina Comedia.
El tigre es diferente, y esto lo saben los “Caballeros tigres”, esos jaguares del Movimiento Gnóstico, que cual auténticos felinos de la Sicología Revolucionaria, se han lanzado contra sí mismos, contra sus propios defectos psicológicos.
Indubitablemente, el perro y el tigre se hallan asociados esotéricamente en el mismo trabajo.
La humanización del tigre en el Arte azteca es algo que asombra a todo místico.
En modo alguno sería posible extirpar nuestros agregados psíquicos, esos íntimos defectos que en su conjunto constituyen al Yo, sin el auxilio de esa partícula divina o Mónada interior recordada por el hacha, signo del rayo que el Hombre-Tigre asume con entera claridad.
Escrito está con entera lucidez en el Libro de la Vida: “Quien quiera subir debe primero bajar”. “A toda exaltación le precede una humillación”.
El descenso a la Novena Esfera, desde los antiguos tiempos, fue siempre la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante. Jesús, Buddha, Hermes, Quetzalcóatl, hubieron de pasar por esa terrible prueba.
Allí baja Marte para retemplar la espada y conquistar el corazón de Venus, Hércules para limpiar los establos de Augías y Perseo para cortar la cabeza de Medusa.
Quetzalcóatl y su Doble, en las profundidades terrestres, en el Infierno del Dante, en la terrible morada de Plutón, deben morir radicalmente si es que quiere resucitar de entre los muertos.
“En medio de aquel antro un olmo enorme extiende sus ramas seculares; en ellas habitan los vanos sueños de la humanidad doliente, pegados como insectos a sus hojas.
Por allí se pasean los centauros; Briareo, el gigante de los cien brazos; la Hidra de Lerna, a quien mató Hércules cortándole sus múltiples cabezas; la Quimera, monstruo con cuerpo de cabra; las Gorgonas, las Arpías y la Sombra de los tres cuerpos.
Espantosa la ruta que conduce al Tártaro por las aguas del Aqueronte; torbellinos de cieno y agua turbia.
Un horrible barquero de canas erizadas, ojos chispeantes como brasas de carbón y larga barba descuidada, maniobra la barca que pasa a las almas al otro lado.
Una multitud atormentada y diversa se agrupó en la orilla esperando que el barquero la traslade. Pero éste escoge caprichosamente: ora éste, ora aquél, y hay quien aguarda en vano y suplica, pero todo es inútil.
Estas son las almas de los que no recibieron sepultura, que se desesperan en tiempo interminable hasta que una mano piadosa, allá en la tierra, recoge sus cuerpos y encierra en la urna sus cenizas.
Entonces la morada de Plutón se abre y las almas entran en su triste reposo, privadas de luz, sombra de lo que fueron”. (Dante Alighieri, “La Divina Comedia”).
CAPÍTULO III LEVITACIONES MÍSTICAS
Indubitablemente, es la cuarta coordenada el mismo hiperespacio de la Hipergeometría mediante el cual es posible realizar actos sobrenaturales, como son: La desaparición o aparición de un cuerpo en el espacio tridimensional de Euclides o la salida de un objeto cualquiera del interior de una caja herméticamente cerrada.
Ostensiblemente, se ha demostrado que cuando un electrón y un positrón se aniquilan para liberar energía, dos granos de luz aparecen o, más exactamente, dos rayos gamma.
Las experiencias que han verificado el crudo realismo de este fenómeno, secuencialmente vienen a demostrar la existencia de la cuarta dimensión.
Incuestionablemente, los variados fenómenos de levitación auténtica fueron siempre posibles mediante el agente extraordinario de la cuarta vertical.
No está de más afirmar, en forma enfática y sin mucha prosopopeya, que la levitación mística es una elevación inusitada del cuerpo físico por encima del suelo.
Como quiera que muchas gentes no saben ni el abecé de esta cuestión, conviene citar a variados anacoretas que ante diversos públicos levitaron.
Empecemos con San Esteban, Rey de Hungría, ínclito señor medieval, muerto en el 1038, quien flotara en el aire una noche cuando oraba en su tienda.
Continuemos con San Dunstano, arzobispo de Canterbury, perínclito varón de Dios, quien precisamente el día de la Ascensión, 17 de mayo del 988, se elevara milagrosamente hasta la majestuosa bóveda de la catedral.
Siguen en orden sucesivo varios esclarecidos cenobitas e insignes damas de reconocida santidad, veamos:
San Ladislao de Hungría (1041-1095), renombrado anacoreta, quien en histórica noche flotara sobre el suelo mientras oraba en el famoso monasterio de Warasdin.
Santa Cristina (1150-1224), la admirable. Ilustre mística, que habiendo sido ya dada por muerta, se elevara deliciosamente hasta la bóveda de la iglesia en pleno servicio fúnebre.
Santa Isabel de Hungría, insigne matrona; San Edmundo; Santa Ludgarda, afamada religiosa; el bienaventurado Guilles de Santarem; la misteriosa Margarita de Hungría; la espiritual Santa Dulcelina; el preclaro Santo Tomás de Aquino, famoso Señor de Sabiduría; Santa Agnés de Bohemia y muchos otros, que sumergidos dentro de la cuarta dimensión, flotaban durante el éxtasis.
Elevaciones extraordinarias, mágicos vuelos, salidas rápidas en vertical, suspensiones, ascensiones, pasadas, transportes, circuitos aéreos a gran altura, éxtasis, júbilo y arrobamiento.
Dice la leyenda de los siglos, y esto lo saben los Divinos y los humanos, que cuando nuestro Hermano Francisco de Asís (1186-1226) llegó al ocaso de su vida, se multiplicaron sus éxtasis en el Monte averno.
Su bienamado discípulo, el Hermano León, quien dichoso le llevaba alimentos, le encontraba siempre en estado de arrobamiento fuera de su gruta, a buena altura flotando sobre la perfumada tierra. A veces llegaba hasta las hayas, desaparecía de la vista, se iba por entre la cuarta coordenada.
Y prosiguiendo con esta temática místico-científica, no está de más citar también a Santa Catalina de Ricci (1522-1589), la muy célebre estigmatizada Priora de Prato, quien cuando en éxtasis entraba, suspendida quedaba en el medio ambiente circundante.
Muchos otros penitentes, cenobitas, como San Francisco de Paula, San Francisco de Alcántara, Santo Tomás de Villanova, San Francisco Javier, etc., se desprendían del suelo en sus éxtasis y se mantenían en el aire ante el asombro extraordinario de la conciencia pública.
Casos famosos y extraordinarios por lo insólitos e inusitados, fueron, ostensiblemente, los de esa mística llamada Teresa de Ávila (1515-1582), descritos por ella misma con lujo de detalles, explicando dialécticamente cómo el mágico poder inefable la absorbía dentro de la dimensión desconocida mientras oraba; entonces flotaba ante las asombradas religiosas.
Cualquier día de esos tantos, no importa cual, aquella Santa estaba tan alta sobre el piso que no pudieron darle la hostia.
La doble levitación de Santa Teresa de Ávila y de San Juan de la Cruz en el Carmelo de Ávila, causó estupefacción, asombro general… Entonces pudo verse en el espacio a estos dos místicos en estado de éxtasis.
Aquel monje azul otrora conocido con el nombre de José de Cuppertino, dicen que se elevó por los aires setenta veces. Este hecho mágico sucedió allá por el año 1650, motivo por el cual fue canonizado.
Cada vez que el mencionado eremita de dulce faz se desprendía de la dura tierra, profería un clamor. Interrogado por el cardenal de Lauria sobre este extraño y misterioso grito en el instante preciso del vuelo, el Santo respondió esotéricamente: “La pólvora, cuando se inflama en el arcabuz, estalla con gran ruido, así también el corazón, abrasado por el divino amor. ¡Amén!”
Escudriñando viejos manuscritos con tesón de clérigo en la celda, hemos hallado de la tierra sagrada de los Vedas lo siguiente:
“Aquél que meditare en el centro del corazón, logrará control sobre el Tattva Vayú (principio etérico del aire). Alcanzará también los Siddhis, poderes de los Santos, Bhushari, Khechari, Kaya, etc. (flotar en el aire, meter su espíritu dentro del cuerpo de otra persona, etc.). Alcanzará el Amor Cósmico y todas las cualidades Táttvicas divinas”.
El desarrollo sustancial del corazón tranquilo es impostergable e inaplazable cuando se trata de aprender la Ciencia de los Jinas, la Doctrina de la levitación.
Incongruente, inconexo con el TERTIUM ORGANUM o Tercer Canon del pensamiento, sería el intentar la idoneidad Jinas sin haber educido y vigorizado previamente los místicos poderes de los Santos en el corazón tranquilo…
Nunca quisiéramos interdecir o vedar las esotéricas prácticas de mágica levitación. Trabucar, aguar, en modo alguno es nuestra intención, sólo proponemos el “SACRIFICIUS INTELECTUS” (sacrificio del intelecto) si es que anhelamos de verdad el armonioso desarrollo de los Fuegos del corazón.
La mente teorética y especulativa se expansiona, extiende y desenvuelve, a expensas de las sutiles energías del corazón y esto es muy lamentable.
La cerebración intelectiva, mecanicista, succiona, vampiriza sin misericordia alguna los poderes vitales del corazón.
A través de muchos años de constante observación, estudio y experiencia, pudimos verificar plenamente que el sujeto seudo-esoterista o seudo-ocultista, auto encerrado dentro de su mundillo, geldre o sauquillo razonativo, intelectivo, en el terreno levitacional práctico resulta de hecho un verdadero fracaso.
No está de más imitar a José de Cuppertino en sus oraciones y sus éxtasis a fin de que el corazón, abrasado por el Divino Amor, se desarrolle armoniosamente capacitándonos para penetrar conscientemente con el cuerpo físico dentro de la cuarta vertical, más allá del espacio tridimensional de Euclides.
Incuestionablemente, aquellos sesenta ancianos aztecas que en el cerro de Coatepec hicieran sus operaciones y círculos mágicos para sumirse luego en la cuarta coordenada, habían desenvuelto, cada uno, por anticipado, los fuegos maravillosos del corazón.
Telendo, insólito, inusitado, resulta el relato de aquél viaje misterioso por la dimensión desconocida.
Indubitablemente, en el Universo paralelo de la cuarta dimensión cualquier metamorfosis es posible.
El LUCIFER NÁHUATL, forzado por aquellos conjuros, transformó a los sesenta de Montezuma en aves, bestias feroces, leones, tigres, adives y gatos espantosos.
No es, pues, mera jactancia, embullo o broma libresca, el relato consignado por Fray Diego Durán en su notabilísimo trabajo titulado «Historia de México».
Si enfrentamos a campo traviesa la Historia de los Jinas, hallaremos en el Tíbet oriental a Milarepa, venerabilísimo y xorable Maestro, ínclito tahar, que como cualquiera de los sesenta ancianos de Montezuma, sabía levitar en la cuarta dimensión.
Perfecto Adepto de mágicas facultades, tuvo la gracia de atravesar y visitar innumerables paraísos sagrados y cielos de los Buddhas de compasión, donde, por la virtud de sus omni-absorbentes actos y extraordinaria devoción, los Dioses que rigen esos dichosos lugares le favorecieron permitiéndole expresarse acerca del Dharma.
Jesús, el gran Kabir, sumergido con el cuerpo físico dentro de la cuarta vertical, caminó sobre las aguas del mar y esto lo saben los Divinos y los humanos.
Incuestionablemente, es Felipe, el Apóstol del Divino Rabí de Galilea, el bendito Patrón de los estados JINAS.
CAPÍTULO IV EL DOCTOR FAUSTO
El verdadero LUCIFER de la doctrina arcaica es, por antítesis, edificante y esencialmente dignificante, todo lo contrario de lo que los teólogos, cual Des Mousseaux y el marqués de Mirville suponen, pues es ciertamente la alegoría de la rectitud, el símbolo extraordinario y maravilloso del más alto sacrificio (el CHRISTUS-LUCIFER de los gnósticos) y el Dios de Sabiduría bajo infinitos nombres.
XOLOTL-LUCIFER-PROMETEO es uno con el Logos platónico, el Ministro del Demiurgo Creador y Señor resplandeciente de las siete mansiones del Hades, del Sabbat y del mundo manifestado, a quien están encomendadas la Espada y la Balanza de la Justicia Cósmica, puesto que él es, indubitablemente, la norma del peso, de la medida y del número. El Horus, el Brahma, el Ahura Mazda, etc., siempre Inefable.
LUCIFER-XOLOTL, el Doble de Quetzalcóatl, es el Guardián de la Puerta y de las llaves del Lumisial para que no penetren en él sino los ungidos que poseen el secreto de Hermes.
Quienes maldicen temerariamente al Lucifer Náhuatl, se pronuncian contra la cósmica reflexión del Logos, anatematizan al Dios vivo manifestado en la materia y reniegan de la siempre incomprensible sabiduría que se revela por igual en los contrarios de luz y tinieblas.
La gloria de Satán es la sombra de Adonai y el trono de Satán es el escabel del Señor.
Semblanza, parecido, similitud; sol y sombra; día y noche; Ley de los contrarios.
Dos son los ejércitos del LOGOS O DEMIURGO Arquitecto del Universo: En los ámbitos sublimes, las aguerridas huestes de Miguel, y en el abismo del mundo manifestado, las legiones de Satán.
Ostensiblemente estos son: El Inmanifestado y el Manifestado, el virginal y el caído en la generación animal.
Incuestionablemente, sólo sobre SATÁN, jamás sobre el LOGOS, recae la vergüenza de la generación; aquél perdió su elevado estado virginal de KUMARA cuando comió del fruto prohibido.
Con la resurrección esotérica, el Lucifer Náhuatl reconquista el estado virginal de Kumara.
La piedra angular de la Gran Obra es Lucifer-Náhuatl. Sobre esta piedra maestra, ubicada por los sabios en el fondo mismo de nuestro sistema sexual, el gran Kabir Jesús edificó su Iglesia.
La piedra bruta, antes de ser tallada para la Gran Obra, es ciertamente impura, material y grosera; motivo intrínseco por el cual recibe el nombre de Diablo.
Reiterar suele ser a veces indispensable. Se hace impostergable comprender integralmente que cada uno de nosotros tiene su Xolotl-Lucifer particular, reflexión completa de su Logos específico.
Lucifer-Xolotl, con la figura azteca del luciférico perro, terror de muchas gentes, suele entrar en el espacio tridimensional de Euclides para hacerse visible y tangible en el mundo físico.
El Conde Gaspar Moir de Loca, ínclito señor de los tiempos idos, cuenta como se comportaba Prestigiar, el extraño perro del Doctor Fausto.
Negro can de largos pelos y penetrante mirada; indubitablemente era muy inteligente.
Una noche cualquiera, cuando el perro quería acostarse en el centro reluciente de la suntuosa mansión, en presencia del Conde, Fausto, dirigiéndose a Prestigiar, le dijo cierta palabra cuya honda significación no comprendió aquel perínclito varón, y el citado animal, con el rabo entre las piernas, salió de la recámara.
Extraño comportamiento de un can que al Conde, francamente, no le pareció muy natural.
El Doctor Fausto, sonriendo, preguntó a su amigo qué le había parecido su perro; éste, respondiendo claramente y sin ambages, dijo que gustosamente volvería a verlo.
Llamado por su amo, aquel can de las Mil y Una Noches, brincó dentro del recinto y saltó luego sobre un rústico banco.
Los ojos de aquella criatura parecían ascuas de fuego ardiente; tenía ahora un aspecto terrorífico.
Cuando el Doctor Fausto acarició su lomo, el pelo de tan misterioso can cambió de color; tornose blanco, después amarillo y por último rojo.
El Conde, hombre muy prudente, prefirió guardar un respetuoso silencio; posteriormente resolvió hablar de cualquier otra cosa.
En consecuencia, el perro participa de la magia.
Generoso animal que en los tiempos antiguos fue siempre consagrado al Dios Mercurio.
Resulta patente el alto honor que los viejos Hierofantes del antiguo Egipto concedían al perro.
El austero Guardián del Templo de Esculapio, en la Roma augusta de los Césares, era siempre un perro.
Hablando francamente y sin ambages, debo afirmar en forma enfática que resulta paradójica la crucifixión del perro.
Bien saben los Divinos y los humanos que cada año una de estas preciosas criaturas era crucificada… Castigo implacable para los perros por el delito de no haber advertido a los romanos la llegada de los galos.
Los perros sagrados del Templo de Vulcano, en el Etna, eran siempre cuidados religiosamente.
No olvidemos jamás que Cerbero, el perro guardián de los infiernos, acariciaba a los que entraban y devoraba despiadadamente a los que intentaban salir.
Antro espantoso donde aúlla Cerbero, prodigio de terror que con sus ladridos, sus tres enormes cabezas chatas y su cuello rodeado de serpientes, llena de espanto a todos los difuntos.
Dice la leyenda de los siglos que Cerbero fue adormecido por la Lira de Orfeo cuando éste descendió al Tártarus para buscar a Eurídice.
Indubitablemente, la Sibila también adormeció a Xolotl-Lucifer-Cerbero con una pasta de miel y de adormidera.
Es conocida la intervención extraordinaria de Cerbero en toda Liturgia de tipo funerario.
En las sepulturas reales de los antiguos tiempos se ponía la figura de un perro bajo los fríos pies del muerto; símbolo infernal profundamente significativo.
No olvidemos jamás al Lebrel, can grande de Della Scala, Señor de Verona y bienhechor del Dante.
Este no se alimenta de tierra ni de peltre, sino de Sabiduría, de Amor y de Virtud.
Muchos otros animales participan de la Alta Magia: El cuervo, símbolo de corrupción y muerte de todos los elementos inhumanos que llevamos dentro; la blanca paloma que alegoriza a la pureza y a la castidad como así también al Tercer Logos; el águila amarilla que advierte al alquimista la proximidad del triunfo; el faisán rojo, que junto con la púrpura de los Reyes, anuncia al sabio la consumación total de la Gran Obra.
El enigmático y poderoso Doctor Fausto, venerabilísimo y Xorable Maestro, ínclito tahar, vivía agradable y confortablemente como persona muy acomodada. Concedía a los animales un papel oculto y gustaba rodearse de ellos porque los asociaba a sus prodigios.
Por aquellos tiempos -1528- de rancia nobleza, de variados títulos notabilísimos y sangre azul, Fausto, en la Corte de Praga realizaba extraordinarios prodigios.
Telendo, cierto gentil hombre que moraba dichoso en una resplandeciente mansión, en buena hora llamada “El Ancora”, en la calle del Castillo, en Erfurt (lugar donde frecuentemente se hospedaba el Doctor Juan Fausto, encantador y mago), celebró una gran fiesta.
Más sucedió que los señores del convite, ante la dorada mesa, reclamaron a Fausto a grito pelado. El anfitrión de la regia morada les declaró que Fausto, el hombre de la maravillosa ciencia, estaba en Praga.
Empero, alegres del vino, no por eso el estrepitoso capul dejaba de llamar a Fausto con insólita vehemencia, suplicándole que acudiera al festín.
En aquellos instantes alguien golpea en la puerta del espléndido alcázar. El doméstico vio a través del lucernario del primer piso que Fausto estaba al lado de su caballo, ante la puerta, como si acabara de apearse, y hacía signo de que le abrieran.
El fámulo corrió a avisar al amo, que se rió estrepitosamente declarando que eso era imposible puesto que el Doctor Fausto estaba en Praga.
Repite Fausto su llamado ante el umbral de la rica mansión. El Señor de la morada miró a su vez: ¡Era él! Con ese imperativo categórico que caracterizaba a los Señores feudales, ordenó abrir y brindarle magnífico recibimiento.
El Doctor Juan Fausto ocupó su lugar en la mesa del festín ante el asombro general de los convidados.
El espléndido Señor de aquella morada, maravillado en gran manera, ciertamente no pudo resistirse al deseo de preguntar a Fausto cómo había podido venir tan rápido desde Praga.
“-Se lo debo a mi caballo, –respondió–. Como los señores, vuestros huéspedes, deseaban verme tan vivamente y me llamaban, he querido rendirme a sus deseos y aparecer en medio de ellos, aunque no pueda quedarme mucho tiempo porque es preciso que mañana al amanecer esté en Praga”.
El regio banquete fue muy alegre, el Doctor ejecutó con gran éxito sus habituales prodigios y hasta hubo derroche de vino y sortilegios…
No está de más recordar en estas cuartillas el coro de las alegres liras, las copas labradas, el vino negro, los hirvientes vasos cuyos bordes brillaban cual collar de prismas…
El vino negro que a la sangre enciende y pone al corazón alegre, fruto fermentado de la vid que tanto inspira a los bardos melenudos…
En medio del bullicio y de la fiesta, clamó con gran voz Juan Fausto, proponiendo que se gustaran también los vinos extranjeros.
Y dicen los que lo vieron, que de entre un exótico recipiente improvisado manaron entonces caldos de distintas cosechas, milagro Faustino muy similar al de las Bodas de Canaán en Galilea.
Mas de pronto, en forma inusitada, el hijo del anfitrión penetró en la estancia con el rostro visiblemente contrariado: “-¡Señor Doctor! -dijo-, su caballo está comiendo a rabiar…
“Preferiría dar de comer, pienso, a diez o veinte caballos que sólo al suyo. Ya me ha devorado más de dos celemines de avena que tenía preparados, pero sigue esperando frente al pesebre y mira a su alrededor a ver si viene otro.”
Los convidados rieron todos, no con la sonrisa sutil de Sócrates sino con la carcajada estruendosa de Aristófanes.
El joven, inmutable, prosiguió diciendo: “-Quiero mantener mi palabra y lo hartaré aunque para ello arriesgue varias medidas de avena”.
Fausto respondió que era inútil, que su caballo había comido bastante, pero que se tragaría toda la avena de la tierra sin sentirse harto.
Incuestionablemente, aquel brioso corcel era, fuera de toda duda, el mismo Lucifer Náhuatl, el extraordinario Mefistófeles metamorfoseado en bestia halada.
Mefistófeles-Xolotl-Lucifer, convertido a veces por obra de magia en caballo volador, cual el Pegaso de los poetas coronados, transportaba a Fausto rápidamente por entre la cuarta dimensión cuando era necesario.
La orgía continuó tremenda hasta la media noche. Entonces el caballo relinchó.
“-Es preciso que me marche ahora” –exclamó el sabio–.
Empero, los del convite, desbordantes de risa y de contento, le retuvieron suplicantes y de inmediato no pudo marcharse.
Por segunda vez, y luego por una tercera, relinchó espantosamente el caballo. El Doctor Juan Fausto en modo alguno debía desobedecer; se despidió, pues, de sus amigos, hizo que le trajesen su brioso corcel, lo montó con presteza y luego subió por la calle del Castillo.
Cuentan por ahí, dice la leyenda de los siglos, que cuando hubo pasado tres o cuatro casas, el caballo se lanzó por los aires y se perdió de vista el Caballero sobre su diabólica montura.
Indubitablemente, el Doctor Juan Fausto, encantador y mago, estuvo de vuelta en Praga antes de que amaneciera.
El Doctor Fausto, al decir de la crónica de Erfurt, dejó ciertamente un vivo recuerdo. Todavía existe la famosa casa “El Ancora”, así como un callejón que lleva el nombre del mencionado sabio.
Al concluir este capítulo me viene a la memoria el caso insólito de los sesenta hechiceros de Montezuma viajando con el poder de LUCIFER por entre la CUARTA VERTICAL, hacia la tierra de sus mayores, la Mansión imperecedera.
CAPÍTULO V PROCEDIMIENTOS JINAS
Al iniciar este capítulo queremos poner énfasis en el siguiente postulado: “La Física continuará estacionaria mientras la mente humana permanezca embotellada en el dogma tridimensional de Euclides”.
Incuestionablemente, la Física contemporánea resulta ciertamente regresiva, retardataria, reaccionaria.
Se necesita con urgencia máxima, impostergable, trazar la cuarta vertical. Empero esto no es posible en tanto exista el escepticismo materialista.
Cualquier humanidad avanzada del remoto futuro podrá crear naves cósmicas capaces de atravesar instantáneamente la barrera de la velocidad de la luz.
Tales navíos, regiamente basados en una nueva Física de tipo tetradimensional, viajarán por entre la cuarta vertical a velocidades superiores a la de la luz. Entonces la conquista del espacio infinito será un hecho concreto, claro y definitivo.
Indubitablemente, aquellos navíos impulsados por la energía solar, habrán de ser gobernados por hombres auténticos en el sentido más completo de la palabra.
Es ostensible, y todo el mundo lo sabe, que con los aviones supersónicos ya hemos atravesado la barrera de la velocidad del sonido. Sin embargo, el terrícola soberbio y orgulloso, continúa detenido ante la barrera de la velocidad de la luz.
No está de más en este capítulo emitir el siguiente enunciado: “Tras la barrera de la velocidad de la luz –300000 kilómetros por segundo– se encuentra la cuarta dimensión”.
De tal enunciado podemos inferir el siguiente corolario: “Cualquier mago que viaje con su cuerpo físico por entre la cuarta coordenada, incuestionablemente, sabe atravesar instantáneamente la barrera de la velocidad de la luz”.
Fue en Coatepec, que está en Tula, el histórico lugar donde los sesenta ancianos hechiceros del muy poderoso Señor Montezuma, mediante el auxilio extraordinario del Mefistófeles Faustino, pudieron atravesar instantáneamente la barrera de la velocidad de la luz para viajar por la cuarta vertical hacia la Isla sagrada y eterna, allende los mares del Polo Norte, cuna real de la humanidad terrestre.
Hay que leer en la Doctrina Secreta de H.P.B. todo lo relativo a este primer continente terrestre llamado a perdurar desde el principio al fin de la humanidad sobre este mundo.
En la tierra sagrada de los Vedas, todo auténtico Samyasin del pensamiento puede atravesar instantáneamente la barrera de la velocidad de la luz para viajar por la dimensión desconocida como Francisco de Asís.
Nosotros afirmamos solemnemente y con entera certeza que cuando un Esoterista aplica un Samyasi a su cuerpo físico, atraviesa de inmediato la barrera de la velocidad de la luz.
Cualquier Samyasi integral, esencial, fundamental, contiene substancialmente tres ingredientes radicales:
A.- Concentración absoluta de la voluntad consciente.
B.- Meditación profunda.
C.- Éxtasis, arrobamiento, júbilo místico, adoración suprema.
No está de más recordar en este «Mensaje de Navidad 1974-1975» que la paciencia es la escala de los gnósticos y la humildad es la puerta de su Jardín.
Incuestionablemente, algunos ascetas gnósticos habrán de trabajar durante muchos años, hasta lograr el pleno desarrollo del cardias que los tornará idóneos en la Ciencia Jinas.
La naturaleza radiante de la Partícula íntima que permite este prodigio, está debidamente especificada por la forma de hacha, signo del rayo que el Hombre-Tigre del México azteca usa frecuentemente.
El Tigre humanizado, Xolotl-Lucifer, se convierte en una realidad concreta, no sólo en el México pre-cortesano sino también en todo Meso-América.
Es así, convertido en hombre, como lo encontramos en Teotihuacán; levantando sus heroicos brazos en un gesto litúrgico o con esa marcha felina que le caracteriza.
Incuestionablemente, los Caballeros Tigres del México azteca, además de Guerreros acostumbrados a la dura brega, eran también atletas extraordinarios de la Ciencia Jinas.
Sin exageración alguna afirmamos en forma enfática que aquellos perínclitos varones de Anáhuac sabían mezclar inteligentemente los tres elementos del Samyasi con el temible poder felino de Lucifer-Náhuatl.
Acostados sobre pieles de tigre, imitando la sagrada postura del jaguar cuando en reposo se encuentran, ligeramente adormecidos, aquellos ilustres varones sabían combinar conscientemente la voluntad y la imaginación en vibrante armonía.
Integrando esfuerzos, en suprema concentración mental, con meditación de fondo, asumían deliberadamente y mediante la imaginación creadora la felina figura del Jaguar-Xolotl-Mefistófeles.
Marcharse, desenvolverse, funcionar con esa figura que espanta, en pleno éxtasis y gozo místico, en modo alguno resultaba imposible para estos perínclitos Señores de la tierra sagrada de Anáhuac.
Cada vez que aquellos notables eremitas se desprendían del duro lecho para andar como tigres y desaparecer luego en la cuarta coordenada, proferían la siguiente frase ritual: “Nosotros nos pertenecemos”.
“La pólvora, cuando se inflama en el arcabuz, estalla con gran ruido; así también el corazón, abrasado por el Divino Amor”.
Escudriñando viejos cronicones con el tesón de clérigo en su celda, hube de corroborar muchos de estos detalles de la antigua ciencia.
Dice la leyenda de los siglos, y esto lo saben los Divinos y los humanos, que aquellos Tigres legendarios, exóticos y extraños, ante el umbral del Templo de Chapultepec –ahora en estado de Jinas– tornaban nuevamente a su gentil y muy humana figura.
No podríamos seguir con estas cuartillas sin dejar de recordar a Ovidio y sus metamorfosis maravillosas.
Superlativos encantos místicos que los ignorantes ilustrados de esta época fatal del Kali-Yuga (los tiempos actuales) rechazan con insólita soberbia.
Indubitablemente, Felipe, el Apóstol del gran Kabir Jesús, es el santo Patrón de todos estos fenómenos Jinas.
Aseveran las Sagradas Escrituras que Felipe, después de haber bautizado a un eunuco, fue arrebatado por el Señor y que entonces siguió su camino gozoso.
Dicen que después se encontró en Azoto y que pasando anunciaba el Evangelio en todas las ciudades hasta que llegó a Cesárea.
Cualquier Arhat gnóstico sincero puede implorar el auxilio mágico del gran Apóstol Felipe.
Si amáis a Felipe, cuando estéis dormitando meditad en él. Excluid de vuestra mente cualquier otro pensamiento, y al sentir en vuestra alma el gozo de su presencia, proferid la siguiente frase ritual: “¡Al cielo Felipe!”. Salid luego de vuestra recámara con paso firme y decidido metiéndoos con violencia dentro de la dimensión desconocida.
En nombre de la Gran Causa, solemnemente declaro que esta fórmula extraordinaria renglones arriba citada, se la debo a un Espíritu divino llamado Isabel, cuya humana personalidad es ciertamente una humilde monja descalza de un antiguo Monasterio medieval que por estos tiempos se encuentra sumergido en la cuarta vertical.
Que soles de entusiasmo os alumbren el camino, muy querido y amable lector.
Que las fuerzas del tigre os acompañen.
Que los cocuyos de Sabiduría iluminen vuestro intelecto.
Que el pino rumoroso dé sombra a vuestro descanso.
Que las ranas de esmeralda señalen los senderos croando sin descanso.
Que ella, la naturaleza, sea pródiga contigo.
Que la Fuerza Universal os bendiga y dirija.
CAPÍTULO VI AZTLÁN
AZTLÁN, ÁVALON, monte magnético misterioso, insólita Morada de los Hijos del Crepúsculo (Buddhas de Compasión, Dhyan-Chohan, Serpientes de la Sabiduría, Pitris o Padres Preceptores de la humanidad, Ángeles de las estrellas, Constructores, Vigilantes, Estrellas-Yazathas de los zoroastrianos, etc.).
Tierra del Amanecer, Mansión imperecedera, celeste Paraíso allende los mares ignotos del Polo Norte.
Inefable Ciudadela del Sol envuelta en múltiples esplendores, Isla Blanca, Rincón del Amor, Tierra de Apolo…
Magnífico luce en el Septentrión aquel Edén de la cuarta coordenada, continente firme en medio del gran océano.
“Ni por tierra, ni por mar, se logra llegar a la Tierra Sagrada”, se repite vehementemente en la tradición helénica.
“Sólo el vuelo del Espíritu puede conducir a ella” dicen con gran solemnidad los viejos sabios del mundo oriental.
Incuestionablemente, “Los Resplandecientes de Ojos eficaces”, los Adeptos de la Religión-Sabiduría, jamás han perdido el contacto con la Tierra de nuestros mayores.
Reiteramos el enunciado irrebatible de que es posible atravesar instantáneamente la barrera de la velocidad de la luz para viajar con el cuerpo físico por la dimensión desconocida hasta la lejana Thule.
El camino que conduce a AZTLÁN, la Tierra Solar donde moran dichosos los Mexi-Tin o Medjins, Djins, Jinas o Genios extraordinarios de los pueblos árabes, aztecas y mexicanos, está cortado desde luengos años ha, y su parte de este lado ciega ya con grandes jarales y breñales poblados con monstruos invencibles, médanos y lagunas sin fondo y espesísimos carrizales y cañaverales donde perderá la vida cualquiera que semejante empresa intente temerario.
Muy poco puede decirse de esa Tierra exótica y sagrada, excepto, quizás, según una antigua expresión poética, que la estrella Polar fija en ella su mirada vigilante desde la aurora hasta la terminación del crepúsculo de un día del Gran Aliento.
Incuestionablemente, la Isla Santa es la cuna del primer Hombre y la morada del último mortal divino, escogido como un SHISHTA para la semilla futura de la humanidad.
El Pueblo azteca, otrora conducido por los Genios tutelares o Jinas de la “Insula Avalones”, llegó hasta las lagunas mexicanas.
Paralela exacta la del bíblico Moisés hebraico guiando al Pueblo de Israel a través del desierto hasta la Tierra Prometida.
Prototipo del Judío errante, los pueblos Jinas de los TUATH en eterno éxodo análogo al de los judíos de un lado y mexicanos del otro. Incuestionablemente, los TUATH reingresaron a la verde ERÍN en estado de Jinas.
Se dice que llegaron de ÁVALON o del Cielo y trajeron a Irlanda algunos símbolos sagrados.
No está de más recordar a la Piedra Filosofal, a la Lanza de Aquiles, a la Espada flamígera y a la Copa de Hermes y de Salomón.
El AZTLÁN azteca, ÁVALON, es el rincón del amor, la Tierra de Fuego donde mora dichoso el Hermano Juan. Improfanable Verbo, Logos, Voz, I E O U A N, JUAN, especificando no a un hombre sino a toda una Dinastía Solar.
La primera raza humana que otrora viviera en ASGARD, la Isla de Cristal, la Morada de los Dioses, la Tierra de los Ases, incuestionablemente era semi-etérica, semi-física.
El Prólogos órfico, pre-genético, depositó en el “Hombre Cósmico” terrestre preciosas facultades y poderes.
Producto maravilloso de incesantes evoluciones y transformaciones que otrora se iniciaran desde el estado germinal primitivo, la primera raza surgió de las dimensiones superiores, completa y perfecta.
Todo procede de PRABHAVAPYAYA, la evolución inteligente de los principios creadores y conscientes de los Dioses Santos.
Incuestionablemente, la “primera raza” jamás poseyó elementos rudimentarios ni Fuegos incipientes.
Para bien de la Gran Causa, lanzaremos en forma enfática el siguiente enunciado:
“Antes de que la primera raza humana saliera de la cuarta coordenada para hacerse visible y tangible en la región tridimensional de Euclides, hubo de gestarse completamente dentro del JAGAD-YONI, la “matriz del mundo”“.
Extraordinaria Humanidad primigenia, Andróginos sublimes terriblemente divinos, Seres inefables más allá del bien y del mal.
Prototipos de perfección eterna para todos los tiempos, gentes excelentes con cuerpos indestructibles, elásticos y dúctiles.
Adam Kadmon, el Ser “masculino-femenino” del Génesis I, indubitablemente era la misma Hueste de los Elohim, cuyas presencias estaban ahora recubiertas con la euritmia superlativa de sus cuerpos.
Es ostensible que todos esos Seres ingentes eran los Fuegos sagrados personificados de los Poderes más ocultos de la Naturaleza.
Ellos, los “nacidos por sí mismos”, eran magistrales, cumplidos, poseían entendimiento, inteligencia y voluntad.
Cada una de esas insuperables criaturas tenia encarnado a su Espíritu individual y sabia que lo tenia.
Esa fue la Edad del FISIPARISMO; entonces, aquellas deliciosas criaturas se reproducían mediante el acto sexual FISÍPARO.
“Como se ha visto en la división en dos del punto homogéneo del protoplasma, conocido como monerón o ameba”.
“Según se ha visto en la división de la célula nucleada, en la que el núcleo se rompe en dos sub-núcleos, los cuales, o bien se desarrollan dentro de la pared celular, o la rompen y se multiplican en el exterior como entidades independientes”.
Así, de modo similar, aquellos organismos andróginos se dividían en dos para multiplicarse al exterior como entidades independientes.
En la Era del “FISIPARISMO” cada uno de estos sucesos de la reproducción original, primigenia, era celebrado con Rituales y Fiestas… Entonces la Tierra toda resplandecía gloriosamente con un bellísimo color azul intenso…
No está de más recordar que en esa antigua Edad de Oro, la Isla de Cristal, la Tierra de Apolo, debido a la revolución periódica de los ejes del mundo, se hallaba en la zona ecuatorial.
Raza superlativa divinal de Andróginos “plus-perfectos”. El “Huracán” (voz maya que después fuera llevada a Sur América) y que significa para los Hierofantes aztecas Viento, Soplo, Palabra, Verbo, totalmente encarnado en aquellas excelentes criaturas, estableció en la Isla de Cristal a la civilización de los Ases.
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Génesis 1, 27).
Venustidad paradisíaca incomparable, andróginas beldades deliciosas a imagen y semejanza de TEPIUS K’OKUMATZ (Dios).
De la primera raza emanó la segunda, la Hiperbórea, sujetos que se reproducían mediante “brotación”; ingentes multitudes que otrora habitaran en las múltiples regiones del Septentrión.
Escrito está con letras de oro en las páginas inmortales del Libro de la Vida que de esta segunda clase de Andróginos divinos procedió a su vez la tercera raza raíz, los DUPLOS, Gigantes hermafroditas ¡colosales!, ¡Imponentes!, Cuyo sistema reproductivo era el de “gemación”. La Civilización lemúrica floreció maravillosa en el Continente Mu o Lemuria; volcánica tierra en el océano Pacífico.
Después de que la Humanidad hermafrodita se separó en sexos, transformados por la naturaleza en máquinas portadoras de criaturas, surgió la cuarta raza raíz sobre el geológico escenario atlante ubicado en el océano que lleva su nombre.
ATLAS, el más antiguo de los astrólogos, fue su Rey… La mente poética de los Hijos de la Hélade le fungió por eso cual gigante que sustentaba sobre sus espaldas, y no sobre su mente poderosa, a la máquina celeste.
Sus hijos, los Titanes, pretendieron escalar el Cielo… mas Dios les confundió y una noche la mar y el trueno rebramaron. Trémula trepidó Europa, y despierta por el estruendo, no vio ya al mundo hermano… Sólo el Teide quedó para decir a la humanidad: ¡Aquí fue en un tiempo Atlántida la famosa!.
Ahora bien, nuestra actual quinta raza raíz, las multitudes arias que habitan sobre la faz de la Tierra, separada de su tallo padre (los atlantes), tiene ya algo más de un millón de años de existencia y se encuentra en vísperas de su aniquilación total.
Cada raza raíz tiene siete subrazas, cada subraza posee, a su vez, siete ramificaciones que pueden llamarse “ramas” o “razas de familia”; las pequeñas tribus, retoños y brotes de estas últimas son innumerables y dependen de la acción del Destino.
La Isla de Cristal, el AZTLÁN azteca, es, pues, el Paraíso Terrenal, la Tierra de nuestros Mayores. Allí moran los antepasados de todas las razas humanas.
CAPÍTULO VII ATLÁNTIDA
“Existe en el CÓDICE BORGIA la figura de ATLANTEOTL, que carga sobre sus hombros al agua celeste exactamente como el Atlas griego, al que estamos acostumbrados a dar prioridad como símbolo”.
Huelga decir, en gran manera y sin mucha prosopopeya, que el legendario Atlas griego es copia fidedigna del heroico ATLANTEOTL maya y azteca.
Suprimida con delicado refinamiento intelectivo la desinencia “otl” de aquel luciente nombre, renglones arriba citado, resalta entonces la palabra ATLANTE.
ATLANTE-OTL, siendo esta palabra por sus raíces explicada, sólo nos resta decir con gran énfasis que esto no es cuestión de vanas etimologías empíricas, arbitrariamente seleccionadas, ni de meras coincidencias, como suponen siempre los ignorantes ilustrados.
Extraordinarias y legítimas concordancias lingüísticas, explicables sólo merced al tronco atlante común de los pueblos americanos y mediterráneo-semitas.
Incuestionablemente, éstos y aquellos tienen sus raíces en la Tierra encantada de OLISIS, la Atlántida sumergida ahora en el mar de las tinieblas, vaho sombrío de leyendas de horror, de naufragios pavorosos y de viajes sin retorno.
¡Mar inmenso que en Gibraltar, más allá de las Columnas de Hércules, tiendes proceloso tu onda infinita de misterios infranqueables para los navegantes!.
¡La leyenda trágica llena tu espacio con el poder colectivo de las generaciones que así te han contemplado y el poeta escucha en la voz de tus olas inmensas el rumor de tus tragedias y el crujido de tus mundos sepultados!…
¡La Atlántida!, Ese vasto continente desaparecido que se tenía como un ensueño de poeta, una creación de la divina mente de Platón, y nada más, existió realmente.
“La intuición del poeta es la visión del genio”, el que la niega es porque no puede ver con su poder inmenso”.
“Los sabios sólo son grandes cuando llegan a ser poetas”, cuando sobreponiéndose al detalle, sienten las armonías que laten en el fondo de todo lo existente y que pueden arrebatarnos a esferas superiores”.
Así es como el autor de «Las Metamorfosis de las Plantas» pudo escribir su FAUSTO, el de la Filogenia alzar su Credo, HUMBOLDT hacer su Cosmos y PLATÓN el Divino, su TIMEO y su CRITIAS, como POE con su Eureka, poetas todos de la Vida Universal que no es sino el Hálito de lo oculto.
¿Ves ese mar que abarca la Tierra de polo a polo?, –le dice a Cristóbal Colón su Maestro– un tiempo fue el Jardín de las Hespérides. Aún arroja el Teide reliquias suyas, rebramando tremebundo cual monstruo que veía en campo de matanza.
Acá luchaban Titanes, allí florecían ciudades populosas… Hoy, en marmóreos palacios, congréganse las focas, y de algas se visten los prados donde pacían las ovejas.
- P. B. en las Estancias antropológicas, números 10, 11 y 12, dice textualmente lo siguiente:
“Así, de dos en dos, en las siete zonas, la tercera raza (los lemures) dio nacimiento a la cuarta (los atlantes)”.
“Los Suras o Dioses (Hombres perfectos) se convirtieron en Asuras, en No-Dioses (gente pecadora)”.
“La primera, en cada zona, era del color de la Luna; la segunda, amarilla como el oro; la tercera roja y la cuarta de color castaño que se tornó negro por el pecado”.
“Crecieron en orgullo los de la tercera y cuarta (subrazas atlantes) diciendo: “Somos los Reyes, somos los Dioses”.
“Tomaron esposas de hermosa apariencia de la raza de los “aún sin mente” o de “cabeza estrecha”, engendrando monstruos, demonios maléficos, hombres machos y hembras y también Kadosh con mentes pobres”.
“Construyeron templos para el cuerpo humano, rindiendo culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar su Tercer Ojo (el Ojo de la Intuición y de la Doble Vista)”.
“Fuegos internos habían destruido la Tierra de sus Padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la cuarta raza (la Atlántida)”…
“Las primeras grandes aguas vinieron y sumergieron a las siete grandes islas… Los buenos todos fueron salvados y los malos destruidos”…
“Pocos hombres quedaron: algunos amarillos, algunos de color castaño y negro y algunos rojos. Los del color de la Luna (los TUATH) habían desaparecido para siempre”.
“La quinta raza (la humanidad que actualmente puebla la faz de la Tierra, incluyendo a los mayas, incas, quichés, toltecas, nahuas, aztecas de la América pre-hispánica), gente toda producida del tronco Santo (el Pueblo elegido salvado de las aguas), quedó y fue gobernada por los primeros Reyes Divinos”.
“Las Serpientes (Dragones de la Sabiduría o Rishis) volvieron a descender e hicieron las paces con los hombres de la raza quinta, a quienes educaron e instruyeron”…
A continuación paso a transcribir la traducción de un manuscrito maya que es parte de la famosa colección de Le Plongeon, los manuscritos de Troano, y que pueden verse en el Museo Británico:
“En el año 6 de kan, el 11 muluc, en el mes de zac, ocurrieron terribles terremotos que continuaron sin interrupción hasta el 13 chuen. El país de las lomas de barro, la tierra de Mu, fue sacrificada”.
“Después de dos conmociones, desapareció durante la noche, siendo constantemente estremecida por los fuegos subterráneos que hicieron que la tierra se hundiera y reapareciera varias veces y en diversos lugares, Al fin, la superficie cedió y diez países se separaron y desaparecieron. Se hundieron 64 millones de habitantes 8.000 años antes de escribirse este libro”.
En los archivos antiquísimos del antiguo Templo de Lasha, Tíbet, puede verse una antigua inscripción caldea escrita unos 2.000 años antes de Cristo y que a la letra dice:
“Cuando la estrella Bal cayó en el lugar donde ahora sólo hay mar y cielo (el océano Atlántico), las siete ciudades con sus puertas de oro y templos transparentes temblaron y se estremecieron como las hojas de un árbol movidas por la tormenta”.
“Y he aquí que una oleada de fuego y de humo se elevó de los palacios; los gritos de agonía de la multitud llenaban el aire”.
“Buscaron refugio en sus templos y ciudadelas y el sabio Mu, el Sacerdote de Ra-Mu se presentó y les dijo: ¿No os predije esto? Y los hombres y las mujeres cubiertas con piedras precisas y brillantes vestiduras, clamaron diciendo”:
“¡Mu, sálvanos!” Y Mu replicó: “Moriréis con vuestros esclavos y vuestras riquezas, y de vuestras cenizas surgirán nuevas naciones. Y si ellos (refiriéndose a nuestra actual raza aria) se olvidan de que deben ser superiores no por lo que adquieren sino por lo que dan, la misma suerte les tocará”.
“Las llamas y el humo ahogaron las palabras de Mu y la tierra se hizo pedazos y se sumergió con sus habitantes en las profundidades del mar en unos cuantos meses”.
¿Y qué podrían ahora exclamar nuestros amables críticos ante estas dos historias, una del Tíbet oriental y otra de Meso-América que en forma específica relatan ambas la misma catástrofe?
Además de tan extraordinarias similitudes, si de verdad anhelamos más evidencias, es obvio entonces que debemos apelar a la Filología. Resulta palmario y manifiesto que el Viracocha peruano es ciertamente el Viraj, Varón Divino, Kabir o Logos de los hindúes, el Inca, palabra ésta que al escribirse con las sílabas invertidas puede leerse Caín (Sacerdote-Rey).
Por eso, no son de extrañar las infinitas conexiones intrínsecas que la Doctrina y los hechos de los primeros incas guardan con toda la Iniciación oriental.
Evidentemente, el gran historiador romano César Cantú liga sabiamente a los primeros incas con los mongoles o SHAMANOS antiquísimos, lo que equivale a decir que en eso de la inopinada presentación del Manú del Norte o Manco Cápac, y de su noble compañera (Coya o laco), se dio acaso la milagrosa circunstancia que inteligentemente nos hace notar H. P. B., relativa al fenómeno teúrgico de esos Seres puros o shamanos que suelen prestar su cuerpo físico a los Genios de los mundos suprasensibles con el evidente propósito de ayudar a la humanidad; portento éste que en modo alguno debe confundirse con el mediumnismo de tipo espiritista.
El inefable Tao chino es el mismo Deus latino, el Dieu francés, el Theos griego, el Dios español y también el TEOTL Náhuatl, azteca.
El Pater latino, incuestionablemente y en forma irrebatible, resulta ser el mismo Father inglés, el Vater alemán, el Fader sueco, el mismísimo Padre español y, por último, el Pa o Ba indo-americano.
La dulce Mater del latín, indubitablemente es la misma Matrusa, la Mere francesa, la Mother inglesa, la noble Madre española y también la Na o Maya en maya o quechua.
Extraordinarias similitudes lingüísticas que señalan e indican algo más que mera ostentación, pavonada o boato etimológico.
Al llegar a estas profundidades de la Etimología, alma de la Historia y una de las más poderosas claves de la Gnosis, jamás podríamos dejar de recordar aquella famosa frase del Idioma ritual maya que a la letra dice: ¡HELI, LAMAH ZABAC TANI! Y que los cuatro evangelistas interpretan esotéricamente en cuatro formas diferentes.
En forma extraordinaria el gran Kabir pronunció tal frase en la cumbre majestuosa del Calvario.
“Ahora hundirme en la pre-alba de tu Presencia” es indudablemente su sentido en idioma maya.
Incuestionablemente, el gran Hierofante Jesús aprendió el Naga y el Maya en el Tíbet oriental y esto está demostrado.
En el sagrado Monasterio de Lasha en el Tíbet, existe todavía un libro que textualmente dice lo siguiente:
“Jesús se convirtió en el más proficiente Maestro que haya estado sobre la Tierra”.
Un sabio escritor ha dicho:
“Está establecido históricamente que la Ciencia- Religión conocida por Cristo en Egipto, la India y el Tíbet, era Maya”.
“Existió un profundo Ocultismo Maya, conocido sin una duda por Cristo, quien eligió sus símbolos (mayas) como sustentación de sus ideas de amor fecundante”.
“Ya no puede suponerse casualidad que haya elegido a la cruz maya, a la trinidad y a los doce apóstoles, como así también, a otros muchos símbolos, para sustentar el inmenso sentido científico religioso de sus prédicas”.
Es ostensible que los mayas-atlantes trajeron su Religión a Meso-América.
Es indubitable que ellos colonizaron al Tíbet, Babilonia, Grecia, India, etc. No hay duda de que el lenguaje ritual del Kabir Jesús fue maya.
Todo esto puede explicarse integralmente merced al tronco atlante, común a los pueblos americanos y mediterráneo-semitas.
Las tribus de Anáhuac, como todas las otras tribus de Indo-América, vinieron de la Atlántida y jamás del Norte como suponen siempre algunos ignorantes ilustrados.
Aquellos intonsos que enfatizan la idea de que las tribus de Indo-América vinieron del Continente Asiático pasando por el famoso Estrecho de Bering, están absolutamente equivocados porque ni en Alaska ni mucho menos en el mencionado Estrecho existe el menor vestigio del paso de la Raza humana por ahí.
CAPÍTULO VIII LA SERPIENTE SAGRADA
En las Doctrinas religiosas de los gnósticos es donde puede verse mejor el verdadero significado del DRAGÓN (LUCIFER), de la Serpiente, del Chivo y de todos esos símbolos de los Poderes llamados ahora del mal.
JESÚS, EL GRAN KABIR, jamás hubiera aconsejado a sus discípulos que se mostrasen tan sabios como la Serpiente si ésta hubiera sido un símbolo del Demonio; ni tampoco los Ofitas, los sabios gnósticos egipcios de la FRATERNIDAD DE LA SERPIENTE, hubieran reverenciado a una culebra viva en sus ceremonias como emblema de la Sabiduría, la Divina Sophia.
La Serpiente azteca aparece infaliblemente en situaciones insólitas que trastornan completamente su determinismo orgánico: la cola, reemplazada por una segunda cabeza en actitudes extraordinarias, que al levantarse por encima del lodo de la tierra sirve de base para el desarrollo ígneo.
Continuamente, el cuerpo de la Víbora en las culturas de Anáhuac, se encuentra modificado por una acción inusitada que imprime un cambio radical a su naturaleza original.
Ora sea la doble cabeza que recuerda con entera claridad a la figura en círculo, en aquel trance gnóstico de devorar su propia cola, que es una síntesis extraordinaria del Mensaje maravilloso del Señor QUETZALCÓATL; ora la posición vertical que ilustra la idea MAYA o NÁHUATL de la Víbora divina devorándose al Alma y al Espíritu del hombre o en fin, las llamas sexuales consumiendo al Ego animal, aniquilándolo, reduciéndolo a cenizas.
La serpiente o Logos salvador inspira al hombre para que reconozca su identidad con el Logos y así retorne a su propia Esencia, que es ese LOGOS.
Las aguas del Abismo engendraron un viento impetuoso (similarmente, la Serpiente con su silbo); éste levantó a las aguas que llegaron a entrar en contacto con el Espíritu y la Luz. Y la Serpiente invadió a la materia caótica y engendró al hombre, mezcla así de los tres principios.
El único pensamiento de la Luz superior es poder recuperar a sus partículas perdidas.
Y como la Matriz caótica quiere y conoce sólo a la Serpiente, el Logos luminoso tomó su forma para rescatar a la Luz fundida en las tinieblas; para ello el Hombre Perfecto descendió al seno de una Virgen, y no sólo sufrió conociendo los misterios vergonzosos de la Matriz, sino que después se levantó y bebió de la Copa del Agua Viva que debe beber todo el que quiera despojarse de la forma de esclavo y vestir la Vestidura Celeste.
La Serpiente sagrada o Logos Salvador duerme acurrucada en el fondo del Arca, en acecho místico, aguardando el instante de ser despertada.
Quienes estudian Fisiología esotérica a lo Náhuatl o a lo Indostán, enfatizan la idea trascendental de un centro magnético maravilloso, ubicado en la base de la columna vertebral a una distancia media entre el orificio anal y los órganos sexuales.
En el centro del chakra hay un cuadrado amarillo invisible para los ojos de la carne pero perceptible para la clarividencia o sexto sentido; tal cuadrado representa, según los hindúes, al elemento tierra.
Se nos ha dicho que dentro del citado cuadrado existe un Yoni o Útero, y que en el centro del mismo se encuentra un Lingam o Phalus erótico en el cual se halla enroscada la serpiente, misteriosa energía psíquica llamada Kundalini.
Los Textos Tántricos del Asia describen a Kundalini así: “Luminosa como el relámpago, brillando en el hueco de este loto (o centro magnético) como una cadena de luces brillantes”.
La estructura esotérica de tal Centro magnético, así como su posición insólita entre los órganos sexuales y el ano, dan basamentos sólidos e irrefutables a las Escuelas Tántricas de la India y del Tíbet.
Es incuestionable que sólo mediante el SAHAJA-MAITHUNA (magia sexual) puede ser despertada la Serpiente.
Es ostensible que cuando la Víbora sagrada despierta para iniciar su marcha a lo largo del canal medular espinal del organismo humano, emite un sonido misterioso muy similar al de cualquier culebra azuzada con un palo.
Indubitablemente, la Serpiente de los grandes Misterios es el aspecto femenino del LOGOS, Dios-Madre, la Esposa de SHIVA, ISIS, ADONÍA, TONANTZÍN, REA, MARÍA, o mejor dijéramos, RAM-IO, CIBELES, OPS, DER, FLORA, PAULA, IO, AKKA, la gran Madre en sánscrito, la Diosa de los LHA, Lares o Espíritus de aquí abajo, la angustiada Madre de HUITZILOPOCHTLI, la AK o Diosa Blanca en turco, la MINERVA calcídica de los Misterios Iniciáticos, la AKA-BOLZUB del Templo lunar de CHICHEN-ITZÁ (Yucatán), etc., etc., etc.
Todavía conservamos un eco perdido de los Misterios antiguos en el crucero o planta transversal de las iglesias más gloriosas, tales como la de San Pablo en Roma, en vez de la primitiva forma de nave (la nave o arca salvadora del Diluvio Universal o catástrofe atlante, en la que arribaron a los actuales continentes todos los Noé, Quetzalcóatl, Xixuthro y Deucalión). Y por eso también como lugar sagrado en el hogar, se llamó “calcídico” al corredor interior que separaba a las demás habitaciones, en la casa griega, de las consagradas a los huéspedes, como puede verse en Vitrubio, en Procopio («De Aedificationem»), en Becchi («Det Calcidio e della Cripta di Eumachia») y en los demás tratados de construcción donde se haga historia de este crucero o efectiva y simbólica TAU de los deberes que la hospitalidad imponía entre los hombres.
La inserción del PHALO vertical dentro del Útero formal hace Cruz, y esto es algo que cualquiera lo puede verificar.
Si reflexionamos muy seriamente en esa íntima relación existente entre la S y la Tau, Cruz o T, llegamos a la lógica conclusión de que sólo mediante el cruzamiento del Lingam-Yoni (Phalo-Útero), con exclusión radical del orgasmo fisiológico, se puede despertar el Kundalini, la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes.
Los rayos de Zeus tempestuoso, el que amontona las nubes que hacen temblar al Olimpo y siembran el terror entre esta pobre humanidad doliente, forman Cruz.
El Fuego celeste y el Fuego terrestre, el Fohat potencial o virtual que compone o disgrega, engendra o mata, vivifica o desorganiza, hace Cruz.
Hijo del Sol que lo genera, servidor del hombre que lo libera y lo mantiene, el Fuego divino caído, decadente, aprisionado en la materia, determina revoluciones insólitas, extraordinarias, y dirige su redención. Es Jesús en su Cruz imagen maravillosa de la radiación ígnea encarnada en toda la Naturaleza.
Es el Agnus inmolado desde la Aurora del Gran Día, y es, también, el famoso Huehuetéotl, el Dios Viejo del Fuego, el cual se representa en la antigua cultura teotihuacana como un anciano cargado de años y que soporta sobre su cabeza milenaria un enorme brasero.
Incuestionablemente, el Dios del Fuego sexual representa a una de las más antiguas tradiciones de los pueblos MAYA y NÁHUATL, es la Deidad del centro en relación directa con los cuatro puntos cardinales de la Tierra, así como el brasero sagrado para encender la hoguera en el centro de la morada y del Templo azteca, y por eso es muy normal ver en los Hierofantes del Dios de la Llama la mística figura de la santa Cruz, que también se encuentra ornando los incensarios llamados Tlemaitl –manos de fuego– con que los Sacerdotes incensaban a los Dioses Santos.
Incuestionablemente Dios tan antiguo como éste, muy similar a AGNI, el deiduso védico del fuego, tiene también muy variadas advocaciones. Se le llama XIUHTECUTLI, cuyo hondo significado es: Señor del Año, Señor de la Hierba, Señor de la Turquesa, ya que esa palabra, Xihuitl, con una pronunciación un poco variada, incuestionablemente significa estas tres cosas y se le ve en los diversos panteones de Meso-América bajo esta advocación.
Representado tal deiduso así, en modo alguno resulta extraño que lleve en su cabeza una especie de mitra azul formada inteligentemente por un precioso mosaico de turquesas, que era característica muy especial de los poderosos Reyes de la gran Civilización mexicana.
Su Náhuatl o disfraz esotérico es la XIUHCÓATL o sea la Serpiente de Fuego (Kundalini), que se caracteriza porque lleva exactamente sobre la nariz un precioso cuerno decorado con siete estrellas inefables.
En la concepción nahua y maya, la svástica sagrada de los grandes Misterios estuvo siempre definida como la cruz en movimiento; es el NAHUI-OLLIN Náhuatl, símbolo sagrado del Movimiento Cósmico.
Las dos orientaciones posibles de la svástica representan claramente a los principios masculino y femenino, positivo y negativo de la naturaleza.
Dos swásticas de una y otra dirección, exactamente superpuestas, forman indubitablemente la Cruz potenzada, y en este sentido representan a la conjunción erótica de los dos sexos.
Según la Leyenda azteca, fue una pareja, un hombre y una mujer, los que inventaron el Fuego, y esto sólo es posible con la Cruz en movimiento.
INRI, Ignis Natura Renovatur Integram (El fuego renueva incesantemente a la Naturaleza).
CAPÍTULO IX LA CRUZ DE SAN ANDRÉS
Andrés, el eremita, pescador con humildad, servía al Christus Juan cuando entonces se convirtiera en discípulo del gran KABIR Jesús.
El Crístico Evangelio de la Humanidad Solar nos dice, en efecto, que al iniciar el Gran Ser su esotérica misión fue a CAFARNAUM, ciudad marítima de Galilea de la que el Profeta Isaías había dicho: “Pueblo que estaba en las tinieblas, vio una gran luz, y luz les nació a cuantos en sombra de muerte moraban en la Tierra” (Mateo IV, 16).
Yendo entonces el Logos Solar por la ribera del mar, del lago, tomó como discípulos primeros a los pescadores Pedro y Andrés, “para hacerlos pescadores de hombres” (Mateo IV, 19).
Andrés asistió a Jesús, el gran Sacerdote gnóstico, en la milagrosa pesca del lago GENESARET o Jainesareth –el simbólico lago Jinas– donde el Fuego sagrado realizara tantos portentos.
Escritas están con palabras de oro en el Libro de la Vida varias resurrecciones y milagros realizados por Andrés después de la muerte del gran Kabir.
Dice la leyenda de los siglos que en Nicea, izquierdos, tenebrosos y siniestros, merodeaban por ahí siete demonios que asesinaban a los viajeros. Ante el veredicto solemne de la opinión pública, Andrés, después de convertirlos en perros, les expulsó de todos esos contornos.
El extraordinario suplicio de Andrés, lleno de enigmas y portentos, hizo muy célebre a la Cruz en X, sobre la cual en forma despiadada había atado sus miembros separados.
Indubitablemente y sin exageración alguna, podemos y debemos afirmar solemnemente que esta X simbólica, que es ciertamente una K griega, fue, es y será siempre, uno de los símbolos más valiosos del esoterismo Crístico.
Muchas Hermandades místicas adoptaron el mágico signo de Andrés. X –Krestos–, el Pez, etc.
Ostensiblemente, Andrés fue específicamente aceptado por las esotéricas Fraternidades de Escocia. No está de más, en este «Mensaje de Navidad 1974-1975», afirmar en forma enfática que tales instituciones tienen al “cardo” como planta simbólica, y eso está demostrado.
Incuestionablemente, en Escocia existieron durante muchos siglos las diversas Fraternidades ocultistas; de San Andrés del Cardo.
Ostensiblemente, Andrés fue específicamente aceptado por las esotéricas Fraternidades de Escocia.
Se ha repetido muchas veces que hombres extraordinarios: Thomas de Kempis, Geber, Raimundo Lulio; Nicolás Flamel, Sendivogius, Alberto el Grande, Santo Tomás de Aquino, Wigelius, Roger Bacón, Mathia Kornax, Paracelso, Arnaldo de Villanova y muchos otros, fueron miembros activos de Fraternidades similares.
Si el inmaculado Cordero de Dios que borra los pecados del mundo carga la simbólica Cruz sobre su ORIFLAMA, como el Hierofante Jesús sobre su sangrante espalda, sosteniéndola valientemente con la pata, tal como se ve en algunas imágenes religiosas, es porque tiene el signo sagrado incrustado vivamente en la misma pata.
Quienes reciben al Espíritu inefable del Fohat sagrado, que lo llevan en sí y que son debidamente marcados por su signo glorioso, ciertamente y en nombre de la verdad, diremos que nada tienen que temer del fuego elemental.
Estos son los auténticos Hijos del Sol, los verdaderos discípulos de Elías, que tienen por guía al Astro de sus antepasados.
El signo de la Cruz, sublime monograma del Cristo Señor nuestro, del que la Cruz de San Andrés y la milagrosa Llave de San Pedro son dos réplicas maravillosas de igual valor alquimista y kabalista, es pues, la marca capaz de asegurar la victoria a los trabajadores de la Gran Obra.
En el cruzamiento central de la Cruz de Palenque está colocado el Árbol de la Vida de la Kábala hebraica; éste es un verdadero prodigio del antiguo México.
Indubitablemente, el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal y el Árbol de la Vida comparten sus raíces.
No olvidemos jamás que alrededor de la resplandeciente Cruz vista en el mundo astral por Constantino, aparecieron aquellas palabras proféticas que entonces gozoso hiciera pintar en su labarum: “In hoc signo vinces,” Vencerás por este signo.
La Cruz sexual –símbolo viviente del cruzamiento del Lingam-Yoni–, tiene la huella inconfundible y maravillosa de los tres clavos que se emplearon para inmolar al Cristo-materia, imagen de las tres purificaciones por el hierro y por el fuego, sin las cuales el Señor Quetzalcóatl en México no hubiera podido lograr la resurrección.
La Cruz es el jeroglífico antiguo, alquímico, del crisol (creuset), al que antes se llamaba en francés cruzol, crucible, croiset.
En latín, crucibulum, crisol, tenía por raíz, crux, crucis, cruz. Es evidente que todo esto nos invita a la reflexión.
Es en el crisol donde la materia prima de la Gran Obra sufre con infinita paciencia la Pasión del Señor.
En el erótico crisol de la Alquimia sexual muere el Ego y renace el Ave Fénix de entre sus propias cenizas.
INRI, IN REGIS RENASCOR INTEGER. En la muerte renace intacto y puro.
“Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, ¡Oh muerte! tu aguijón? ¿Dónde, ¡Oh sepulcro! tu victoria?”.
Roger Bacón, en su monumental obra titulada «Azoth» (libro por cierto muy similar al Azug de la poderosa sabiduría oriental) presenta en un grabado trascendental al primer estadio del proceso alquímico por medio de un cadáver descompuesto acostado en la retorta maravillosa de la Alquimia.
El resplandeciente Sol, la pálida Luna y los diversos mundos de nuestro Sistema Solar de Ors, con todos esos signos alquímicos que por naturaleza les corresponden, dominan íntegramente la escena.
Resulta extraño ver a aquel cadáver levantando la cabeza como queriendo resucitar de entre los muertos.
El negro cuervo de la ALQUIMIA SEXUAL separa la carne de los huesos mientras la Esencia anímica abandona el cuerpo.
Esta imagen del profano muerto, resucitando luego a la Iniciación, a lo Real, es, fuera de toda duda y sin ambages, un símbolo Osirio extraordinario.
“La carne abandona los huesos”. Litúrgica frase de las Fraternidades de San Andrés del Cardo y similares.
Aniquilación del querido Ego en el laboratorium oratorium del Tercer Logos es el hondo significado de las torturas de Andrés en la terrible X.
Terrorífica muerte indispensable que jamás realizarse podría con ningún fuego vulgar.
Obviamente y sin ningún arte, para esta labor se requiere la ayuda extra de un agente oculto, de un fuego secreto de tipo sexual, el cual, para dar una idea de su forma, se parece más a un agua que a una llama.
Este fuego, o esta agua ardiente, es la chispa vital comunicada por el Logos a la materia inerte, es el Fohat divinal encerrado en todo lo creado, el Rayo ígneo, el Kundalini, la Serpiente sagrada de la Sabiduría de Anáhuac, ascendiendo por el canal medular espinal del Adepto.
Conexión del Lingam-Yoni sin eyaculación del ENS SEMINIS es ciertamente la clave específica mediante la cual ADAM y EVA pueden despertar a la Serpiente de Saturno en su anatomía oculta.
Incuestionablemente, la lectura muy atenta de «Artephius» de Pontano y de la obra titulada «Epístola de Igne Philosophorum», resulta muy oportuna porque en esas páginas inmortales el lector podrá encontrar valiosas indicaciones sobre la naturaleza y las características completas de este “Fuego acuoso” o de esta “Agua ígnea”.
En los empedrados patios de los augustos y sagrados Templos de Anáhuac, los candidatos a la Iniciación humana y solar, hombres y mujeres, en mutuo intercambio de caricias, realizaban la conexión del Lingam-Yoni, retirándose luego del coito químico sin eyacular el Ens Seminis (la entidad del semen). Así lograban el despertar de la saturnina Serpiente.
La transmutación sexual del Ens Seminis en energía creadora es ciertamente el axioma fundamental de la Ciencia Hermética.
La bipolarización de este tipo extraordinario de energía dentro del organismo humano fue desde los antiguos tiempos analizada muy cuidadosamente en los Colegios Iniciáticos de México, Perú, Egipto, Yucatán, Grecia, India, Tíbet, Fenicia, Persia, Caldea, Troya, Cartago, etc., etc., etc.
El ascenso milagroso de la energía seminal hasta el cerebro se hace posible gracias a cierto par de cordones nerviosos que en forma de ocho se desenvuelven a derecha e izquierda de la espina dorsal.
En la Filosofía china este par de cordones son conocidos con los nombres de Yin y Yang, siendo el Tao el sendero del medio, el canal medular, la vía secreta por donde asciende la culebra.
Es obvio que el primero de estos canales es de naturaleza lunar; es ostensible que el segundo es de tipo solar.
Cuando los átomos lunares y solares hacen contacto en el Triveni, cerca del coxis, despierta la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes.
Los Kabalistas hebreos nos hablan del misterioso Daath que aparece en el Árbol de la Vida, al cual nunca se le asigna ni nombre divino ni hueste angélica de ninguna especie y que tampoco tiene ningún signo mundano, planeta o elemento.
Daath, el Sephirot secreto del misterio hebreo, se produce por la conjunción de ABBA, el Padre que está en secreto, y de AMA, la Madre suprema.
El Padre y la Madre, Osiris e Isis, están perpetuamente unidos en Yesod, el fundamento, el noveno Sephirot, el sexo, pero ocultos por el misterio de Daath o conocimiento Tántrico, el cual se procesa con el Sahaja Maithuna (magia sexual).
Entre estos dos aspectos bipolares de la Creación –nuestro Padre que está en secreto y nuestra Divina Madre Kundalini– se va tejiendo y destejiendo el Telar de la Vida.
Cuenta la leyenda de los siglos que cuando Sémele la madre de Dionisio, vio a Zeus, su divino amante, en forma divina como el rayo, ella se quemó y estalló dando nacimiento a su hijo prematuramente.
Ciertamente, nadie puede ver a Dios cara a cara sin morir. La muerte del mí mismo, del sí mismo, es indispensable antes de poder contemplar la faz resplandeciente del Anciano de los Días.
Así como la vida representa un proceso de gradual y siempre más completa exteriorización, o extraversión, igualmente la muerte del Ego es un proceso de interiorización graduativa en el que la conciencia individual, la Esencia pura, se despoja lentamente de sus inútiles vestiduras, al igual que Ishtar en su simbólico descenso, hasta quedar enteramente desnuda y despierta en sí misma ante la Gran Realidad de la Vida libre en su movimiento.
Indubitablemente, para que la Luz, que constituye la Esencia anímica embotellada ahora entre el Ego animal, comience a brillar, centellear y resplandecer, debe liberarse. Mas en verdad os digo que esto sólo es posible pasando por la terrible aniquilación buddhista: disolviendo al Yo, muriendo en sí mismos.
La energía sexual es ciertamente un poder tremendo, explosivo en alto grado, maravilloso. Aquél que aprenda a usar el arma erótica, la Lanza de los pactos mágicos, podrá reducir a polvareda cósmica al Yo de la Sicología.
No está de más afirmar solemnemente que la lanza como emblema ocultista de la fuerza sexual, viril, juega un gran papel en numerosas leyendas orientales por ser el instrumento de salvación y de liberación, que blandida inteligentemente por el asceta gnóstico le permite reducir a cenizas a todo ese conjunto de elementos indeseables que forman al Ego, al mí mismo, al sí mismo.
Longinos, en la Pasión de nuestro Señor el Cristo, desempeña el mismo papel esotérico que San Miguel y San Jorge. Incuestionablemente, Cadmo, Perseo y Jasón, hacen oficio similar entre los paganos.
Ensartar al Dragón o atravesar de un lanzazo el costado de Cristo, cual los Caballeros celestes o los Héroes griegos, suele ser algo profundamente significativo.
La Cruz de San Andrés y el Asta Santa alegorizan íntegramente a todo el trabajo de la aniquilación buddhista.
Y al citar con profunda veneración a la Cruz de San Andrés y a la Pica Santa, jamás cometeríamos el error imperdonable de olvidar al Santo Grial.
Las cráteras sagradas de todas las religiones representan al órgano sexual femenino de la generación y también de la regeneración y que corresponde ciertamente al Vaso cosmogónico de Platón, a la Copa de Hermes y de Salomón y a la Urna bendita de los antiguos misterios.
La madre de nuestra carne o la mujer de la serpiente es célebre en las tradiciones mejicanas que la representan caída de su estado primitivo de dicha y de inocencia.
Según los libros de Zoroastro, el primer hombre y la primera mujer fueron creados puros y sometidos a Ormuz, su Hacedor. Ahrimán los vio y se sintió celoso de su felicidad. Los abordó en forma de culebra, les presento unos frutos y los convenció de que era él mismo el creador del universo entero. Le creyeron, y desde entonces su naturaleza se corrompió totalmente.
Los monumentos y las tradiciones de los hindúes confirman la historia de Adán y Eva y de su caída. Esta tradición existe asimismo entre los buddhistas tibetanos y era enseñada por los chinos y los antiguos persas.
El pecado original es, pues, la raíz del Ego, la causa causarum del mí mismo, del sí mismo.
Las expiaciones que se celebraban entre diversos pueblos para purificar al niño a su entrada en esta vida constituyen de hecho un pacto de magia sexual.
En Yucatán, México, se llevaba al niño al templo, donde el Sacerdote derramaba sobre su cabeza el agua destinada al bautismo y le daba un nombre. En las Canarias, las mujeres desempeñaban esta función en lugar de los sacerdotes.
Adam y Eva aparecen siempre separados por el tronco del árbol paradisíaco. En la mayoría de los casos, la serpiente, enrollada en torno a aquél, se representa con cabeza humana.
Sólo mediante el pleno cumplimiento del pacto mágico-sexual del Sacramento del Bautismo es posible aniquilar al pecado original para retornar al Paraíso.
JACHÍN y BOAZ, URIM y THUMMIM, APOLO y DIANA, son ciertamente las dos columnas torales del Templo de la Sabiduría.
En medio de las dos columnas del Templo se encuentra el Arcano A.Z.F., la clave de la Gran Obra.
Goethe, adorando a su Divina Madre Kundalini, la Serpiente sagrada que asciende por el sendero Tao (la médula espinal), exclamaba lleno de éxtasis:
“Virgen pura en el más bello sentido,
madre digna de veneración,
reina elegida por nosotros
y de condición igual a los Dioses”…
Anhelando morir en sí mismo, aquí y ahora, aquél gran Iniciado, durante la cópula metafísica, después de haber comprendido en forma íntegra cualquier error psicológico, gritaba con todas las fuerzas de su alma:
“Flechas, traspasadme;
lanzas, sometedme;
mazas, heridme.
Todo desaparezca,
desvanézcase todo.
Brille la estrella perenne,
foco del eterno amor”.
Comprender y eliminar, he ahí la clave de la Cruz de San Andrés. Así es como vamos muriendo de instante en instante…
No es posible eliminar radicalmente un defecto psicológico sin antes haberlo comprendido íntegramente en todos los niveles de la mente.
Durante el coito químico, Devi Kundalini, nuestra Madre Cósmica particular, individual, puede y debe empuñar la Pica santa, el Asta de Minerva, la Lanza de Aquiles, el Arma de Longinos, para destruir al defecto psicológico que realmente hayamos comprendido.
“Pedid y se os dará, golpead y se os abrirá”.
Dice la leyenda de los siglos que el Señor Quetzalcóatl en vísperas de su caída, decía:
“Mis casas de ricas plumas, mis casas de caracoles, dicen que yo he de dejar”.
“Lleno entonces de alegría, mandó a traer a la reina, a la estera preciosa”.
“-Id y traed con vosotros a la reina Quetzalpetatl (la Eva de la Mitología hebraica), la que es deleite de mi vida, para que juntos bebamos, bebamos hasta embriagarnos”.
“Fueron los pajes hasta el Palacio de Tlamachuayan y de allí a la reina trajeron”.
“-Señora reina, hija mía, nos manda el rey Quetzalcóatl que te llevemos a él, quiere que con él goces”.
“Ella les responde: -Iré”.
“Cuando Quetzalpetatl llega, va a sentarse junto al rey; le dieron de beber cuatro veces y la quinta en honor de su grandeza”.
“Y cuando estuvo embriagada comenzaron a cantar los magos y se levantó titubeante el mismo rey Quetzalcóatl y le dijo a la princesa en medio de cantos: -Esposa, gocemos bebiendo de este licor”. (Se refiere al licor de la lujuria).
“Como estaban embriagados nada hablaban ya en razón”. (El lujurioso no entiende razones).
“Ya no hizo el rey penitencia, ya no fue al baño ritual, tampoco fue a orar al templo. Al fin el sueño les rinde. Y al despertar otro día, los dos se pusieron tristes, se les oprimió el corazón”.
(En la Mitología hebraica se dice que Adam y Eva también se pusieron muy tristes después de haber comido del fruto prohibido y fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales).
“Dijo entonces Quetzalcóatl: -Me he embriagado, he delinquido. Nada podrá ya quitar la mancha que he echado en mí. Entonces con sus guardianes se puso a cantar un canto. A la multitud que esperaba afuera, se le hizo esperar más”.
“Mortificado, lloroso, lleno de pena y angustia, al ver que sus malos hechos eran conocidos ya y sin que nadie lo consolara, ante su Dios se puso a llorar”.
(Esto es textual de la épica Náhuatl y nos invita a meditar).
Lo que a continuación prosigue es fácil colegir lo si leemos los siguientes versículos de la Biblia hebraica:
“Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado”. “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del Árbol de la Vida”. (Génesis 3, 23-24).
La huida de Quetzalcóatl, su salida misteriosa de la Tula paradisíaca, resulta ciertamente insólita, inusitada…
Dicen que entonces quemó todas sus casas de oro y plata y de conchas rojas y todos los primores del arte tolteca.
“Obras de arte maravillosas, obras de arte preciosas y bellas, todo lo enterró, todo lo dejó escondido allá en lugares secretos, o dentro de las montañas o dentro de los barrancos”.
“Riquísimo tesoro inagotable que posteriormente hubo de buscar y hallar. Riqueza esotérica escondida entre las entrañas de la tierra”.
Místicos párrafos de Anáhuac que sabiamente traducidos en términos gnósticos y alquimistas resultan superlativos.
Reducción metálica del Oro espiritual es la secuencia o corolario inevitable de toda caída sexual.
Cuando se hace alusión a las Obras de Arte maravillosas, a las Obras de Arte preciosas y bellas, conviene entonces que estudiemos entre líneas la gran Epístola Universal de Santiago, el bendito Patrón de la Gran Obra. (Véase la Biblia hebraica).
Enoch encontró el Tesoro escondido e imperecedero entre las montañas vivientes del monte Moria. Cada uno de nosotros debe buscar su Herencia perdida.
El Tesoro jamás se encuentra en la superficie de la Tierra, es necesario descender al Averno para hallarlo.
“VISITA INTERIORA TERRAE RECTIFICATUR INVENIES OCCULTUM LAPIDUM”. (Visita el interior de la tierra que rectificando encontrarás la piedra oculta).
Indubitablemente, la Piedra Filosofal y todas esas Gemas preciosas de la Jerusalem celestial, simbolizando virtudes y poderes cósmicos trascendentales, constituyen el Tesoro de Quetzalcóatl, nuestra riqueza íntima particular, que dejamos escondida al salir del Edén y que debemos buscar dentro de nosotros mismos aquí y ahora.
Ante el Árbol de la Vejez, el Señor vio su faz, y lleno de infinito dolor dijo: “Viejo soy”.
“Llegó otra vez a otro sitio y se puso a descansar, se sentó sobre una piedra y en ella apoyó las manos. Se quedó mirando a Tula y con esto se echó a llorar”.
“Lloraba con grandes sollozos, doble hilo de gotas cual granizo escurrían. Por su semblante rodaron las gotas y con sus lágrimas la roca perforó. Las gotas de su llanto que caían la piedra misma taladraron”.
“Las manos que en la roca había apoyado, bien impresas quedaron en la roca, cual si la roca fuera de lodo y en ella imprimiera sus manos. Igualmente sus posaderas, en la piedra en que estaba sentado bien marcadas e impresas quedaron. Aún se miran los huecos de sus manos allá donde se llama Temacpalco”.
En realidad STRICTO SENSU, en la Roca, en la Piedra, en el Sexo, subyace escondida la Electricidad sexual trascendente que lo mismo puede esclavizar que liberar al hombre.
Estas notas definitorias nos invitan a la reflexión… El fenómeno Quetzalcoatliano resulta siempre asombroso y de actualidad palpitante.
Ciertamente, no estamos haciendo aclaraciones semánticas, sólo queremos comentar el Mensaje Quetzalcoatliano por vía fenomenológica.
Dicen que el Bendito, después de haber sufrido mucho, llegó a un sitio que se llama Puente de Piedra.
“Agua hay en este lugar (el Ens Seminis), agua que se alza brotando, agua que se extiende y difunde”.
Los antropólogos modernos han interpretado en forma disímil y desaparejadamente errónea, nada saben sobre el esoterismo de Anáhuac. Desconocen el sentido religioso de estos cantos.
Aunque esto parezca IN TOTO ajeno al Gnosticismo, en el fondo no lo es y debemos poner gran énfasis en lo siguiente:
“El Bienaventurado volvió al camino que otrora había abandonado”.
Dicen que desgajó una roca e hizo un puente y por él pasó a la otra orilla. Así fue como el gran Avatara de los aztecas reanudó su camino y llegó a un sitio que se llama: “Agua de Serpientes”.
Los autores árabes dan a esta fuente el nombre de Holmat y nos enseñan, además, que sus aguas dieron la inmortalidad al profeta Elías. Sitúan a la famosa fuente en el Modhallan, término cuya raíz significa: “mar oscuro y tenebroso”, indicando con esto al “caos metálico”, esperma sagrado o materia prima de la Gran Obra.
Este conocimiento escapa a los normales análisis racionalistas. Se trata de enseñanzas de tipo Supra-racional que sólo pueden ser aprehendidas, capturadas, mediante el auxilio de un Gurú.
El “SERVUS FUGITIVUS” que nos hace falta es un “agua mineral y metálica”, sólida y cortante, con el aspecto de una piedra y de fácil licuefacción.
Esta agua coagulada en forma de masa pétrea es el Alkahest, el Disolvente universal, el Agua de Serpientes, el Alma metálica del esperma sagrado, el Mercurio de la Filosofía secreta, resultante maravilloso de la transmutación sexual.
Los sabios se mostraron siempre muy reservados con relación al Mercurio filosófico, cuyas fases sucesivas el operador inteligente puede dirigir a su gusto.
Si la técnica reclama cierto tiempo y demanda algún esfuerzo, como contrapartida es de una extremada simplicidad. No requiere pericia alguna ni habilidad profesional, sino sólo el conocimiento de un curioso artificio que constituye ese “secretum secretorum” que nosotros, los gnósticos, hemos ya divulgado públicamente: Conexión del Lingam-Yoni (Phalo-Útero) sin derramar jamás en la vida el Vaso de Hermes.
Karl Meagh dice: “Cuando en el período de la tensión muscular y antes de la inversión de las corrientes, surge la sensación de la eyaculación inminente, el fluido seminal será detenido echando la lengua tan atrás como sea posible y conteniendo la respiración”.
“Se recomienda, también, la contracción de los músculos del ano como si se estuviera practicando el ejercicio de concentración sobre el Muladhara chakra”.
El “alma metálica” del esperma es el Hermes, el Mercurio tintóreo que lleva en sí al “oro místico”, de la misma manera que San Cristóbal lleva a Jesús y el Cordero su propio vellón.
Fue así, mediante el Mercurio de la Filosofía secreta, como el bienaventurado Señor Quetzalcóatl regeneró al Oro en su alma y en su espíritu y en los cuerpos existenciales superiores del Ser.
Inútilmente intentan los tenebrosos hacer que el Bendito regrese al pasado pecaminoso.
“-De ningún modo me es ahora posible regresar –responde el Señor–, debo irme”.
“-¿Dónde irás Quetzalcóatl?”
“-Voy –les dijo– a la Tierra del color rojo, voy a adquirir saber”.
“Ellos le dicen: -¿Y allí qué harás?”
“-Yo voy llamado, el Sol me llama”.
“-Muy bien está, deja entonces la cultura tolteca”.
“Y el Bendito arrojó al agua sus bienes materiales –las cosas ilusorias de este mundo–, sus collares de gemas que al momento se hundieron. Desde aquel tiempo se llama aquel lugar: “Agua de ricos joyeles”.
“Avanza un punto más, llega a otro sitio que se llama: “Lugar en donde duermen”. (El Orco de los clásicos, el Limbus de los cristianos, aquí y allá, el sueño de la conciencia en este Valle de lágrimas)”.
“Allí sale a su encuentro un adepto de la mano izquierda y le dice: -¿Adónde vas?”
El Bendito contestó: “-Voy a la Tierra del color rojo, voy a adquirir Sabiduría”.
“-Muy bien, bebe este vino del olvido, yo he venido a traerlo para ti”.
“-No, no puedo, ni siquiera puedo un poco gustar”.
“-De fuerza habrás de beber. Tampoco yo puedo dejarte pasar ni permito que sigas tu camino sin que bebas. Yo tengo que hacerte beber y aún embriagarte. ¡Bebe pues!”
“Entonces Quetzalcóatl con una caña –pues era un Bodhisattva caído– bebió vino”.
“Y una vez que hubo bebido, cayó rendido del camino, comenzó a roncar en su sueño (durante muchas reencarnaciones, pasando por indecibles amarguras) y su ronquido se oía resonar desde muy lejos, cuando al fin (despertó conciencia nuevamente) miraba a un lado y a otro, se miraba a sí mismo y se alisaba el cabello. De esta razón el nombre de aquel sitio: “Lugar en donde duermen”.
“De nuevo emprendió el viaje, llegó a la cima que está entre el Monte Humeante –que simboliza al Lingam y a la Mujer Blanca que simboliza al Yoni– y allí, sobre él y sobre sus acompañantes que consigo llevaba, sus bufones, sus tullidos –sus agregados psíquicos o elementos inhumanos–, cayó la nieve y todos congelados se quedaron muertos”.
“Que la carne abandone los huesos” exclamaban los viejos alquimistas medievales durante el coito químico.
Esotéricos tormentos de las Fraternidades de San Andrés del Cardo. Indubitablemente, la Cruz en X es el símbolo maravilloso de la muerte de todos esos elementos inhumanos que en su conjunto constituyen el Ego, el Yo.
Alegórico suplicio de San Andrés, torturas espantosas en la Novena Esfera (región del sexo), remordimientos, aniquilación budhista.
Sólo es posible crear el Oro del Espíritu, o regenerarlo, aniquilando todos esos bufones, tullidos, agregados psíquicos, que personifican nuestros defectos.
“El Bendito ya cantaba, ya lloraba, y trabajaba con infinita paciencia en la Forja de los Cíclopes” (el sexo).
“Largamente lloró y de su pecho lanzaba hondos suspiros. Fijó la vista en la Montaña Matizada –la Montaña de la Resurrección– y a ella se encaminó. Por todas partes iba haciendo prodigios y dejando señales maravillosas de su paso” (como otrora los hiciera el gran Kabir Jesús en la Tierra Santa).
“Al llegar a la playa, hizo una armazón de serpientes –pues había logrado el desarrollo completo de los siete grados de poder del fuego– y una vez formada –completa– se sentó sobre ella y se sirvió de ella como de un barco”.
Esto nos recuerda a Gautama, el Buddha, sentado sobre una Serpiente al pie del Árbol Bodhi, la Higuera extraordinaria, símbolo magnífico de la potencia sexual.
Llovía y el agua formando poza, charca, amenazaba ahogarle, pero Gautama sentado sobre la culebra se sirvió de ella como un barco.
Las constantes que podemos entresacar de diversos textos nos hablan de la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, el aspecto femenino del Binah hebraico, la Esposa de Shiva, el Tercer Logos, el Espíritu Santo. Nuestra Madre cósmica particular, que mediante la eliminación de los elementos inhumanos que llevamos dentro, nos salva de las aguas tormentosas de la vida.
“El bendito Señor QUETZALCÓATL se fue alejando, se deslizó en las aguas –espermáticas del primer instante– y nadie sabe como llegó al lugar del color rojo”.
Incuestionablemente, el gran Kabir Jesús también llegó a la Tierra de color rojo cuando le vistieron de púrpura, poniéndole además una corona tejida de espinas.
Entonces le saludaron irónicamente, diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!” “Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias”.
Efectivamente, es en el crisol sexual, erótico, donde la materia prima de la Gran Obra, como el Cristo, sufre su pasión. Es en el crisol de la Novena Esfera donde muere para resucitar después purificada, espiritualizada, transformada.
En Caldea, los Zigurats, generalmente torres de tres pisos a cuya categoría perteneció la famosa Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura.
Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo.
En los sagrados Templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la Iniciación, un Maestro se acercaba a él y le murmuraba al oído esta frase misteriosa: “¡Acuérdate que Osiris es un Dios negro!”.
Evidentemente, éste es el color específico de las tinieblas, de las sombras sumerias, el del Diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunden totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo.
Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad.
Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la Sangre del Cordero (el Fuego sexual), serán siempre vestidos con vestiduras blancas…
En la Tierra sagrada de los faraones, Path, el Regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos.
Para la aplicación sistemática de nuestro punto de vista relacionado con los colores de la materia prima de la Gran Obra, es urgente e impostergable recordar a nuestros estudiantes gnósticos que antes de llegar a la Tierra del color rojo, Quetzalcóatl, el Cristo mexicano, pudo usar con pleno derecho la túnica amarilla.
El color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los Reyes sagrados de las Dinastías Solares se sucede siempre al amarillo…
Cuando el Bendito llegó a la Tierra del color rojo, ciñó sobre sus hombros la púrpura de los Reyes divinos y resucitó de entre los muertos.
Dicen que entonces se vio en las aguas como en un espejo (el espejo de la Alquimia). Su rostro era hermoso otra vez (regresó al Paraíso perdido). Se atavió con los más bellos ropajes y habiendo encendido una hoguera, en ella se arrojó (el Fuego sexual acabó totalmente con su Yo psicológico no quedando ni sus cenizas). Y las aves de ricos plumajes (las Aves del Espíritu) vinieron a ver cómo ardía: el pechirrojo, el ave de color de turquesa, el ave tornasol, el ave roja y azul, la de amarillo dorado y mil aves preciosas más.
“Cuando la hoguera cesó de arder (consumada la Gran Obra), se alzó su corazón y hasta los cielos llegó. Allí se mudó en estrella, y esa estrella es el Lucero del alba y del crepúsculo. Antes había bajado al reino de los muertos y tras siete días de estar allí, subió mudado en astro”.
El Iniciador nos presenta siempre al espejo de la Alquimia con una mano mientras sostiene con la otra al cuerno de Amaltea. A su lado vemos al Árbol de la Vida tan estudiado por los Kabalistas hebreos. El espejo simboliza siempre el comienzo de la Obra, el Árbol de la Vida indica su final y el cuerno de la abundancia el resultado.
Quetzalcóatl transformó al Diablo, la piedra bruta, material y grosera, en Lucifer, la Piedra angular de la Gran Obra, el Arcángel de la Luz, la Estrella de la Aurora.
El Diablo, la reflexión de nuestro Logos interior, fue la criatura más excelente antes de que cayéramos en la generación animal. “Blanquea el latón y quema tus libros” nos repiten todos los Maestros del Arte hermético.
El Bienaventurado, al pasar por las torturas de los Hermanos de la Fraternidad del Cardo, blanqueó al Diablo, lo tornó a su estado resplandeciente y primigenio.
Quien muere en sí mismo, aquí y ahora, libera a Prometeo encadenado y éste le paga con creces porque es un Coloso con potestad sobre los cielos, sobre la tierra y sobre los infiernos.
Lucifer-Prometeo, integrado radicalmente con todas las partes de nuestro Ser, hace de nosotros algo distinto, diferente, una exótica criatura, un Arcángel, una Potestad terriblemente divina…
No está de más recordar en este Tratado que cuando las santas mujeres entraron al sepulcro del Salvador del mundo, en vez del hombre que habían conocido, vieron a un ángel cubierto con una larga ropa blanca y se espantaron…
Escrito está:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”.
“Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como a vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
“Y le daré la Estrella de la Mañana” (Venus-Lucifer).
Enrique Khunrath, en su «Amphiteatrum Sapientae Aeternae» escribe: “Finalmente, cuando la obra haya pasado del color cenizoso al blanco puro y luego al amarillo, verás la Piedra Filosofal (el citado Arcángel), nuestro Rey –el Tercer Logos– elevado por encima de los dominadores, que sale de su sepulcro vítreo, se levanta de su lecho y acude a nuestro escenario mundano en su cuerpo glorificado, es decir, regenerado y pluscuamperfecto”.
Digamos, para aclarar, que el término “Piedra Filosofal” significa, según la lengua sagrada, “Piedra que lleva el signo del Sol”. Ahora bien, este signo solar viene caracterizado por el color rojo, el cual puede variar de intensidad.
Un viejo alquimista dice: “Lo que nosotros perseguimos con todos los filósofos, no es la unión de un cuerpo y un espíritu metálicos sino la condensación, la aglomeración de este espíritu en un envoltorio coherente, tenaz y refractario, capaz de arroparlo, de impregnar todas sus partes y de asegurarle una protección eficaz”.
“Esta alma, espíritu o fuego reunido (debidamente mezclado con Venus-Lucifer), concentrado y coagulado en la más pura, más resistente y más perfecta de las materias terrestres, es lo que llamamos nuestra piedra”.
“Y podemos certificar que toda empresa que no tenga a este espíritu por guía y a esta materia por base, jamás conducirá a la meta propuesta”.
CAPÍTULO X ANTROPOLOGÍA GNÓSTICA
Como quiera que los estudios gnósticos han progresado extraordinariamente en estos últimos tiempos, ninguna persona culta caería hoy, como antaño, en el error simplista de hacer surgir a las corrientes gnósticas de alguna exclusiva latitud espiritual.
Si bien es cierto que debemos tener en cuenta en cualquier sistema gnóstico sus elementos helenísticos orientales, incluyendo Persia, Mesopotamia, Siria, India, Palestina, Egipto, etc., nunca deberíamos ignorar a los principios gnósticos perceptibles en los sublimes cultos religiosos de los Nahuas, Toltecas, Aztecas, Zapotecas, Mayas, Chibchas, Incas, Quechuas, etc., etc., etc., de Indo América.
Hablando muy francamente y sin ambages diremos: La Gnosis es un funcionalismo muy natural de la conciencia, una “Philosophia perennis et universalis”.
Incuestionablemente, Gnosis es el conocimiento iluminado de los Misterios divinos reservados a una élite.
La palabra “Gnosticismo” encierra dentro de su estructura gramatical la idea de sistemas o corrientes dedicadas al estudio de la Gnosis.
Este Gnosticismo implica una serie coherente, clara, precisa, de elementos fundamentales verificables mediante la experiencia mística directa: La Maldición, desde un punto de vista científico y filosófico. El Adam y Eva del Génesis hebraico. El Pecado Original y la salida del Paraíso. El Misterio del Lucifer Náhuatl. La Muerte del Mí mismo. Los Poderes creadores. La esencia del Salvator Salvandus. Los Misterios sexuales. El Cristo Íntimo. La Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. El descenso a los Infiernos. El regreso al Edén. El Don de Mefistófeles.
Sólo las Doctrinas gnósticas que impliquen los fundamentos ontológicos, teológicos y antropológicos arriba citados, forman parte del Gnosticismo auténtico.
Pre-gnóstico es aquél que en forma concreta, evidente y específica, presenta algún carácter en cierta manera detectable en los sistemas gnósticos, pero integrado ese aspecto en una concepción “in toto” ajena al Gnosticismo revolucionario. Pensamiento que ciertamente no es y sin embargo es gnóstico.
Proto-gnóstico es todo sistema gnóstico en estado incipiente y germinal, movimientos dirigidos por una actitud muy similar a la que caracteriza a las corrientes gnósticas definidas.
El adjetivo “gnóstico” puede y hasta debe ser aplicado inteligentemente tanto a concepciones que en una u otra forma se relacionen con la Gnosis como con el Gnosticismo.
El término “gnostizante”, incuestionablemente se encuentra muy cerca a pre-gnóstico por su significación, ya que el vocablo, en realidad, “stricto sensu”, se relaciona con aspectos intrínsecos que poseen cierta similitud con el Gnosticismo Universal, pero integrados en una corriente no definida como Gnosis.
Establecidas estas aclaraciones semánticas, pasemos ahora a definir con entera claridad meridiana al Gnosticismo.
No está de más en este Tratado aclarar en forma enfática que el Gnosticismo es un proceso religioso muy íntimo, natural y profundo.
Esoterismo auténtico de fondo, desenvolviéndose de instante en instante con vivencias místicas muy particulares, con Doctrina y ritos propios.
Doctrina extraordinaria que fundamentalmente adopta la forma mítica y, a veces, mitológica.
Liturgia mágica inefable con viva ilustración para la conciencia superlativa del Ser.
Incuestionablemente, el conocimiento gnóstico escapa siempre a los normales análisis del racionalismo subjetivo.
El correlato de este conocimiento es la intimidad infinita de la persona, el Ser.
La razón de ser del Ser es el mismo Ser. Sólo el Ser puede conocerse a sí mismo.
El Ser, por lo tanto, se auto conoce en la Gnosis.
El Ser, revaluándose y conociéndose a sí mismo, es la Auto-Gnosis. Indubitablemente, ésta última, en sí misma, es la Gnosis.
El auto-conocimiento de Ser es un movimiento Supra-racional que depende de Él, que nada tiene que ver con el intelectualismo.
El abismo que existe entre el Ser y el Yo es infranqueable y, por esto, el Pneuma, el Espíritu, se reconoce y este reconocerse es un acto autónomo para el que la razón subjetiva del mamífero intelectual resulta ineficaz, insuficiente, terriblemente pobre.
Auto-Conocimiento, Auto-Gnosis, implica la aniquilación del Yo como trabajo previo, urgente, impostergable.
El Yo, el Ego, está compuesto por sumas y restas de elementos subjetivos, inhumanos, bestiales, que incuestionablemente tienen un principio y un fin.
La Esencia, la Conciencia, embutida, embotellada, enfrascada entre los diversos elementos que constituyen el mí mismo, el Ego, desafortunadamente se procesa dolorosamente en virtud de su propio condicionamiento.
Disolviendo al Yo, la Esencia, la Conciencia, despierta, se ilumina, se libera, entonces deviene como consecuencia o corolario el Auto-Conocimiento, la Auto-Gnosis.
Indubitablemente, la revelación legítima tiene sus basamentos irrefutables, irrebatibles, en la Auto-Gnosis.
La revelación gnóstica es siempre inmediata, directa, intuitiva; excluye radicalmente a las operaciones intelectuales de tipo subjetivo y nada tiene que ver con la experiencia y ensamble de datos fundamentalmente sensoriales.
La Inteligencia o Nous en su sentido gnoseológico, si bien es cierto que puede servir de basamento a la intelección iluminada, se niega rotundamente a caer en el vano intelectualismo.
Resultan palmarías y evidentes las características ontológicas, pneumáticas y espirituales de Nous (Inteligencia).
En nombre de la verdad declaro solemnemente que el Ser es la única real existencia, ante cuya transparencia inefable y terriblemente divina eso que llamamos Yo, Ego, mí mismo, sí mismo, es meramente tinieblas exteriores, llanto y crujir de dientes.
La Autognosis o reconocimiento auto gnóstico del Ser, dada la vertiente antropológica del Pneuma o Espíritu, resulta algo decididamente salvador.
Conocerse a sí mismo es haber logrado la identificación con su propio Ser divinal.
Saberse idéntico con su propio Pneuma o Espíritu, experimentar directamente la identificación entre lo conocido y lo cognoscente, es eso que podemos y debemos definir como Autognosis.
Ostensiblemente, esta develación extraordinaria nos invita a morir en sí mismos a fin de que el Ser se manifieste en nosotros.
Por el contrario, alejarse del Ser, continuar como Ego dentro de la herejía de la separatividad, significa condenarse a la involución sumergida de los Mundos Infiernos.
Esta reflexión evidente nos conduce al tema de la “libre elección” gnóstica. Incuestionablemente, el gnóstico serio es un elegido a posteriori.
La gnóstica experiencia permite al sincero devoto saberse y autorrealizarse íntegramente.
Entiéndase por Auto-Realización el armonioso desarrollo de todas las infinitas posibilidades humanas.
No se trata de datos intelectuales caprichosamente repartidos ni de mera palabrería insustancial de charla ambigua.
Todo lo que en estos párrafos estamos diciendo tradúzcase como experiencia auténtica, vívida, real.
No existe en las corrientes gnósticas el dogma de la predeterminación ortodoxa que nos embotellaría lamentablemente en una estrecha concepción de la Deidad antropomórfica.
Dios en griego es Theos, en latín Deus y en sánscrito Div o Deva, palabra ésta que se traduce como Ángel o Ángeles.
Aún entre los más conservadores pueblos semíticos, el más antiguo Dios de Luz, El o Ilu, aparece en los primeros capítulos del Génesis en su forma plural sintética de los Elohim.
Dios no es ningún individuo humano o divino en particular, Dios es Dioses. Él es el Ejército de la Voz, la Gran Palabra, el Verbo del Evangelio de San Juan, el Logos Creador, Unidad múltiple perfecta.
Auto conocerse y realizarse en el horizonte de las infinitas posibilidades, implica el ingreso o reingreso a la Hueste creadora de los Elohim.
Y ésta es la seguridad del gnóstico, el Ser se le ha descubierto íntegramente y sus esplendores maravillosos destruyen radicalmente toda ilusión.
La abertura del “Pneuma” o Espíritu divino del hombre encierra el total contenido Soteriológico.
Si se posee la Gnosis de los grandes Misterios arcaicos es porque al dinamismo revelador del Ser algunos hombres muy santos lograron aproximarse debido a su lealtad doctrinaria.
Sin una previa información sobre Antropología Gnóstica sería algo más que imposible el estudio riguroso de las diversas piezas antropológicas de las culturas azteca, tolteca, maya, egipcia, etc.
En cuestiones de Antropología profana –dispénsenme la similitud–, si se quiere conocer resultados, déjese en plena libertad a un mono, simio, mico o chango, dentro de un laboratorio y obsérvese el resultado.
Los Códices mejicanos, Papiros egipcios, Ladrillos asirios, Rollos del Mar Muerto, extraños Pergaminos, así como ciertos Templos antiquísimos, sagrados monolitos, viejos jeroglíficos, pirámides, sepulcros milenarios, etc., ofrecen en su profundidad simbólica un sentido gnóstico que definitivamente escapa a la interpretación literal y que nunca ha tenido un valor explicativo de índole exclusivamente intelectual.
El racionalismo especulativo, en vez de enriquecer al lenguaje gnóstico, lo empobrece lamentablemente ya que los relatos gnósticos, escritos o alegorizados en cualquier forma artística, se orientan siempre hacia el Ser.
Y es en este interesantísimo lenguaje semi-filosófico y semi-mitológico de la Gnosis en el que se presentan una serie de invariantes extraordinarias, símbolos con fondo esotérico trascendental que en silencio dicen mucho.
Bien saben los Divinos y los humanos que el silencio es la elocuencia de la Sabiduría.
Los caracteres que especifican claramente al Mito gnóstico y que mutuamente se complementan entre sí son los siguientes:
- Divinidad Suprema.
- Emanación y caída PLEROMÁTICA.
- DEMIURGO Arquitecto.
- PNEUMA en el Mundo.
- Dualismo.
- Salvador.
- Retorno.
La Divinidad Suprema gnóstica es caracterizable como AGNOSTOS THEOS, el Espacio abstracto absoluto. El Dios ignorado o desconocido. La Realidad Una de la cual emanan los Elohim en la aurora de cualquier Creación universal.
Recuérdese que PARANISHPANA es el Summum Bonum, lo Absoluto, y por lo tanto, lo mismo que Paranirvana.
Más tarde, todo cuanto al parecer existe en este Universo vendrá a tener real existencia en el estado de PARANISHPANA.
Incuestionablemente, las facultades de cognición humana jamás podrían pasar más allá del Imperio Cósmico del Logos Macho-Hembra, del Demiurgo creador, el Ejército de la Voz (el Verbo).
JAH-HOVAH, el PADRE-MADRE secreto de cada uno de nos, es el auténtico JEHOVÁ.
JOD, como letra hebrea, es el membrum virile (el Principio Masculino).
Eve, Heve, Eva, lo mismo que Hebe, la Diosa griega de la juventud y la Novia olímpica de Heracles, es el Yoni, el Cáliz divino, el Eterno Femenino.
El divino Rabí de Galilea, en vez de rendir culto al Jehová antropomórfico de la judería, adoró a su divino Macho-Hembra (Jah-Hovah), el Padre-Madre interior.
El Bendito, crucificado en el Monte de las Calaveras, clamó con gran voz diciendo: “-Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Ram-Io, Isis, su Divina Madre Kundalini, le acompañó en el Vía-Crucis.
Todas las Naciones tienen a su primer Dios o Dioses como andróginos. No podía ser de otro modo puesto que consideraban a sus lejanos progenitores primitivos, a sus antecesores de doble sexo, como Seres divinos y Dioses santos, lo mismo que hacen hoy los chinos.
En efecto, la concepción artificiosa de un Jehová antropomórfico, exclusivista, independiente de su misma obra, sentado allá arriba en su trono de tiranía y despotismo, lanzando rayos y truenos contra este triste hormiguero humano, es el resultado de la ignorancia, mera idolatría intelectual.
Esta concepción errónea de la Verdad, desafortunadamente se ha apoderado tanto del filósofo occidental como del religioso afiliado a cualquier secta desprovista completamente de los elementos gnósticos.
Lo que los gnósticos de todos los tiempos han rechazado no es al Dios desconocido, Uno y siempre presente en la naturaleza, o en la naturaleza “in abscondito”, sino al Dios del dogma ortodoxo, a la espantosa deidad vengativa de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente).
El Espacio abstracto absoluto, el Dios incognoscible, no es ni un vacío sin límites, ni una plenitud condicionada, sino ambas cosas a la vez.
El gnóstico Esoterista acepta la revelación como procedente de Seres divinos, las vidas manifestadas, pero jamás de la vida Una no manifestable.
La Deidad incognoscible es el Espacio abstracto absoluto, la raíz sin raíz de todo cuanto fue, es o ha de ser.
Esta Causa infinita y eterna hallase, por descontado, desprovista de toda clase de atributos. Es luz negativa, existencia negativa, está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.
El Mito gnóstico de Valentín, que en forma específica nos muestra a los treinta Aeones pleromáticos surgiendo misteriosos de entre el Espacio abstracto absoluto por emanaciones sucesivas y ordenadas en parejas perfectas, puede y debe servir como arquetipo modelo de un Mito monista que en forma más o menos manifiesta se encuentra presente en todo sistema gnóstico definido.
Este punto trascendental de la probolé se orienta clásicamente hacia la división ternaria de lo divinal: El Agnostos Theos (el Absoluto), el Demiurgo, el Pro-Padre, etc.
El mundo divinal, el ámbito glorioso del Pléroma, surgió directamente de la Luz negativa, de la Existencia negativa.
Finalmente, el Nous, Espíritu o Pneuma, contiene en sí mismo infinitas posibilidades susceptibles de desarrollo durante la manifestación.
Entre los límites extraordinarios del Ser y del no Ser de la Filosofía se ha producido la multiplicidad o caída.
El mito gnóstico de la caída de Sophia (la divina Sabiduría) alegoriza solemnemente a este terrible trastorno en el seno del Pléroma.
El deseo, la fornicación, el querer resaltar como Ego, origina el descalabro y el desorden, produce una obra adulterada que incuestionablemente queda fuera del ámbito divinal aunque en ella quede atrapada la Esencia, el Buddhata, el material psíquico de la humana criatura.
El impulso hacia la unidad de la vida libre en su movimiento puede desviarse hacia el Yo, y en la separación, fraguar todo un mundo de amarguras.
La caída del hombre degenerado es el fundamento de la Teología de todas las naciones antiguas.
Según Filolao, el pitagórico (siglo V antes de J.C.), los filósofos antiguos decían que el material psíquico, la Esencia, estaba enterrada entre el Yo como en una tumba, como castigo por algún pecado.
Platón testimonia también así, que tal era la doctrina de los órficos y que él mismo la profesaba.
El deseo desmedido, el trastrocamiento del régimen de la emanación, conduce al fracaso.
El querer distinguirse como Ego origina siempre el desorden y la caída de cualquier rebelión angélica.
El Autor del mundo de las formas es, pues, un grupo místico de creadores Macho-Hembras o Dioses dobles como Tlaloc, el Dios de las lluvias y de los rayos, y su esposa Chalchiuhtlicue, la de la falda de jade de los panteones maya, azteca, olmeca, zapoteca, etc., etc., etc.
En la palabra ELOJIM (Elohim) encontramos una clave trascendental que nos invita a la reflexión.
Ciertamente, Elojim, con J, se traduce como Dios en las diversas versiones autorizadas y revisadas de la Biblia.
Es un hecho incontrovertible, no solamente desde el punto de vista esotérico sino también lingüístico, que el término Elojim es un nombre femenino con una terminación plural masculina.
La traducción correcta, “stricto sensu”, del nombre Elohim, o mejor dijéramos Elojim, pues en hebreo la H suena como J, es Diosas y Dioses.
“Y el Espíritu de los principios masculino y femenino se cernía sobre la superficie de lo informe y la creación tuvo lugar”.
Incuestionablemente, una religión sin Diosas está a mitad del completo ateísmo.
Si queremos de verdad el equilibrio perfecto de la vida anímica debemos rendir culto a Elojim (los Dioses y las Diosas de los antiguos tiempos) y no al Jehová antropomórfico rechazado por el gran Kabir Jesús.
El culto idolátrico del Jehová antropomórfico en vez de a Elojim es ciertamente un poderoso impedimento para el logro de los estados conscientivos supra-normales.
Los antropólogos gnósticos, en vez de reír escépticos –como los antropólogos profanos– ante las representaciones de Diosas y Dioses de los diversos panteones azteca, maya, olmeca; tolteca, chibcha, druida, egipcio, hindú, caldeo, fenicio, mesopotámico, persa, romano, tibetano, etc., etc., etc., caemos prosternados a los pies de esas Divinidades, porque en ellas reconocemos al Elojim creador del universo. “Quien ríe de lo que desconoce está en el camino de ser idiota”.
La desviación del Demiurgo Creador, la antítesis, lo fatal, es la inclinación hacia el egoísmo, el origen real de tantas amarguras.
Indubitablemente, la conciencia egoica se identifica con Yahvé, el cual, según Saturnino de Antioquia, es un Ángel caído, el genio del mal.
La Esencia, la Conciencia embotellada entre el Ego, se procesa dolorosamente en el tiempo en virtud de su propio condicionamiento.
La situación, por cierto no muy agradable, repetida incesantemente en los relatos gnósticos del Pneuma, sometido cruelmente a las potencias de la ley, al mundo y al abismo, resulta demasiado manifiesta como para insistir aquí sobre ella.
Es evidente la debilidad e impotencia desconcertante del pobre mamífero intelectual, equivocadamente llamado hombre, al querer levantarse del lodo de la tierra sin el auxilio de lo divinal.
Existe por ahí un proverbio vulgar que reza así: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Sólo el Rayo ígneo, imperecedero, encerrado en la sustancia obscura, informe y frígida, puede reducir al Yo psicológico a polvareda cósmica para liberar a la Conciencia, a la Esencia.
Con palabras ardientes declaramos: Sólo el Hálito divino puede reincorporarnos en la Verdad. Sin embargo, esto sólo es posible a partir de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios.
La posesión específica de la Gnosis va siempre acompañada de cierta actitud de extranjería o extrañeza ante este mundo mayávico ilusorio.
El gnóstico auténtico quiere un cambio definitivo, siente íntimamente los secretos impulsos del Ser y de aquí su angustia, rechazo y embarazo, ante los diversos elementos inhumanos que constituyen al Yo.
Quien anhela perderse en el Ser carga la condena y el espanto ante los horrores del mí mismo.
Contemplarse como un momento de la totalidad es saberse infinito y rechazar con todas las fuerzas del Ser al egoísmo asqueante de la separatividad.
Dos estados psicológicos se abren ante el gnóstico definido:
A.- El del Ser, transparente, cristalino, impersonal, real y verdadero.
B.- El del Yo, conjunto de agregados psíquicos personificando defectos cuya sola razón de existir es la ignorancia.
Yo superior y yo inferior son tan sólo dos secciones de una misma cosa, aspectos distintos del mí mismo, variadas facetas de lo infernal.
Es pues, el siniestro, izquierdo y tenebroso Yo superior, medio o inferior, suma, resta y multiplicación continua de agregados psíquicos inhumanos.
El denominado Yo superior es ciertamente una triquiñuela del mí mismo, un ardid intelectual del Ego que busca escapatorias para continuar existiendo, una forma muy sutil de autoengaño.
El Yo es una obra horripilante de muchos tomos, el resultado de innumerables ayeres, un nudo fatal que hay que desatar.
La auto alabanza egoica, el culto al Yo, la sobre estimación del mí mismo, es paranoia, idolatría de la peor especie.
La Gnosis es revelación o develación, aspiración refinada, sintetismo conceptual, máximos logros.
Ostensiblemente, tanto en esencia como en accidente, Gnosis y Gracia son identificables fenómenológicamente.
Sin la Gracia divina, sin el auxilio extraordinario del Hálito sagrado, la Auto-Gnosis, la autorrealización íntima del Ser, resultaría algo más que imposible.
Auto salvarse es lo indicado y esto exige plena identificación del que salva y de lo que es salvado.
Lo Divino, que habita en el fondo del alma, la auténtica y legítima facultad cognoscente, aniquila al Ego y absorbe en su PARUSÍA a la Esencia y, en total iluminación, la salva. Este es el tema del Salvator Salvandus.
El gnóstico que ha sido salvado de las aguas, ha cerrado el ciclo de las amarguras infinitas, ha franqueado el límite que separa al ámbito inefable del Pléroma de las regiones inefables del universo, se ha escapado valientemente del Imperio del Demiurgo porque ha reducido al Ego a polvareda cósmica.
El paso a través de diversos mundos, la aniquilación sucesiva de los elementos inhumanos, afirma esta reincorporación en el sagrado Sol Absoluto y entonces, convertidos en criaturas terriblemente divinas, pasamos más allá del bien y del mal.
CAPÍTULO XI MÉXICO-TENOCHTITLÁN
Tenochtitlán ciertamente tiene una explicación muy clara y sencilla, desprovista de inútiles artificios: “Lugar del Tenochtli, nopal de tuna dura”.
El cactus tradicional, en la dura roca nacido, es un glifo muy antiguo de los misterios arcaicos, el signo mágico y místico de la ciudad.
México, etimológicamente viene de la raíz “Metztli” (luna) y “Xictli” (ombligo o centro).
México, palabra clásica precolombina, se puede y hasta se debe traducir así: “La ciudad que está en medio del lago de la luna”.
No está de más en este tratado recordar el hecho de que el vecino pueblo de los otomíes siempre designaba a esta señorial ciudad por el doble nombre de “Anbondo Amadetzana”.
El término “bondo”, en riguroso otomí, quiere decir “nopal”; “amadetzana” significa “En medio de la luna”.
El águila triunfante posada sobre el nopal, devorando una serpiente, el escudo de armas de los Estados Unidos Mexicanos, no es más que la traducción fiel del glifo arcaico que otrora designara a la gran Tenochtitlán.
Aun en la cima de la gloria, los antiguos mexicanos nunca olvidaron que su metrópolis, imponente y maravillosa, había sido establecida en los pantanos por una tribu humilde y subestimada. Cierta leyenda muy antigua, que se pierde en la noche de los siglos, refiere cómo los ancianos descubrieron con gran asombro “intollihtic inacaihti” “dentro del tutelar, dentro del carrizal”, a ciertos vegetales y criaturas animales que el Dios Huitzilopochtli les había anunciado: el sauce blanco, la rana color de esmeralda y el pez blanco, etc.
“En cuanto vieron esto lloraron al punto los ancianos, y dijeron: “-De manera que es aquí donde será (nuestra ciudad), puesto que vimos lo que nos dijo y ordenó Huitzilopochtli”.
“Pero a la noche siguiente el Dios llamó al Sacerdote Cuauhcoatl (Serpiente-Águila) y le dijo: “-¡Oh Cuauhcoatl!, habéis visto ya y os habéis maravillado con todo lo que hay en el carrizal!¡Oíd, empero!, Que hay algo más que no habéis visto todavía. Idos incontinentes a ver el Tenochtli, en el que veréis se posa alegremente el águila… Allí estaremos, dominaremos, esperaremos, nos encontraremos con las diversas gentes, pecho y cabeza nuestros. Con nuestra flecha y escudo nos veremos con quienes nos rodean, a todos los que conquistaremos… Pues ahí estará nuestro poblado, México-Tenochtitlán, el lugar en que grita el águila, se despliega y come, el lugar en que nada el pez, el lugar en que se desgarra la serpiente, y acaecerán muchas cosas”.
Cuauhcoatl, el ministro del Altísimo, embriagado de éxtasis, de inmediato reunió a los mexicanos en el ágora para comunicarles la Palabra del Señor.
Y los jóvenes y las mujeres todas, y los ancianos y los niños, desbordantes de júbilo le siguieron a los pantanos, entre las plantas acuáticas y los carrizos y, de pronto, algo insólito sucede, el asombro es general, descubren la señal prometida, el águila rebelde posada sobre el nopal en pleno festín macabro, tragándose una serpiente. Fue en tales instantes de admiración y dicha cuando el Lucifer Náhuatl clamó con gran voz, diciendo: “-¡Oh! Mexicanos, allí estaré”.
“Inmediatamente lloraron por esto los mexicanos y dijeron: “¡Merecimos alcanzar nuestro deseo!”
“-Hemos visto y nos hemos maravillado de donde estará nuestra población. Vámonos y reposemos”.
Estudiados muy juiciosamente todos estos párrafos de enjundioso contenido, pasaremos de inmediato a un análisis de fondo.
Incuestionablemente, la Serpiente es el símbolo esotérico de la sabiduría y del conocimiento oculto.
La Serpiente ha sido relacionada con el Dios de la Sabiduría desde los antiguos tiempos.
La Serpiente es el símbolo sagrado de Thoth o Taut… y de todos los Dioses santos como Hermes, Serapis, Jesús, Quetzalcóatl, Buddha, Tlaloc, Dante, Zoroastro, Bochica, etc., etc., etc.
Cualquier adepto de la Fraternidad Universal Blanca puede ser figurado debidamente por la gran “Serpiente” que ocupa un lugar tan notorio entre los símbolos de los Dioses, en las piedras negras que registran los beneficios babilónicos.
Esculapio, Plutón, Esmun y Kneep, son todas las deidades con los atributos de la Serpiente, dice Dupuis. Todos son sanadores, dadores de la salud espiritual y física y de la iluminación.
Los brahmanes obtuvieron su cosmogonía, ciencia y artes de culturización, por los famosos “NAGA-MAYAS”, llamados después “DANAVAS”.
Los NAGAS y los BRAHMANES usaron el símbolo sagrado de la Serpiente emplumada, emblema indiscutiblemente mexicano y maya.
Los Upanishad contienen un Tratado sobre la Ciencia de las Serpientes, o lo que es lo mismo, la Ciencia del Conocimiento oculto.
Los NAGAS (serpientes) del Buddhismo esotérico, son hombres auténticos, perfectos, autorrealizados, en virtud de su conocimiento oculto, y protectores de la ley del BUDDHA por cuanto interpretan correctamente sus doctrinas metafísicas.
La corona formada por un áspid, el Thermutis, pertenece a Isis, nuestra Divina Madre Kundalini particular, individual, pues cada uno de nos tiene la suya.
Kundalini, la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes, enroscada dentro del centro magnético del coxis (base de la espina dorsal), es luminosa como el relámpago.
El gran Kabir Jesús de Nazareth jamás habría aconsejado a sus discípulos que fuesen tan sabios como la serpiente si ésta última hubiera sido un símbolo del mal…
No está de más recordar que los ofitas, los sabios gnósticos egipcios de la “Fraternidad de la Serpiente”, nunca hubieran adorado a una culebra viva en su Liturgia, como emblema de Sophia (Sabiduría), si ese reptil hubiese estado relacionado con las potencias del mal.
La Serpiente, como deidad femenina en nosotros, es la Esposa del Espíritu Santo, nuestra Virgen Madre llorando al pie de la Cruz sexual con el corazón atravesado por siete puñales es Stella Maris, la Estrella del Mar, Marah, María, o mejor dijéramos Ram-Io, la Serpiente de fuego ascendiendo victoriosa por la médula espinal del adepto, es nuestro propio Ser pero derivado, que el águila, el Tercer Logos, debe devorar.
Los viejos sabios de la tierra sagrada del Mayab, desde la noche profunda de los siglos, enfatizaron siempre la idea trascendental de los banquetes de la culebra; necesitamos ser tragados por la Serpiente.
Resulta oportuno citar aquí a Tonantzín, nuestra Divina Madre Kundalini particular, individual, la “Mujer-Serpiente”, “Dios-Madre”.
La clásica Medea de Anáhuac, el anverso de la medalla, es Coatlicue, la Serpiente que aniquila al Ego antes del festín.
La saturnina Serpiente no come nada inmundo; ella, la divina Esposa de Cronos, sólo devorarse puede principios anímicos y espirituales, cuerpos gloriosos, fuerzas, facultades, etc.
En nombre de la verdad debemos formular el siguiente enunciado: “Sin excepción específica particular, ningún iniciado, ni aún siquiera aquellos, que según la tradición esotérica occidental alcanzaron el grado de “adeptus exemptus”, podría gozar de los poderes de la Serpiente sin haber sido previamente devorado por la misma”.
No basta lograr el ascenso de la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes a lo largo del canal medular espinal, de chakra en chakra; resulta urgente, inaplazable, impostergable, ser devorados por la culebra… Sólo así nos convertiremos en algo distinto, diferente.
En el libro magistral de De Bourbourg, VOTAN, el semidiós mexicano, al narrar su expedición, describe un pasaje subterráneo que seguía su curso bajo tierra y terminaba en la raíz de los cielos, añadiendo que este pasaje era un agujero de sierpe, de culebra, y que él fue admitido en él porque él mismo era un “Hijo de las Sierpes”, o sea, una Serpiente. (Alguien que había sido devorado por la Serpiente).
“Los sacerdotes asirios llevaban siempre el nombre de su Dios. También los druidas de las regiones celto-británicas se llamaban serpientes. “Soy una serpiente, soy un druida”, exclamaban”.
“El Karnak egipcio es hermano gemelo del Carnac británico, significando éste último el Monte de la Serpiente”.
De Bourbourg indica que los jefes con el nombre de Votan, el Quetzalcóatl o deidad Serpiente de los mexicanos, son los descendientes de Cam y Canaán. “Yo soy Hivim”, dicen ellos.
“Siendo un Hivim, soy de la gran Raza del Dragón (Serpiente). Yo mismo soy una Serpiente, pues soy un Hivim”.
Al candidato al adeptado le esperan siempre espantosas luchas, terribles batallas contra sus propias pasiones animales personificadas en los múltiples agregados psíquicos, o elementos inhumanos, que debe reducir a polvareda cósmica mediante el auxilio especial de la Mujer-Serpiente.
Las grutas de los Rishis, las mansiones de Tiresias y de los videntes griegos, fueron modeladas con arreglo a las de los NAGAS, los “Reyes Serpientes” que moraban en cavidades de las rocas, bajo tierra. El adepto victorioso se convierte en un Hijo de la Serpiente, y en una Serpiente que debe ser tragada por el Águila del Espíritu (el Tercer Logos).
Cronos-Saturno es Shiva, el Primogénito de la Creación, el Ser de nuestro Ser, el Archihierofante y el Archimago, el Águila de Anáhuac.
La Mitología griega considera a Cronos como uno de los Dioses más antiguos; un verdadero creador de Dioses.
Saturno-Cronos, el Águila rebelde, se traga a la Culebra para transformarnos en Dioses.
En este mito encontramos nuevamente la idea trascendental de que quien da la Vida es también el dador de la Muerte.
Incuestionablemente, Saturno, con su hoz, se convierte fácilmente en la Muerte con su guadaña. Si el germen no muere, la planta no nace; si la serpiente no fuese tragada por el Águila saturnina, nunca seríamos Dioses.
Hablando sobre Saturno, dice Ovidio: “Cronos fue un antiquísimo Rey divino del Lacio que ocupó en el campo de Roma el monte que por él se llamó Janículo”. Otros aseguran que reinó en Etruria y nosotros en Umbría. El primer templo que se alzó en Italia le fue consagrado.
Macrobio dice de él que fue el propio Dios Saturno, quien desterrado del cielo por su hijo Júpiter, bajó a vivir entre los hombres y, expulsado de Creta, recibió hospitalidad en Italia, donde enseñó la agricultura, artes y ciencias. Dícese de Cronos-Saturno que fundó también la Ciudad Saturniana en el monte Tarpeyo, o sea, en el Capitolio.
Muchos le consideran (Cicerón 2, «De Natura Deorum») como el “Chaos Theos”, el Seno de donde salen todas las cosas y a donde han de volver, porque esto es lo que quiere decir su nombre, como Dios del Tiempo y del Año, razón por la cual ha sido asimilado al nombre de EO (IO).
La JANA, YANA, JNANA o GNOSIS, es la ciencia de Saturno, o sea, la ciencia del conocimiento Iniciático, la ciencia de Enoichion o Vidente.
Empero, se hace necesario aclarar que en ninguno de estos párrafos anteriores hemos hecho alusión a determinado Regente Planetario, Nazana o KABIR en particular. Sólo hemos querido referirnos específicamente al Saturno Íntimo, el divino Augoeides, el Logoi individual, el Águila de cada uno de nos.
Incuestionablemente, la culebra devorada por el águila se convierte, de hecho y por derecho propio, en Serpiente emplumada.
Jesús, el gran Kabir, fue una Serpiente emplumada, lo mismo que Moisés, Dante, el Santo Lama, el Buddha, Quetzalcóatl y muchos otros Hierofantes.
Los Yoguis indostanes hablan con infinita reverencia sobre el matrimonio divino Shiva-Shakti, el doble principio creador “masculino-femenino”.
Ometecuhtli, el Señor (el Águila) y Omecihuatl, la Señora (la Serpiente), se encuentran plenamente manifestados en la Serpiente emplumada. Cuauhcoatl (Serpiente-Águila), alto Sacerdote de nuestro bendito Dios Huitzilopochtli, ostensiblemente era un iluminado.
No está de más recordar que la Serpiente emplumada es el resultado de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, plenamente simbolizados por las espinas del nopal.
Serpiente, Águila, nopal, piedra filosofal, agua del gran lago, extraordinarios basamentos esotéricos de la gran Tenochtitlán.
El códice Azcatitlan alegoriza inteligentemente a los principios de la vida mexicana en Tenochtitlán en un cuadro que muestra a unos pescadores en canoa, ocupados en la dura brega, tratando de pescar entre juncos y aves acuáticas.
Vanos utopistas, que en modo alguno valdría la pena citar, suponen en forma absurda que todo esto pasaba en el año 1325 de nuestra era.
Parafraseando en forma socrática, diremos: Los ignorantes ilustrados no solamente ignoran sino, además, ignoran que ignoran.
Bien saben los Dioses de Anáhuac que la fundación de la gran Tenochtitlán se esconde entre la noche profunda de los innumerables siglos que nos precedieron en el curso de la Historia.
Los humildes fundadores de la poderosa civilización solar, México-Tenochtitlán, dedicaban la mayor parte de su precioso tiempo a la pesca y a la caza de aves acuáticas.
Es claro que aquellas gentes sencillas no tenían mejor aspecto que los demás “salvajes lacustres” ante la altiva mirada de los vecinos habitantes urbanos de Culhuacán, Azcapotzalco y Texcoco.
Sus armas eran la clásica red de todos los tiempos, tan necesaria para la pesca, y el famoso lanza dardos tan indispensable para cazar aves en el lago.
El pueblo mexicano veneraba y honraba a los Dioses santos: Ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines y serafines del cristianismo.
Resulta en verdad muy oportuno mencionar aquí a algunas Deidades:
Atlahua, “el que lleva el atlatl”.
Amimitl, proviene etimológicamente de “mitl”, flecha, y “atl”, agua.
Opochtli, el “zurdo”. Tradúzcase así: “El que lanza las flechas con la mano izquierda”.
Los Devas indostanes, Malachim hebraicos, Dioses de Anáhuac, ángeles del cristianismo, son los principios espirituales de las fuerzas maravillosas de la naturaleza.
Nadie puede controlar en forma absoluta a esas fuerzas naturales, a menos de poseer la Quinta Iniciación calificada del mundo causal, que es la de un adepto.
Es indispensable haber sido aceptado por los príncipes del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra. Es urgente haber realizado a la ultérrima naturaleza espiritual de las Fuerzas naturales, antes de convertirnos en Reyes auténticos de los elementos universales. Suplicar es diferente. Las Sagradas Escrituras dicen: “Pedid y se os dará, golpead y se os abrirá”.
Los ATLACA CHICHIMECAS se prosternaban ante los Dioses santos (los ángeles del cristianismo) y la respuesta jamás se hacía esperar.
Dichosos se sintieron los mexicanos cuando pudieron comprar a sus vecinos de tierra firme, maderas, tablas y piedras para edificar su ciudad.
Tal compra se realizó mediante el sistema de trueque, cambiando materiales útiles por peces, renacuajos, ranas, camaroncillos, culebras acuáticas, moscas acuáticas, gusanillos laguneros, patos, pájaros que viven en el agua, etc., etc., etc.
Con infinita humildad, sencillez y pobreza, edificaron un templo al arcángel Huitzilopochtli, el real fundador de México-Tenochtitlán.
El tabernáculo aquél ciertamente era bien pequeño, muy de acuerdo con sus posibilidades económicas. Establecidos en tierra extranjera, entre juncos y carrizos, es obvio que estas gentes no disponían de piedra y madera suficiente.
Cuenta la leyenda de los siglos que el recuerdo de aquella época, humilde y grandiosa a la vez, se conmemoraba una vez al año durante las fiestas del mes ETZALQUALIZTLI.
El AYAUHCALI o primer oratorio dedicado a nuestro Señor Huitzilopochtli, fue levantado un poco al noroeste de la actual catedral metropolitana, y aproximadamente a trescientos metros en idéntica dirección del centro de la plaza de la constitución que hoy se llama zócalo.
Los sucesivos soberanos mexicanos, ciertamente no ahorraron esfuerzo alguno al hacer para el bienaventurado arcángel Huitzilopochtli una casa de devoción digna de él, pero siempre sobre el mismo terreno o lugar sacratísimo escogido por el Bendito.
Incuestionablemente, alrededor de ese centro magnético tan singular, surgieron, reinado tras reinado, palacios, pirámides, santuarios, etc., etc., etc.
No está de más aseverar con gran énfasis que la aparición del águila y de la serpiente acaeció a Cuauhcoatl y a su gente en el mismo lugar donde después fue construido el templo del santo Dios Huitzilopochtli.
Hablando muy francamente y sin ambages, declaramos que la gran Tenochtitlán es, ante todo, el Templo.
En el teocali (casa de Dios) se resume y concentra totalmente el motivo fundamental de la ciudad, del pueblo y del estado.
Centro magnético maravilloso descansando sublime en el suelo firme, rocoso. Isla hermosa en medio de las aguas cristalinas de los pantanos; exótico lugar en una amplia bahía de la laguna legendaria.
Muchas ciudades y aldeas resplandecían bajo la luz del sol en aquellas costas: Azcapotzalco y Tlacopan al oeste, Coyoacán al sur, Tepeyacac al norte, etc.
Los mexicanos hubieron de adaptar a su servicio gran número de islas pequeñas, bancos de arena y fango, etc.
Con gran industria e infinita paciencia, aquel pueblo anfibio hubo de empezar por crear el suelo acumulando lodo sobre balsas de juncos, ahondar muchísimos canales, terraplenar muy bien las orillas y construir por aquí, por allá y acullá calzadas y puentes.
Fue así como surgió la gran Tenochtitlán, centro maravilloso de una poderosa civilización serpentina.
CAPÍTULO XII EL CATACLISMO FINAL
Incuestionablemente, la Piedra del Sol, el famoso calendario azteca, es una síntesis perfecta de ciencia, filosofía, arte y religión.
Tonátiuh, el Verbo de San Juan, el Logos o Demiurgo creador del universo, con su lengua triangular de fuego, es el Niño de Oro de la Alquimia sexual, el Sol espiritual de la Media Noche, el Águila que asciende, el resplandeciente Dragón de Sabiduría, y se representa por el brillante astro que nos da vida, luz y calor. Decorado a la manera Náhuatl aparece glorioso en el centro de la gran piedra solar.
A los lados del “gran rostro” aparecen sus manos armadas de garras de águila estrujando humanos corazones.
En cuestiones de esoterismo trascendental, bien saben los “MM”. el hondo significado del saludo con la garra.
Alrededor de la figura del Verbo mejicano se puede ver cincelada en grandes dimensiones a la fecha “4 temblor”, día en el que ha de concluir nuestro actual quinto sol por el fuego y los terremotos.
En los rectángulos maravillosos del signo “temblor” están esculpidas las fechas en las que perecieron los soles anteriores.
Los “hijos del primer sol” (los andróginos divinos de la primera raza), que otrora vivieran felices en la Isla de Cristal, perecieron devorados por los tigres. (Recuérdese lo que sobre el citado felino hemos dicho en este tratado).
Los “hijos del segundo sol” (la segunda raza de la tierra de Apolo), los hiperbóreos, fueron arrasados por fuertes huracanes.
Los “hijos del tercer sol” (los hermafroditas lemures), las multitudes de la raza tercera que antes vivieran en el continente lemúrico situado en el océano Pacífico, perecieron por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos.
Los “hijos del cuarto sol”, la cuarta raza, (los atlantes), cuya tierra estaba situada en el océano Atlántico, fueron tragados por las aguas.
Quienes hayan estudiado a fondo el sermón profético del gran Kabir Jesús y la segunda epístola de Pedro a los romanos, indubitablemente habrán de inclinarse reverentes ante el tono severo de la Piedra solar.
Michel de Nostradamus, vidente extraordinario, insigne astrólogo, quien vivió entre los años 1503 y 1566 en Francia, dice:
“En el año 1999, en el séptimo mes, vendrá del cielo un gran Rey de terror”. (Véanse los dos primeros versos de la Centuria 10-72).
Según los cálculos astronómicos sólo habrá en este siglo XX dos eclipses totales de sol: Uno el 4 de febrero de 1962 y otro en agosto de 1999.
La horripilante perturbación en la órbita y en el movimiento del planeta Tierra, explicada científicamente por el propio vidente Nostradamus, se deberá a la aproximación de otro astro que durante 7 días aparecerá como otro sol. El Apocalipsis de San Juan cita a tal astro bautizándolo con el nombre de Ajenjo (amargura).
Planeta gigantesco al que hacemos referencia con el nombre de Hercólubus. Muchos le llaman “planeta frío”, otros le denominan “planeta rojo”; incuestionablemente es mucho más grande que Júpiter, el gigante colosal de nuestro sistema solar.
“A un eclipse de sol –dice Nostradamus– sucederá el más oscuro y tenebroso verano que jamás existió desde la creación hasta la pasión y muerte de Jesucristo, y desde ahí hasta ese día, y esto será en el mes de octubre, cuando se producirá una gran traslación de tal modo que creerán que la Tierra ha quedado fuera de su órbita y abismada en las tinieblas eternas”.
Jesús, el gran Kabir, dijo:
“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se obscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias del cielo serán conmovidas”.
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la Tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gloria”.
“Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan la hojas, sabéis que el verano está cerca”.
“Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”.
“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
“Pero el día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos sino sólo mi Padre”.
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”.
“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca”.
“Y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”.
“Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado”.
“Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”…
“Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no dejaría minar su casa”.
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?”
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su Señor venga, le halle haciendo así”.
“De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
“Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi Señor tarda en venir, y comenzare a golpear a sus consiervos, y aún a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Isaías XIII, 6-13, dice: “Por lo cual haré estremecer los cielos; y la Tierra se moverá de su lugar por causa del furor del Señor de los ejércitos y por causa del día de su ardiente ira. Porque las estrellas del cielo y sus astros no lucirán con su luz”.
Isaías XXIV, 19-21: “La Tierra se tambaleará como un hombre ebrio; será descoyuntada; caerá y nunca más se levantará”.
San Pablo, EP. 2, 11, 3-4: “Antes de la segunda venida de Jesús vendrá la apostasía, el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se levantará sobre todo lo que se llama Dios, o se adora; se asentará como Dios, en el templo de Dios, queriendo parecerse a Dios”.
San Pedro, EP. 2, III, 4-10: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo se desharán, y la Tierra y todas las obras que hay en ella se quemarán”.
Joel, III, 15-16: “El sol y la luna se oscurecerán y las estrellas perderán su esplendor; y los cielos y la tierra se estremecerán”.
San Juan, Apocalipsis, VI, 12-17: “Hubo un gran temblor de tierra; y el sol se oscureció y la luna tornose como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la Tierra como cuando la higuera echa de sí sus higos verdes, sacudida por un viento fuerte; y el cielo retirose, los muertos y las islas moviéronse de sus lugares; y los reyes de la Tierra, y los ricos, se escondieron en las cavernas y rocas de los montes y decían: “Caed sobre nosotros y ocultadnos de la ira del Cordero; porque es llegado el gran día de su ira”.
San Juan, Apocalipsis, XX, 12-13: “Y vi los muertos grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y abriéronse los libros; y abriose otro libro que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras; y el mar dio los muertos que en él había; y la muerte y el infierno dieron los muertos que en ellos había; y fueron juzgados según sus obras”.
San Juan, Apocalipsis, XXI, 1-5: “Vi un cielo nuevo y una nueva tierra; porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existía. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí que renuevo todas las cosas”.
Dicho está en el Apocalipsis que en el fin de este mundo aparecerá el anticristo (la ciencia materialista). La Bestia, la Gran Ramera, la Humanidad entera cuyo número fatal es 666, y el Diablo que los engañaba (el intelectualismo ateísta), el falso profeta que hace milagros y prodigios engañosos, bombas atómicas, cohetes espaciales, aviones ultrasónicos, etc., fueron lanzados dentro del lago de fuego y azufre en las entrañas de la tierra.
El Libro de los Libros del Chilam Balam, joya sagrada del pueblo maya, dice textualmente lo siguiente:
“El 13 Ahau Katun es el decimotercero que se cuenta: Cabal IX Bach, Chachalaca-poblado; Kinchil Coba, Chachalaca-de-rostro-solar, es el asiento del decimotercero Katun”.
“Se ennegrecerá el ramillete de los señores de la Tierra por la universal justicia de Dios Nuestro Señor”.
“Se volteará el sol, se volteará el rostro de la luna; bajará la sangre por los árboles y las piedras; arderán los cielos y la tierra por la palabra de Dios Padre, del Dios Hijo y del Dios Espíritu Santo. Santa Justicia, Santo Juicio de Dios Nuestro Señor”.
“Nula será la fuerza del Cielo y de la Tierra cuando entren al cristianismo las ciudades grandes y los pueblos ocultos, la gran ciudad llamada Maax, Mono, y también la totalidad de los pequeños pueblos en toda la extensión del país llano de Maya Cusamil Mayapan, Golondrina-maya-su-lugar Estandarte-venado”.
“Será el tiempo en que se alcen los hombres de dos días (los homosexuales y lesbianas) en el rigor de la lascivia; hijos de ruines y perversos, colmo de nuestra perdición y vergüenza”.
“Dedicados serán nuestros infantes a la Flor de Mayo y no habrá bien para nosotros”.
“Será el origen de la muerte por la mala sangre al Salir la Luna, y al entrar la Luna llena acontecerá la sangre entera. También los astros buenos lucirán su bondad sobre los vivos y sobre los muertos”.
Melquisedec, el Genio de la Tierra, el Rey del Mundo, hizo en el Tíbet la siguiente profecía:
“Los hombres (o, mejor dijéramos los mamíferos racionales), cada vez más olvidarán sus almas para ocuparse sólo de sus cuerpos. La mayor corrupción va a reinar sobre la Tierra”.
“Los hombres se asemejarán a las bestias feroces, sedientos de la sangre de sus hermanos”.
“La Media Luna se apagará cayendo sus adeptos en la guerra perpetua. Caerán sobre ellos las mayores desgracias y acabarán luchando entre sí”.
“Las coronas de los reyes, grandes y pequeños, caerán: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, estallará una terrible guerra entre todos los pueblos”.
“Los océanos rugirán…, la tierra y el fondo de los mares se cubrirán de osamentas…, desaparecerán reinos, morirán pueblos enteros…, el hambre, la enfermedad, crímenes no previstos en las leyes, no vistos ni soñados aún por los hombres”.
“Vendrán entonces los enemigos de Dios y del Espíritu Divino los cuales yacen en los propios hombres. Aquellos que levanten la mano sobre otro perecerán también”.
“Los olvidados, los perseguidos, se erguirán después y atraerán la atención del mundo entero”.
“Habrá espesas nieblas, tempestades horribles. Montañas hasta entonces sin vegetación se cubrirán de florestas”.
“La Tierra toda se estremecerá… Millones de hombres cambiarán las cadenas de la esclavitud y las humillaciones por el hambre, la peste y la muerte”.
“Las carreteras se llenarán de multitud de personas caminando al ocaso de un lado para otro”.
“Las mayores, las más bellas ciudades, desaparecerán por el fuego… Uno, dos, tres… De cada diez mil hombres sobrevivirá uno, el cual quedará desnudo, destituido de todo el entendimiento, sin fuerzas para construir su vivienda o buscar alimentos. Y estos hombres sobrevivientes aullarán como lobos feroces, devorarán cadáveres, y mordiendo su propia carne, desafiarán a Dios para combate”.
“La Tierra toda quedará desierta y hasta Dios huirá de ella… Sobre la Tierra vacía, la noche y la muerte”.
“Entonces yo enviaré un pueblo desconocido hasta ahora (el Ejército de Salvación Mundial), el cual, con mano fuerte arrancará las malas hierbas del terreno del cultivo y del vicio y conducirá a los pocos que permanecen fieles al espíritu del hombre en la batalla contra el mal”.
“Fundarán una nueva vida sobre la Tierra purificada por la muerte de las naciones”.
Esta profecía es aceptada por los gnósticos, los cuales la interpretan como el fin de la Edad Negra o Kali-Yuga; después, según ellos, habrá una nueva civilización y una nueva Cultura.
Santa Odelia, aquella princesa alemana nacida en el año 660, quien con acierto profetizara la Alemania de Hitler y la Segunda Guerra Mundial, mencionó para el final del Kali-yuga a “extraños monstruos surgiendo de los mares y esparciendo el terror”.
“Se verán prodigios en el oriente: una gran nube negra esparcirá la desolación”..
Mother Shipson, la famosa vidente del siglo XV, nacida en Inglaterra, predijo en su época cosas que ciertamente produjeron asombro. Veamos algunas de sus predicciones:
AUTOMÓVILES Y FERROCARRILES: “Carros sin caballos correrán y accidentes llenarán al mundo de dolor”.
RADIOTELEGRAFÍA: “Los pensamientos irán alrededor del mundo en el tiempo de abrir y cerrar de ojos”.
SUBMARINOS: “Debajo del agua los hombres se moverán, irán viajando, dormirán y conversarán”.
AVIONES: “Veremos a los hombres en el aire, en blanco, negro y verde”.
GRAN CATÁSTROFE MUNDIAL: “El Mundo llegará a su fin en 1999”.
El gran Kabir Jesús dijo: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el Cielo, ni el Hijo, sino el Padre”.
“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la Casa (ni en qué fecha, ni en qué año) si al anochecer, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la mañana”.
“Para que cuando venga de repente no os halle durmiendo (es decir, con la conciencia dormida).
“Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: “Velad” (despertad conciencia).
Los tiempos del fin han llegado y el gran incendio universal se encuentra demasiado cerca…
Resulta oportuno citar algunos versículos extraordinarios del Corán:
“Entre los signos que deben preceder a la llegada de la hora postrera, se halla el que la Luna se partirá en dos. Pero a pesar de ello los incrédulos no darán crédito a sus ojos”.
(Es incuestionable que en modo alguno se trata de una división geológica de nuestro vecino satélite. Interprétese tal profecía de Mahoma en el sentido político y militar. Desde el año 1980 obsérvense los movimientos del Islam; sólo así podremos comprender lo que ha de acaecer a los adeptos de la Media Luna).
“Cuando se toque la trompeta por primera vez, cuando la tierra y las montañas sean llevadas por los aires y machacadas de un solo golpe, cuando el cielo se desgarre y caiga en pedazos, ese día será el día inevitable”.
(Ya hemos explicado anteriormente los efectos que la visita del Planeta Hercólubus ha de producir en nuestro mundo Tierra; indubitablemente éste sufrirá violentamente los diferentes cambios profetizados por Mahoma en el Corán).
“¡El golpe que es! será en Día del Juicio Final. Quienes tengan obras que pesen en la balanza, tendrán una vida agradable. Quienes ligeras, tendrán por morada la fosa ardiente”. (Los mundos infiernos).
“Cuando la tierra tiemble con ese temblor que le está reservado… Cuando haya vomitado a los muertos que reposan en sus entrañas…, el hombre se preparará para ser juzgado”.
“El sol será desgarrado, las estrellas caerán, las montañas serán puestas en movimiento y terminarán estrellándose contra el suelo. El cielo estallará en mil pedazos y los mares y ríos confundirán sus aguas. Las tumbas se entreabrirán y resucitarán los muertos. Los que hayan practicado el bien tendrán la felicidad sin límites; pero los réprobos serán también castigados sin mesura”. (Véase el Corán).
En el mundo causal yo contemplaba con asombro místico a la Gran Catástrofe que se avecina, y como quiera que esa es la región de la música inefable, la visión fue ilustrada con la corriente del sonido.
Cierta deliciosa sinfonía trágica resonaba entre los fondos profundos del cielo de Venus.
Aquella partitura asombraba, en general, por su grandeza y majestad, por la inspiración y belleza de su traza, por la pureza de sus líneas y por el colorido y matiz de su sabia y artística ilustración dulce y severa, grandiosa y terrorífica, dramática y lúgubre a la vez…
Los trozos melódicos fragmentarios (leitmotiv) que se oyeron en el mundo causal, en las diferentes situaciones proféticas, son de gran potencia expresiva y están continuamente relacionados con el gran acontecimiento y con los sucesos históricos que inevitablemente le precederán en el tiempo…
Hay, en la partitura de esa gran Opera Cósmica, fragmentos sinfónicos relacionados con la tercera Guerra Mundial; sonoridades deliciosas y funestas, sucesos horripilantes, bombas atómicas, radioactividad espantosa en toda la Tierra, hambre, destrucción total de las grandes metrópolis, enfermedades desconocidas, revoluciones de sangre y aguardiente, dictaduras insoportables, ateísmo, materialismo, crueldad sin límites, campos de concentración, odios mortales, multiplicación de fronteras, persecuciones religiosas, mártires místicos, bolcheviquismo execrable, anarquismo abominable, intelectualismo desprovisto de toda espiritualidad, pérdida completa de la vergüenza orgánica, drogas, alcohol, prostitución total de la mujer, explotación infame, nuevos sistemas de torturas, etc., etc., etc.
Entremezclados con un arte sin precedentes, se escucharon escalofriantes temas relacionados con la destrucción de las poderosas metrópolis del mundo: París, Roma, Londres, Nueva York, Moscú, etc., etc., etc.
Nostradamus, en célebre carta dirigida a Enrique II dice: “Cuando el sol quede completamente eclipsado pasará en nuestro cielo un nuevo y colosal cuerpo celeste que será visto en pleno día, pero los astrólogos (refiriéndose a los famosos astrónomos de hoy y del futuro) interpretarán los efectos de este cuerpo de otro modo (muy a la moderna). Por esta mala interpretación ninguno tendrá provisiones para las fases de penurias (alusión a la Gran Catástrofe)”.
Nostradamus, médico, astrólogo y clarividente iluminado incluye en sus predicciones el asunto ése de la revolución de los ejes de la Tierra mas no indica una fecha exacta, adecuada, de cuándo sucedería; sin embargo, lo conecta con el doble eclipse que tendrá lugar en el año 1999.
Indubitablemente, habrá una conjunción extraordinaria bajo el signo zodiacal de Capricornio que dejará sentir su influencia desde 1984 concluyendo en el año 1999.
La gran Maestra H. P. B. predijo, hace muchos años ya, que habría un levantamiento mundial para fines del presente siglo.
Juan, el evangelista, dice: “Cuando los pájaros de acero desoven los huevos de fuego; cuando los hombres dominen los aires y crucen los fondos de los mares; cuando los muertos resuciten; cuando descienda fuego de los cielos y los hombres de los campos no pudieran alcanzar las ciudades y los de las ciudades no pudieran huir hacia los campos; cuando extraños aparatos se vieran en el cielo y cosas extravagantes fueren vistas desde la Tierra”…
“Cuando criaturas, jóvenes y viejos tuvieren visiones, premoniciones e hicieran profecías; cuando los hombres se dividieran en nombre del Cristo, cuando el hambre, la sed, la miseria, la dolencia y los cementerios sustituyan a las poblaciones de las ciudades”…
“Cuando hermanos de sangre se maten entre sí y las criaturas adoren a la bestia…, entonces los tiempos son llegados”.
El apóstol San Pablo en su Epístola a los Tesalonicenses I Cap V, 20-21, advierte: “No menospreciéis las profecías, examinad todo, retened lo bueno”.
La Historia cíclica de la humanidad se abre en el capítulo VI del Génesis con el relato del Diluvio Universal (la sumersión del continente atlante), y concluye en el XX del Apocalipsis, en las llamas ardientes del Juicio Final.
Moisés, salvado de las aguas embravecidas de la vida, escribió el primero; San Juan, figura extraordinaria de la exaltación solar, cierra el Libro Sagrado con los sellos del fuego y del azufre…
A partir de esto, y pese a su aparente universalidad y a la terrorífica y prolongada acción de los elementos desencadenados, estamos convencidos de que el gran cataclismo que se avecina no actuará igualmente en todas partes ni en toda la extensión de los continentes y mares. Algunas tierras privilegiadas abrigarán a los hombres, mujeres y niños del Ejército de Salvación Mundial.
Allí, durante algún tiempo, aquellas almas selectas serán testigos del duelo espantoso del agua y del fuego.
El doble Arco iris anunciará el encanto de una nueva edad de oro después de la Gran Catástrofe.
Virgilio, el gran poeta de Mantua, Maestro del Dante florentino, dijo: “Ya llegó la edad de oro y una nueva progenie manda”.
Sabemos, por otra parte, hasta qué punto la Biblia es superior a los otros libros. Incuestionablemente, a pesar de ser la Biblia el libro eterno, inmutable, el libro cíclico por excelencia, en ninguno de sus versículos se ha dicho que el año 1999 sea precisamente el de la Gran Catástrofe.
Sin embargo, y a pesar de ignorarse todavía la fecha exacta de la pavorosa catástrofe que se avecina pues sólo el Padre conoce el día y la hora, sabemos por experiencia directa que “los tiempos del fin ya llegaron y que estamos en ellos”…
Nuestra intención no es emprender aquí una refutación contra los partidarios de tal fecha, sólo queremos decir que en la Biblia, a pesar de contener en sí misma la revelación de toda la historia humana, más acá y más allá, incluso de los propios anales de los pueblos, jamás se dijo que en el año 1999 perecería la Raza Aria (la presente humanidad).
Sin embargo, los eruditos en modo alguno pueden ignorar que en la Biblia está la narración “in extenso” del periplo que efectúa cada gran generación cíclica.
La humanidad ya está completamente madura para el castigo supremo; el fin de esta humanidad vergonzosa se acerca…
El análisis kabalístico demuestra que en los números dos (2), cinco (5), cero (O), cero (O) se encierra el secreto de la Gran Catástrofe. Quien tenga entendimiento que entienda porque aquí hay sabiduría.
Desgraciadamente, las gentes jamás saben penetrar en el hondo significado de ciertas cantidades Kabalísticas; es lamentable que todo lo interpreten literalmente.
Es preciso aguardar con sangre fría la hora suprema, del castigo para muchos y del martirio para algunos.
“Y, ante todo, debéis saber –dice Pedro– cómo en los postreros días vendrán, con sus burlas, escarnecedores, que viven según sus concupiscencias y dicen: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que murieron los padres todo permanece igual desde el principio de la creación?”.
“Pero vendrá el día del Señor –en fecha que sólo el Padre conoce– como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán y asimismo la Tierra con las obras que en ella hay”.
CAPÍTULO XIII PARAÍSOS E INFIERNOS
“¡Oh, bienaventurado MIXCOATL, bien mereces ser loado en cantares, y bien mereces que tu fama viva en el mundo, y que los que bailan en los areitos te traigan en la boca, en rededor de los arrabales y tamboriles de Huejotzingo para que regocijes y aparezcas a tus amigos los nobles y generosos, tus parientes!”
“¡Oh, glorioso mancebo!, digno de todo loor, que ofreciste tu corazón al sol, limpio como un sartal de zafiros, otra vez tornarás a brotar, otra vez tornarás a florecer en el mundo, vendrás a los areitos, y entre los tambores y tamboriles de Huejotzingo, aparecerás a los nobles y varones valerosos, y te verán tus amigos”. (Sahagún, 11, 140).
“Cuantos morían en la guerra, o en el altar del sacrificio, iban a la casa del sol. Todos andaban unidos en una inmensa llanura. Cuando el sol va a aparecer, cuando es tiempo de que salga, empiezan ellos, entonces, a lanzar gritos de guerra, hacen resonar los cascabeles que llevan en los tobillos y a golpear sus escudos”.
“Si su escudo está perforado por dos o por tres flechas, por aquellas hendeduras pueden contemplar el sol; pero aquellos cuyo escudo no tiene abertura alguna no pueden mirar al sol”.
“Cuantos cayeron muertos entre magueyes y cactus, entre espinosas acacias, y cuantos han ofrecido sacrificios a los Dioses, pueden contemplar al sol, pueden llegar hasta él”.
“Cuando han pasado cuatro años se mudan en bellas aves: colibríes, pájaros moscas, aves doradas con huecos negros alrededor de los ojos; o en mariposas blancas relucientes, en mariposas de fino pelambre, en mariposas grandes y multicolores, como los vasos de beber, y andan libando allá en el lugar de su reposo, y suelen venir a la tierra y liban en rojas flores que asemejan sangre: la eritrina, la paisentía, la carolínea, la caliandra”. (Épica Náhuatl).
“Dijeron los viejos que el sol los llama para sí, y para que vivan con él allá en el cielo, para que le regocijen y canten en su presencia y le hagan placer”.
“Estos están en continuos placeres con el sol, viven en continuos deleites, gustan y chupan el olor zumo de todas las flores sabrosas y olorosas, jamás sienten tristeza ni dolor, ni disgusto, porque viven en la casa del sol, donde hay riquezas de deleites”.
“Y éstos de esta manera que mueren en las guerras, son muy honrados acá en el mundo, y esta manera de muerte es deseada de muchos”.
“Muchos tienen envidia a los que así mueren, y por esto todos desean esta muerte, porque los que así mueren son muy alabados”. (Sahagún, 11, 140).
Enigmáticos poemas solares…, verdades trascendentales que la Antropología profana desconoce.
Mucho se ha hablado sobre Makara el “escamoso”, el famoso Dragón volador de Medea.
En el Museo Británico puede verse todavía un ejemplar de Dragón halado, y con escamas.
El gran Dragón sólo respeta y venera a las Serpientes de Sabiduría. Es lamentable que los asiriólogos ignoren en verdad la condición del Dragón en la antigua Caldea.
El signo maravilloso del Dragón tiene, ciertamente, siete significados esotéricos.
No está de más afirmar en forma enfática que el más elevado es idéntico al “Nacido por sí”, el Logos, el Aja hindú.
En su sentido más infernal es el Diablo, aquella excelente criatura que antes se llamara Lucifer, el Hacedor de luz, el Lucero de la mañana, el “latón” de los viejos alquimistas medievales.
Entre los gnósticos cristianos llamados Naasenios o adoradores de la Serpiente, era el Dragón el Hijo del Hombre. Sus siete estrellas lucen gloriosas en la diestra del Alfa y Omega del Apocalipsis de San Juan.
Es lamentable que el Prometeo-Lucifer de los antiguos tiempos se haya transformado en el Diablo de Milton…
Satanás volverá a ser el Titán libre de antaño cuando hayamos eliminado de nuestra naturaleza íntima a todo elemento animal.
Necesitamos con urgencia máxima, inaplazable, blanquear al Diablo, y esto sólo es posible peleando contra nosotros mismos, disolviendo todo ese conjunto de agregados psíquicos que constituyen el Yo, el mí mismo, el sí mismo.
Sólo muriendo en sí mismos podremos blanquear al latón y contemplar al Sol de la Media Noche, al Padre.
Cuantos mueren en la guerra contra sí mismos, quienes logran la aniquilación del mí mismo, lucen esplendorosos en el espacio infinito, penetran en los distintos departamentos del Reino (entran en la Casa del Sol).
La alegoría de la guerra en los cielos tiene su origen en los templos de la iniciación y en las criptas arcaicas.
Pelean Miguel contra el Dragón rojo y San Jorge contra el Dragón negro; se traban siempre en lucha Apolo y Pitón, Krishna y Kaliya, Osiris y Tiphón, Bel y el Dragón, etc., etc., etc.
El Dragón es siempre la reflexión de nuestro propio Dios Intimo, la sombra del divino Logoi que desde el fondo del Arca de la Ciencia, en acecho místico, aguarda el instante de ser realizado.
Pelear contra el Dragón significa vencer a las tentaciones y eliminar a todos y cada uno de los elementos inhumanos que llevamos dentro: Ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc.
Quienes mueren en el Altar del Sacrificio, es decir, del “sacro-oficio”, en la Novena Esfera, van a la Casa del Sol, se integran con su Dios.
En la tierra sagrada de los Vedas, Arjuna tiembla y se estremece en pleno campo de batalla al comprender que debe matar a sus propios parientes (sus múltiples yoes o defectos psicológicos del ejército enemigo).
Para los mexicanos auténticos, lo que determina el lugar al que va el Alma después de la muerte es el género específico de la misma y el tipo de labores que en vida tuviera tal difunto.
Aún los guerreros enemigos que han muerto en la dura brega o que, capturados como prisioneros fueron sacrificados en el Tezcatl, la piedra de los sacrificios, ingresan al sublime Reino de la luz dorada (el Paraíso Solar). Estos tienen un Dios especial, quiero referirme a Teoyaomiqui, la “Deidad de los enemigos muertos”.
El aspecto esotérico de este tema de la religión popular es trascendental.
Entender esto es impostergable. “Los cristianos también deberían venerar a los santos de otros credos, religiones y lenguas”.
Las mujeres muertas en parto, que dichosas moran en el paraíso occidental sabiamente denominado “CINCALCO”, la “casa del maíz”, son también muy veneradas.
Indubitablemente, antes de transformarse en diosas, las féminas muertas en parto gozan de extraordinarios poderes mágicos, según afirma la Religión de Anáhuac.
Dícese de la mujer que ha muerto de parto, que ha vencido al enemigo. Los jóvenes guerreros codician su brazo derecho y tratan de apoderarse de él porque éste los hará invencibles en el combate, motivo por el cual tales cadáveres fueron siempre debidamente vigilados por hombres del clan, armados de punta en blanco a fin de evitar la mutilación.
Resulta interesante que tales mujeres, antes de convertirse en diosas, bajen a la tierra convertidas en fantasmas terroríficos y de mal agüero, llevando por cabeza una calavera y con manos y pies provistos de garras, según dicen los misterios de Anáhuac.
Estados post-mortem extraordinarios los de aquellas nobles mujeres que mueren en el parto.
A aquél desmayo de tres días mencionado por el Bardo Thodol, y que siempre se sucede después de la defunción del cuerpo físico, reviven aquellas difuntas la vida que acaba de pasar y entonces parecen fantasmas sufrientes y de horripilante apariencia.
Empero, concluidas las experiencias retrospectivas de la existencia finalizada, la “esencia”, en ausencia del Yo, se eleva de esfera en esfera hasta sumergirse en la dicha solar.
Mucho más tarde en el tiempo, concluido el buen Dharma, esas almas han de regresar inevitablemente a una nueva matriz.
Los sabios sacerdotes de Anáhuac afirmaron siempre en forma enfática que las “Cihuateteo” o “mujeres diosas” muertas en parto, viven en el paraíso occidental llamado CINCALCO, la “casa del maíz”.
Del germen, del grano, nace la vida, y ellas dieron su vida, precisamente, por la naciente criatura.
La Madre Natura sabe pagar siempre de la mejor manera el sacrificio solemne de esas benditas mujeres.
Es indescriptible la dicha de esas almas en los cielos de la Luna, Mercurio, Venus y el Sol…
Desgraciadamente toda recompensa se agota, y al fin, aquellas almas vuelven al interior del Yo con el propósito de penetrar en una nueva matriz.
Los que mueren ahogados entre las aguas tormentosas de los ríos o de los mares, o entre las ondas de los profundos lagos, o por el rayo, ingresan dichosos al Paraíso de Tlaloc que queda al Sur, la región de la fertilidad y de la abundancia donde existen árboles frutales de toda clase y abunda el maíz, el fríjol, la chía y muchísimos otros mantenimientos.
Las espléndidas pinturas halladas en el Templo de Teotihuacán vienen a demostrarnos la firme creencia en el Tlalocan, el famoso Paraíso de Tlaloc.
En las dimensiones superiores de la naturaleza existen muchos paraísos de felicidad; no está de más recordar el Reino del Buddha Amithaba ubicado por los lamas tibetanos en el Oeste.
En el Bardo Thodol se citan varios de esos Edenes: “El Reino de la Suprema Dicha”, “El Reino de la Densa Concentración”, “El Reino de los largos Cabellos”, Vajra-Pani o el Vihara Ilimitado de la Radiación del Loto, Padma-Sambhava en la presencia de Urgyan, etc., etc., etc.
La doctrina secreta de Anáhuac enseña que existen trece cielos, y afirma solemnemente que en el más alto de éstos viven las almas de los niños que fallecen antes de tener uso de razón.
Dice la doctrina del México antiguo que esas almas inocentes esperan a que se destruya la presente humanidad en el gran cataclismo que se avecina para reencarnar en la nueva humanidad. En el Tíbet milenario, el Bardo Thodol guía a los difuntos que desean liberarse para no regresar a las amarguras de este mundo.
En la tierra sagrada de los faraones muchas almas lograron escaparse de esta cloaca del Samsara después de haber trabajado en la disolución del Ego.
Terribles pruebas aguardan a los difuntos que no desean retornar a este mundo; cuando salen victoriosos ingresan a los ya citados reinos suprasensibles. En esas regiones son instruidos y auxiliados antes de sumergirse dichosos como niños inocentes en el Gran Océano.
Muchas de esas almas volverán en la Edad de Oro, después del gran cataclismo, para trabajar en su autorrealización íntima.
Incuestionablemente, resulta inteligente saberse retirar a tiempo, antes de que concluya el “ciclo de existencias”.
Es preferible retirarse de la “escuela de la vida” antes que ser expulsado; la involución sumergida dentro de las entrañas de la Tierra, en el tenebroso Tártarus, ciertamente es muy dolorosa.
En el país asoleado de Khem, en la época del faraón Kefren, conocí personalmente cierto caso ejemplar.
Se trata de un ciudadano muy religioso que jamás fabricó los “cuerpos existenciales superiores del Ser”.
Aquel místico, muy serio en sí mismo, creyéndose incapaz para las ordalías de la Iniciación, y sabiendo el destino que aguarda a las almas después de cada ciclo o período de existencias, prefirió retirarse del escenario cósmico.
Aquel devoto jamás conoció el misterio indecible del Gran Arcano, pero tenía al Yo y sabía que lo tenía y deseaba desintegrarlo para no retornar después de la muerte a este valle de lágrimas.
Es ostensible que su Divina Madre Kundalini, Tonantzín, Isis, siempre le asistió en el trabajo de disolución de esos elementos que constituyen el “mí mismo”.
Jamás afirmaría que aquel religioso lograra entonces la eliminación total de los elementos inhumanos, empero, avanzó mucho en su trabajo, y después de la muerte del cuerpo físico, continuó en el más allá con el propósito inquebrantable de no volver a este mundo.
Posteriormente, después del consabido desmayo de los tres días, esa alma hubo de revivir en forma retrospectiva la existencia finalizada.
Concluido el trabajo retrospectivo, informado el difunto sobre el resultado de todas sus acciones, tanto buenas como malas, éste continuó firme en el propósito de no retornar más.
El aullido terrorífico del Lobo de la Ley que tanto espanta a los difuntos, el huracán espantoso de la Justicia objetiva, las siniestras tempestades del país de los muertos, las innumerables parejas que copulan incesantemente, las atracciones y repulsiones, simpáticas y antipatías, los errores cavernarios, etc., nunca lograron hacer desistir a aquella alma de su firme propósito.
La voz solemne de los sacerdotes egipcios, que en vida le habían prometido ayuda, llegaba hasta el difunto recordándole su propósito.
KEH, su Padre que está en secreto, y NUIT, su Divina Madre Isis, sometieron al hijo –el difunto– a la prueba final, empero, el desencarnado salió victorioso.
Como secuencia de todos estos triunfos íntimos, aquel difunto ingresó dichoso en un paraíso molecular muy similar al de Tlaloc.
En tal región de indiscutibles delicias naturales, aquella criatura continuó con pleno éxito el trabajo sobre sí misma.
Devi Kundalini, Tonantzín, Isis-María, su Divina Madre particular, le auxilió en forma directa eliminando de su psiquis a los residuos inhumanos que aún quedaban.
Conforme el difunto iba reconquistando la inocencia, a medida que moría más y más en sí mismo, pasaba también por distintas metamorfosis. En principio asumió la figura inefable de una tierna doncella, y por último, la de una niña de tres años, entonces, como un simple “Buddha elemental” se sumergió entre el océano del Espíritu Universal de Vida, más allá del bien y del mal.
Obviamente, aquella criatura fue sincera consigo misma, no sintiéndose capaz para alcanzar el adeptado, prefirió separarse del escenario del mundo, retornar al punto de partida original, continuar como simple elemental.
Esas almas pueden reencarnarse, si así lo quieren en la futura Edad de Oro, después del gran cataclismo que se avecina, para ingresar a los misterios, empero, la mayoría de esas inocentes criaturas prefiere quedarse para siempre en ese lado elemental.
Cuando los iniciados del viejo Egipto dábamos estas enseñanzas al pueblo, nos sentábamos en grupos de a cuatro ante pequeñas mesas cuadradas; con esto alegorizábamos a los cuatro estados fundamentales por los cuales debe pasar toda alma que desee retirarse de la rueda del Samsara.
Consumada la eliminación de los residuos inhumanos en la psiquis del difunto, éste tendrá que experimentar en sí mismo el “vacío iluminador”; esto es el Dharmakaya.
Este vacío no es de la naturaleza del vacío de la nada, sino un vacío inteligente, es el estado del espíritu en el Sambhogakaya.
Vacío y claridad inseparables. Vacío claro por naturaleza y claridad por naturaleza vacía es el ADI-KAYA, la Inteligencia iluminada.
La iluminada Inteligencia, brillando sin obstáculos en el difunto que ha logrado morir completamente en sí mismo, irradiará por todas partes: es el Nirmanakaya.
Tan sólo por la experiencia directa en los cuatro kayas es posible obtener la liberación total.
Muy diferente es la suerte que aguarda a las almas que concluyen cualquier período de manifestación sin haberse liberado.
Quienes no han sido elegidos por el Sol, o por Tlaloc, –dicen los aztecas–, van simplemente al Mictlan y ahí esas almas padecen espantosas pruebas mágicas al pasar por los infiernos.
En primer lugar, para llegar al Mictlan han de pasar por el cenagoso río, el Aqueronte o CHICNAHUAPAN, en la barca de Carón, como dice el Dante en su Divina Comedia. Incuestionablemente, ésa es la primera prueba a la que se someten los “dioses infernales”.
“¡Ay de vosotras, almas perversas!, no esperéis nunca ver el cielo. Vengo para conduciros a la otra orilla, donde reinan eternas tinieblas, en medio del calor y del frío”…
Continúan los sabios mexicanos diciendo que después el alma tiene que pasar entre dos montañas que se juntan; en tercer lugar, por una montaña de obsidiana; en cuarto lugar, por la región en donde aúlla tremendo un viento muy helado; después, por donde flotan las banderas; el sexto lugar en que se flecha; en el séptimo círculo dantesco están las fieras que comen los corazones; en el octavo, dicen está el paso estrecho entre lugares y piedras; y en el noveno y último círculo del Dante, dentro del interior de la Tierra, existe el CHICNAHUMICTLAN, donde se pasa por la “muerte segunda” tan sabiamente descrita por el Apocalipsis de San Juan.
Posteriormente, esas almas descansan ingresando a los paraísos elementales de la naturaleza; entonces inician nuevos procesos evolutivos que han de comenzar por el reino mineral, proseguir en el vegetal, continuar en el animal y culminar en el estado humanoide que otrora se perdiera.
CAPÍTULO XIV EL BINARIO SERPENTINO
El binario serpentino en el México prehispánico es ciertamente algo que nos invita a la reflexión.
Las dos serpientes Ígneas o Xiuhcóatles, que graciosamente rodean al Sol en el calendario azteca, también rodeaban al Templo mayor de la gran Tenochtitlán y formaban el famoso COATEPANTLI o “muro de serpientes”.
La serpiente azteca aparece constantemente en situaciones extraordinarias que trastornan íntegramente su determinismo orgánico: la cola, representada por una segunda cabeza en actitudes insólitas, nos conduce, por simple deducción lógica, al binario serpentino.
La doble cabeza, que recuerda con entera claridad a la figura de sierpe en círculo, en aquel trance gnóstico de devorar a su propia cola, aparece en los muros sagrados del Templo de Quetzalcóatl en las ruinas de Xochicalco.
Binarios serpentinos, ya danzando exóticamente debidamente enroscados en la mística figura del Santo Ocho, ya en forma encadenada formando círculo al estilo maya, etc., nos están indicando algo misterioso, extraordinario y mágico.
No está de más en este tratado citar enfáticamente al doble carácter esotérico de la serpiente.
Distíngase entre la serpiente tentadora del Edén y la Serpiente de bronce que sanaba a los israelitas en el desierto; entre la horripilante Pitón que se arrastraba entre el lodo de la tierra y que Apolo, irritado hirió con sus dardos y esa otra que ascendía por la vara de Esculapio, el Dios de la Medicina.
Cuando la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes asciende por el canal medular espinal del organismo humano, es nuestra Divina Madre Kundalini.
Cuando la serpiente ígnea baja proyectándose desde el hueso coxígeo hacia los infiernos atómicos del hombre, es el abominable órgano Kundartiguador.
El Venerable Maestro “G” cae en el gravísimo error de atribuirle a la Serpiente ascendente (Kundalini) los poderes hipnóticos y horribles de la serpiente descendente (el abominable órgano Kundartiguador).
Kundalini es una palabra compuesta: “kunda”, viene a recordarnos al abominable órgano Kundartiguador; “lini”, es un término atlante que significa fin. Kundalini, en alta gramática, puede y debe traducirse así: Fin del abominable órgano Kundartiguador.
El ascenso victorioso de la Kundalini por el canal medular espinal marca el fin del abominable órgano Kundartiguador.
Indubitablemente, el Doctor Maurice Nicoll y Ouspensky, el gran iniciado, aceptaron este error del Maestro “G”.
El citado Maestro consideraba que su Madre Cósmica era el sagrado Prana. Si el Maestro “G” hubiese estudiado al binario serpentino en los “muros sagrados” de los templos mexicanos, toltecas, mayas, etc., indubitablemente jamás habría caído en esta confusión.
La Yoga indostánica hace exhaustivos análisis sobre ese Fuego serpentino anular (Kundalini) que se desarrolla ascendente en el cuerpo del asceta, empero muy poco dice sobre la sierpe descendente o “cola demoníaca”, cuya fuerza eléctrica mantiene en trance hipnótico a toda la humanidad doliente.
Si estos pobres mamíferos intelectuales que pueblan la faz de la Tierra pudieran ver con entera claridad meridiana el lamentable estado en el que se encuentran, desesperadamente buscarían la forma de escapar.
Tan pronto como el pobre animal intelectual despierta, aunque solo sea por un instante fugaz, y abre los ojos ante el crudo realismo de la vida, de inmediato el formidable poder hipnótico de la serpiente terrible del abismo vuelve a la carga con fuerza multiplicada y la infeliz víctima cae dormida otra vez, soñando que está despierta o a punto de despertar.
Solamente el gnóstico sincero, que comprende íntegramente la dificultad de despertar conciencia, sabe que esto último sólo es posible basado en trabajos conscientes y padecimientos voluntarios.
La gran víbora infernal conoce todo el “modus operandi” de la imaginación mecánica. (Jamás nos pronunciaríamos contra lo diáfano o translúcido, que es conocido como imaginación objetiva, consciente).
La culebra abismal, mediante la imaginación mecánica que es su agente primordial, trabaja de acuerdo con los intereses de la naturaleza y nos mantiene sumidos en el estado de trance hipnótico profundo.
Mediante los mecanismos de la fantasía justificamos siempre nuestras peores infamias, eludimos responsabilidades, buscamos escapatorias, nos auto-consideramos, nos auto-calificamos de la mejor manera, nos creemos justos y perfectos.
Cabe pensar que hay fuerzas para las cuales es útil y provechoso mantener al mamífero racional en estado de sueño hipnótico e impedirle que vea la verdad y comprenda su posición en la vida.
Ostensiblemente, la mayoría de nosotros encuentra tales excusas, y está de tal modo bajo la necia y sutil actividad de la justificación del mí mismo con la complicidad de la imaginación mecánica, que en realidad jamás sospecharía la existencia íntima de sus muy naturales errores psicológicos…
Por ejemplo, si somos crueles con la esposa, hijos, parientes, etc., en realidad lo ignoramos…
Lo más grave es que permitimos que esta situación prosiga, sobre todo porque nos gusta y es tan fácil, y si nos acusan de crueldad, probablemente sonreiremos pensando que no comprenden nuestra justicia, nuestra misericordia y amor infinito…
Estamos metidos entre los horripilantes anillos de la Gran Serpiente, pero nosotros nos creemos libres.
Dice la leyenda de los siglos que cuando Krishna –el gran Avatara del Indostán– cumplió quince años, fue a buscar al patriarca Nanda y le dijo: “-¿Dónde está mi madre?” (La Serpiente ascendente Kundalini).
“-Hijo mío, no me lo preguntes, respondió el patriarca, tu madre ha vuelto al país de donde vino y no sé cuándo volverá”…
“Krishna cayó en tristeza profunda, abandonó a sus compañeros y erró varias semanas por el Monte Meru”…
“Allí tropezó con un anciano de pie bajo el cedro gigantesco. Entre ambos se miraron largo tiempo”…
“-¿A quién buscas?, le dijo el anacoreta”.
“-A mi madre, ¿dónde la encontraré?”
“-Al lado de Aquél que no cambia nunca”. (El Padre que está en secreto).
“-Pero, ¿cómo encontrar a Aquél?”
“-Busca, busca siempre y sin fin (dentro de ti mismo)”.
“-Mata al toro (el Ego animal) y aplasta a la serpiente (del abismo)”.
“Después advirtió Krishna que la forma majestuosa del anciano se volvía transparente, luego trémula, hasta desaparecer entre las ramas cual una vibración luminosa”…
“Cuando Krishna descendió del Monte Meru parecía radiante y transfigurado; una energía mágica brotaba de su Ser”.
“-Vamos a luchar contra los toros y las serpientes (abismales); vamos a defender a los buenos y a subyugar a los malvados, dijo a sus compañeros”.
“Con el arco y la espada, Krishna y sus hermanos, los hijos de los pastores, batieron en la selva a todas las bestias feroces”.
“Krishna mató o domó leones, hizo la guerra a reyes perversos y liberó a tribus oprimidas, mas la tristeza invadía el fondo de su corazón”…
“Su alma sólo tenía un deseo profundo, misterioso: encontrar a su Madre Divina Kundalini y volver a hallar al sublime anciano (su Maestro); pero a pesar de la promesa de éste, y de lo mucho que había luchado y vencido, no podía conseguirlo”.
“Un día oyó hablar de Kalayoni, el rey de las serpientes, el mago negro guardia del templo de Kali (Coatlicue, Proserpina, Hécate), la tremebunda diosa del deseo y de la muerte, y pidió luchar con la más temible de sus serpientes, aquella serpiente eterna (el abominable órgano Kundartiguador) que había devorado ya a tantos cientos de guerreros excelsos, cuya baba corroía los huesos y cuya mirada sembraba el espanto en todos los corazones”…
“Del fondo del templo de Kali –la reina de los infiernos y de la muerte– la de todos los crímenes, Krishna vio salir, al conjuro mágico de Kalayoni, a un largo reptil azul-verdoso”.
“La serpiente enderezó lentamente su grueso cuerpo, erizó horrísona su rojiza melena, y sus ojos penetrantes fulguraron con espanto en su cabeza de monstruo de conchas relucientes”.
“-O la adoras o perecerás –le dice el mago–”.
“La serpiente murió a manos de Krishna, del héroe santo que no conociera el miedo”…
“Cuando Krishna hubo matado heroicamente a la serpiente guardián del templo de Kali, la diosa horrible del deseo y de la muerte, hizo abluciones y oración durante un mes en la orilla del Ganges, después de haberse purificado a la luz del sol y en el divino pensamiento contemplativo de Maha-Deva”.
La horripilante víbora infernal jamás aceptaría al Sahaja Maithuna, la castidad científica, porque eso va contra los intereses de la naturaleza.
Quienes no consigan ser devorados por la Divina Serpiente Kundalini serán tragados por la pavorosa serpiente Pitón.
El guerrero que logre matar a la culebra infernal, ingresará al Palacio de los Reyes, será ungido como Rey y Sacerdote de la naturaleza según el Orden de Melquisedec.
Empero, ciertamente jamás resulta empresa fácil rebelarse contra los átomos de la herencia, contra la lujuria que heredamos de nuestros antepasados, contra la pavorosa víbora infernal que trajo al mundo a nuestros abuelos y que traerá a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.
Eso que uno lleva en la carne, en la sangre y en los huesos, es definitivo, y rebelarse contra eso resulta espantoso.
La doctrina de la aniquilación buddhista es fundamental. Necesitamos morir de instante en instante; sólo con la muerte adviene lo nuevo.
CAPÍTULO XV LOS ELEMENTALES
Nuestra Divina Madre Tonantzín es la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes ascendiendo victoriosa por el canal medular espinal del organismo humano.
Coatlicue es la serpiente del abismo, Kali, Hécate, la Proserpina infernal, la diosa de la Tierra.
Cihuacoatl es otro nombre terrible de la diosa de la Tierra y la Patrona bendita de las famosas Cihuateteo que de noche gritan y braman espantosamente en el aire.
En tiempos más recientes Cihuacoatl se transformó en la “llorona” de nuestras leyendas populares, que carga una cuna misteriosa o el cadáver de una criatura inocente y que lanza en las noches amargos lamentos en las solariegas calles de la ciudad.
En tiempos antiguos decían que había llegado por el delito de haber dejado abandonada, en el mercado público a la cuna dentro de la cual estaba el cuchillo de sacrificio.
Incuestionablemente, los gnomos o pigmeos que moran entre las entrañas de la Tierra, tiemblan ante Coatlicue.
El genio particular de estos gnomos es Gob, un deiduso muy especial conocido en alta magia.
Se nos ha dicho que el reino específico de los gnomos está al Norte de la Tierra. Se les manda con la espada.
Veamos ahora un magnífico poema de la Épica Náhuatl relacionado con Tlaloc, el Dios del agua:
“El Dios Tlaloc residía en un gran palacio con cuatro aposentos, y en medio de la casa había un patio con cuatro enormes barreños llenos de agua”.
“El primero es del agua que llueve a su tiempo y fecundiza a la tierra para que de buenos frutos”.
“El segundo es del agua que hace anublarse a las mieses y hace perder los frutos”.
“El tercero es del agua que hace helar y secar a las plantas”.
El cuarto es del agua que produce sequía y esterilidad”…
“Tiene el Dios a su servicio a muchos ministros –los elementales del agua–, pequeños de cuerpo, los cuales moran en cada uno de los aposentos, cada uno según su color, pues son azules como el cielo, blancos, amarillos o rojos”…
“Ellos, con grandes regaderos y con palos en las manos, van a regar sobre la tierra cuando el supremo Dios de la lluvia ordena”…
“Y cuando truena, es que resquebrajan sus cántaros, y si algún rayo cae, es que un fragmento de las vasijas rotas viene sobre la tierra”…
Hallándome un día en estado de meditación profunda, hube de ponerme en contacto directo con el bendito Señor Tlaloc.
Este gran Ser vive en el mundo causal, más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. En todas las partes de mi Ser experimenté ciertamente la tremenda realidad de su presencia.
Vestido exóticamente, parecía un árabe de los antiguos tiempos; su rostro, imposible de describir con palabras, era semejante a un relámpago.
Cuando le recriminé por el delito de haber aceptado tantos sacrificios de niños, mujeres, varones, ancianos, etc., la respuesta fue: “Yo no tuve la culpa de eso, nunca exigí tales sacrificios, eso fue cosa de las gentes allá en el mundo físico”. Luego concluyó con las siguientes palabras: “Volveré en la nueva Era Acuaria”.
Incuestionablemente, el Dios Tlaloc habrá de reencarnarse dentro de algunos años.
Los Kabalistas afirman solemnemente que el reino de las ondinas se encuentra en el Occidente y se les evoca con la copa de las libaciones.
Los antiguos magos, cuando llamaban a las ondinas de los ríos y de los lagos, o a los genios de las nubes o a las nereidas del tormentoso océano clamaban con gran voz pronunciando los siguientes Mantrams: VEYA, VALLALA, VEYALA, HEYALA, VEYA.
Ciertas tribus de América, cuando quieren lluvia para sus cultivos, reunidos sus miembros, asumen la figura del sapo, lo imitan, y luego, en coro, remedan el croar de los mismos; el resultado no se hace esperar demasiado.
Los antiguos mexicanos oraban al Señor de las lluvias, al Tlaloc, y entonces era regada la tierra con las aguas de la vida.
Aunque Tlaloc es un Rey de la naturaleza, una criatura perfecta más allá del bien y del mal, está en sus manos la inundación, la sequía, el granizo, el hielo y el rayo, motivo por el cual los magos antiguos temían su cólera. No está de más afirmar que al finalizar la civilización Náhuatl se le ofrecieron sacrificios de prisioneros vestidos con el Numen y especialmente, doncellas y niños con el propósito de aplacar su ira.
Necesitamos aclarar lo siguiente: Cuando la poderosa civilización Anáhuac estaba en el cenit de su gloria, los sacrificios humanos, que tanto espantan a los turistas, brillaban por su ausencia, no existían.
Indubitablemente, toda civilización que agoniza termina siempre con un baño de sangre, y México en modo alguno podía ser la excepción.
Quienes hayan estudiado Historia Universal no ignoran esto al recordar a Roma, Troya, Cartago, Egipto, Persia, etc., etc., etc.
Los secuaces de la Antropología profana, utopistas en un ciento por ciento, basados en meros racionalismos subjetivos, han lanzado la hipótesis absurda de que nuestro santísimo Señor Quetzalcóatl, gran Avatara del antiguo México, fue también adorado con el nombre de Ehecatl, que sabiamente traducido significa “Dios del viento”.
Los Adeptos de la Fraternidad Oculta, aquellos Individuos sagrados dotados de razón objetiva, los Maestros auténticos de la Antropología gnóstica, saben muy bien, por experiencia mística directa y profundo análisis, que el Dios del viento es un Deva de la naturaleza, un Malachim del mundo causal, un genio del movimiento Cósmico muy distinto a Quetzalcóatl.
No está de más explicar que la razón subjetiva elabora sus conceptos de contenido exclusivamente con los datos basados en las percepciones sensoriales externas, motivo por el cual nada puede saber sobre lo real, sobre la verdad, sobre Dios, como ya lo demostró en forma contundente Don Emmanuel Kant en su libro titulado «La Crítica de la Razón Pura».
La razón objetiva es diferente; elabora sus conceptos de contenido con los datos fundamentales de la conciencia.
Así pues, al hablar sobre los Dioses del Panteón azteca, los estudiantes de la Antropología gnóstica sabemos muy bien lo que decimos; no lanzamos opiniones subjetivas…, somos matemáticos en la investigación y exigentes en la expresión.
Ehecatl, Sabtabiel, Michael, etc., etc., etc., constituyen una verdadera pléyade de Individuos sagrados de nuestro sistema solar de Ors, especializados en la difícil ciencia del Movimiento Cósmico.
El gran Guruji Ehecatl ayudó en forma muy eficiente al gran Kabir Jesús de Nazareth en sus difíciles procesos resurrectivos.
Es indudable que bajo la dirección de Ehecatl trabajan en nuestro planeta Tierra billonadas y trillonadas de silfos aéreos.
Se nos ha dicho con gran énfasis que el reino de los silfos se halla ubicado en el Oriente.
Incuestionablemente, se les manda con la pluma de águila o con los santos Pentáculos; esto lo saben los magos. En la visión de la armonía de todas las cosas descubrimos con asombro místico a la parte espiritual de la naturaleza; en otros términos, encontramos a los famosos Malachim o reyes angélicos.
Los contactos directos con los elementales deben realizarse siempre por intermedio de los reyes angélicos de los elementos, en la esfera maravillosa del mundo causal.
Cual la tierra, el agua y el aire, el elemento fuego de la naturaleza tiene también en la doctrina secreta de Anáhuac a su Dios especial.
Los aztecas le adoraron siempre con el sagrado nombre de Huehuetéotl, que traducido correctamente significa: “Dios viejo”.
Se le representa como un viejo cargado de años y que soporta sobre su cabeza a un enorme brasero.
Se nos ha dicho que en contraste con Tezcatlipoca, que es el primero que llega a la fiesta del mes Teotleco, el bienaventurado Señor Divino Huehuetéotl es el último en llegar a la asamblea de los Dioses.
Huehuetéotl, como elemento natural es el INRI de los Cristianos, el Abraxas de los gnósticos, el Tao chino, el Zen buddhista, el Agnus Dei.
Huehuetéotl, como Individuo sagrado, es un Rey angélico, alguien que se auto realizó íntimamente, un Malachim bajo cuya rectoría trabajan billonadas y trillonadas de salamandras (criaturas del fuego).
En el Fuego universal moran dichosos los “Hijos de la Llama”, los Dioses del elemento ígneo, los genios antiguos, Apolo, Minerva, Horus, etc. Esas Llamas inefables y terriblemente divinas ciertamente están mucho más allá del bien y del mal.
Ostensiblemente, el reino de las salamandras se encuentra en el Sur. Se les manda con la varilla dentada o con el tridente mágico.
Para dominar y servirse de los elementales de la naturaleza, en forma completa y definitiva, es indispensable eliminar previamente al Ego animal.
Nunca una persona ligera y caprichosa gobernará a los silfos de la naturaleza; jamás un sujeto blando, frío y voluble, será amo absoluto de las ondinas de las aguas o de las nereidas de los mares; la ira irrita a las salamandras del fuego y la concupiscencia grosera convierte de hecho en juguete de los gnomos o pigmeos del reino mineral a quienes quieren servirse de ellos.
Es preciso ser prontos y activos como los silfos; flexibles y atentos a las imágenes como las ondinas y nereidas; enérgicos y fuertes como las salamandras; laboriosos y pacientes como los gnomos. En una palabra, es urgente, indispensable vencer a los elementales en su fuerza sin dejarse nunca dominar por sus debilidades. Recordad que nuestro lema divisa es THELEMA (voluntad).
Cuando el mago haya muerto totalmente en sí mismo la naturaleza entera le obedecerá.
Pasará durante la tempestad sin que la lluvia toque a su cabeza; el viento no desarreglará a un solo pliegue de su traje.
Cruzará el fuego sin quemarse; caminará sobre las aguas tormentosas sin hundirse, podrá ver con entera claridad a todas las riquezas que se esconden en el seno de la Tierra.
Recordemos las palabras del gran Kabir Jesús: “Los milagros que yo he hecho los podréis hacer vosotros, y aún más”…
El orden angélico del mundo de las causas naturales o mundo de la Voluntad consciente, es el de los Malachim o Reyes de la Naturaleza, que ciertamente constituyen, por sí mismos, los legítimos principios espirituales de los elementos.
Esos Dioses, inefables y terriblemente divinos, son Hombres perfectos en el sentido más completo de la palabra. Tales Seres están mucho más allá del bien y del mal.
El asceta iluminado se llena de asombro y místico terror cuando experimenta, en todas las partes de su Ser, la presencia del Dios murciélago, poderoso Señor de los misterios de la Vida y de la Muerte.
No está de más recordar que aún se conservan cantos a Huitzilopochtli, a la Madre de los Dioses, al Dios del fuego, a Xochipilli, el Dios de la música, de la danza y del canto, a Xochiquetzal, a Xipe-Totec, el bendito Señor de la primavera, etc., etc., etc.
En instantes en que escribo estas líneas surgen en mi mente algunas reminiscencias insólitas.
Ha muchos años, cierto huésped no grato moraba en mi casa; parecía no tener afán de partir.
Consulté el caso a Ehecatl, el Dios del viento, y es obvio que el sujeto apresuradamente abandonó mi casa. Afortunadamente tuve en mi poder la suma que Ehecatl me exigió por el servicio; nada se nos da regalado, todo cuesta.
A estos Dioses elementales se les paga con valores cósmicos. Quien tiene con que pagar sale bien en los negocios.
Nuestras buenas obras están representadas con moneda cósmica. Hacer siempre el bien es un buen negocio. Así acumularemos capital cósmico mediante el cual es posible hacer negociaciones de esta clase.
El iniciado aborda a los seres elementales en nombre de cualquiera de los Reyes que los gobiernan.
De alguna manera desciende a los reinos elementales trayendo consigo su virilidad, y obra entonces sobre los elementos.
Las operaciones elementales deben iniciarse en el mundo de las causas naturales; desde esa región deben ser controladas… Faltando ese control, la magia negra surge de inmediato.
Cuando las fuerzas elementales se divorcian de sus principios espirituales y se convierten en algo diferente, aunque no se pretenda hacer ningún mal, se produce inevitablemente una caída acompañada por la degeneración.
Cuando reconquistamos la inocencia en la mente y en el corazón, los Príncipes del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra, abren ante nosotros las puertas de los paraísos elementales. Es necesario, por tanto, que cuando queramos servirnos de las fuerzas elementales pidamos el auxilio a los Reyes correspondientes.
En el mundo causal o mundo de la Voluntad consciente es, esencialmente la región del misticismo religioso.
El gnóstico que aprende a combinar la meditación con la oración, incuestionablemente puede establecer contacto, objetivo y consciente, con los Dioses de la naturaleza.
El mundo causal es la esfera de los Maestros, es el Templo eterno en los cielos que mano alguna ha construido, es la gran Morada de la Fraternidad Oculta.
¿Estáis enfermos? ¿Queréis sanar a alguien? Escoged entonces como motivo de concentración, meditación, oración, súplica, etc., al famoso Dios murciélago de aztecas y mayas. Indubitablemente este gran Ser es un Maestro de los misterios de la Vida y de la Muerte.
Cuando el fuego chisporrotea abrasadoramente amenazando vidas, casas, haciendas, que sea entonces Huehuetéotl, el Dios viejo del fuego, el objeto básico de vuestra concentración meditación y súplicas.
Bien saben los Kabalistas hebraicos rabínicos que el Mantram del mundo causal ha sido, es y será siempre: ALOAH VA DAATH.
Meditar en tal palabra equivale a golpear en las puertas maravillosas del gran Templo. Vamos a transcribir ahora un fragmento místico una oración a Xipe-Totec, el Dios elemental de la primavera que lo es también de los mercaderes:
ORACIÓN
“Tú, bebedor nocturno,
¿Por qué te haces de rogar?
Ponte tu disfraz,
ponte tu ropaje de oro”
“Oh, mi Dios, tu agua de piedras preciosas
ha descendido;
se ha transformado en QUETZAL
el alto ciprés;
la serpiente de fuego
se ha transformado en serpiente de QUETZAL”.
“Me ha dejado libre la serpiente de fuego.
Quizá desaparezca,
quizá desaparezca y me destruya yo,
la tierna planta de maíz.
Semejante a un piedra preciosa,
verde en mi corazón;
pero todavía veré el oro
y me regocijaré si ha madurado,
si ha nacido el caudillo de la guerra”.
“Oh, Dios mío, haz que por lo menos
fructifiquen en abundancia
algunas plantas de maíz;
tu devoto dirige las miradas hacia tu montaña,
hacia ti;
me regocijaré si algo madura primero,
si puedo decir que ha nacido
el caudillo de la guerra”.
Y cuando ya se logra el milagro de la fructificación, el devoto agradecido clama al bendito Señor XIPE-TOTEC, diciendo:
“Ha nacido el Dios del maíz
en TAMOANCHAN.
En el lugar en que hay flores,
el Dios “I Flor”,
el Dios del maíz ha nacido
en el lugar en que hay agua y humedad,
donde los hijos de los hombres son hechos,
en el precioso Michoacán”.
Estas oraciones inefables son más bien de origen tolteca, y están muy bien escritas en lenguaje esotérico Nahua-tlatolli.
Cuenta la leyenda de los siglos que Trithemius, el mago abad, aquel sabio que en 1483 gobernara al famoso monasterio de Sponheim, conocía a fondo la esotérica ciencia de los elementos.
Se dice que evocó al espectro de María de Borgoña ante el emperador Maximiliano, que se lo había suplicado, y es claro que la augusta sombra aconsejó al emperador un nuevo modo de conducirse y le reveló ciertos hechos ordenándole que se casara con Blanca Sforza.
Todos los eruditos de la Edad Media se apasionaban incesantemente por la magia y muchos trabajaron con los elementales de la naturaleza.
Algunos magistas, con gran fervor religioso, clamaban llamando a Cupido para que en el espejo magnetizado hiciese aparecer ante los devotos asombrados a la figura del ser amado.
¡Válgame Dios y Santa María! ¡Cuántas maravillas hacía Cupido mediante los elementales! El abad Trithemius se consideraba discípulo de Alberto Magno; jamás negó que el más santo de los santos practicara la magia.
Alberto el Magno, como Santo Tomás, afirmó la realidad de la Alquimia. Su tratado sobre tal materia estaba siempre sobre la mesa del abad.
Trithemius contaba que cuando Guillermo II, conde de Holanda, cenó con el ínclito y preclaro sabio Alberto el Magno en Colonia, éste hizo poner una mesa en el jardín del monasterio aunque era pleno invierno y nevaba.
Tan pronto los del convite hubieron tomado asiento, como por encanto desapareció la nieve y el jardín se cubrió de variadas flores. Las aves de distintos colores volaban deliciosamente entre los árboles, como en los mejores días de verano.
Los monjes alumnos del misterioso abad anhelaban poder realizar semejantes prodigios y Trithemius se apresuraba a decir que el Maestro conseguía estas maravillas mediante la magia elemental, y que en ello no había nada demoníaco ni, en consecuencia, perverso, condenable, execrable.
Es ostensible que Fausto, Paracelso y Agripa, los tres magos más distinguidos de la Edad Media, fueron discípulos del abad Trithemius.
“-Recítenme los cuatro elementos de la naturaleza”, ordenaba el abad a sus monjes en plena clase.
“-La tierra, el agua, el aire y el fuego”.
“-Si, –continuaba el Maestro–, la tierra y el agua, los más pesados se ven atraídos hacia abajo, el aire y el fuego, más ligeros, hacia lo alto. Platón tenía razón al fundir el fuego en el aire, que se convierte en lluvia, que se convierte en rocío, luego en agua que se convierte en tierra al solidificarse”…
El místico que anhele de verdad convertirse en un Malachim, en un Rey angélico de la Naturaleza, debe convertirse en rey de sí mismo.
¿Cómo podríamos mandar a los elementales de la naturaleza si no hemos aprendido a gobernar a los elementales atómicos de nuestro propio organismo?
Las salamandras atómicas de la sangre y del sexo arden espantosamente con nuestras pasiones animales.
Los silfos atómicos de nuestros propios aires vitales, al servicio de la imaginación mecánica (no se confunda esto con la imaginación objetiva consciente), juegan con nuestros pensamientos lascivos y perversos.
Las ondinas atómicas del sagrado esperma originan siempre espantosas tempestades sexuales.
Los gnomos atómicos de la carne y de los huesos gozan indolentes con la pereza, glotonería, concupiscencia.
Se hace urgente saber exorcizar, mandar y someter a los elementales atómicos de nuestro propio cuerpo.
Mediante los exorcismos del fuego, los aires, las aguas y la tierra, podemos también someter a los elementales atómicos de nuestro propio cuerpo.
Incuestionablemente tales oraciones y exorcismos deben ser muy bien aprendidos de memoria.
EXORCISMO DEL FUEGO
Se exorciza al fuego echando en él sal, incienso, resina blanca, alcanfor y azufre, pronunciando tres veces los tres nombres de los genios del fuego: Michael, rey del sol y del rayo; Samael, rey de los volcanes; Anael, príncipe de la luz astral, escuchad mis ruegos. Amén. (A continuación el devoto formulará mentalmente su petición).
EXORCISMO DEL AIRE
Se exorciza al aire soplando hacia los cuatro puntos cardinales y diciendo con fe lo siguiente: Spiritus Dei ferebatur super aquas, et inspiraví in faciem hominis spiraculum vitae. Sit Michael dux meus, et Sabtabiel servus meus, in luce et per lucem. Fiat verbum halitus meus, et imperabo spiritibus, aeris hujus, et refrenabo equos solis volontate cordis mei, et cogitatione mentis meae et nutu oculi dextri. Exorchiso igitur te, creatura aeris, per pentagrammaton, et in nomine tetragrammaton, in quibus sunt voluntas firma et fides recta. Amén. Sela, fiat. Que así sea. (A continuación, el devoto, concentrado en Michael y en Sabtabiel, formulará su petición).
EXORCISMO DEL AGUA
Fiat firmamentum in medio aquarum et separet aquas ab aquis, quae superius sicut quae inferius, et quae inferius sicut quae superius ad perpetranda miracula rei unius. Sol ejus pater est, luna mater et ventus hanc gestavit in utero suo, ascendit a terra at coelum et rursus a coelo in terram descenit. Exorciso te, creatura aquae, ut sis mihi speculum Dei vivi in operibus ejus, et fons vitae, et ablutio pecatorum. Amén. (A continuación el devoto, concentrado en Tlaloc o en Nicksa, hace su petición mental).
EXORCISMO DE LA TIERRA
Por el clavo de imán que atraviesa al corazón del mundo, por las doce piedras de la ciudad santa, por los siete metales que corren dentro de las venas de la Tierra, y en nombre de Gob, obedecedme obreros subterráneos. (Luego, el devoto concentrado en Gob, formulará su petición).
Los magos antiguos usaban en sus operaciones de magia elemental sahumerios con ramas de laurel, artemisa (altamisa), ruda, salvia, pino, romero, etc. Tales vegetales ardían entre carbones encendidos.
Esta observancia es magnífica. El aire se carga con el humo de las plantas, el fuego exorcizado reflejará la voluntad del operador y las fuerzas sutiles de la naturaleza le escucharán y responderán.
En tales instantes el agua parece estremecerse y hervir, el fuego arroja un extraño resplandor y se sienten en el aire desconocidas voces; la misma tierra parece temblar.
Era en tales momentos cuando los magos de la Edad Media lograban que el genio elemental Cupido, además de hacerse visible en el espejo magnetizado, mostraba también en el mismo no sólo a la figura de la persona amada sino, lo que es más interesante, los sucesos que el destino reserva siempre a los seres que se adoran. Los Dioses del fuego, Agni, Huehuetéotl, etc., los Elohim del aire, Paralda, Ehecatl, etc., las divinidades del agua, Nicksa, Tlaloc, etc., Gob y otras deidades subterráneas, asisten siempre al místico que con sabiduría, amor y poder, les invoca.
Se nos ha dicho que todo mago que trabaje con los elementales de la naturaleza puede hacerse invisible a voluntad.
Incuestionablemente, tal poder sólo es posible adquirirlo, como cualquier otra facultad, a base de supremos sacrificios.
Es ostensible que el sacrificio significa claramente la elección deliberada clarividente de un bien superior con preferencia a uno inferior.
El carbón, que la locomotora consume, es cruelmente sacrificado al poder del movimiento tan indispensable para transportar pasajeros.
En realidad, el sacrificio es una transmutación de fuerzas. La energía, latente en el carbón ofrecido en el altar de la locomotora, es transformada en la energía dinámica del vapor mediante los instrumentos empleados.
Existe un mecanismo psicológico y cósmico a la vez que cada acto de sacrificio pone en juego y por el cual éste se transforma en energía espiritual, la que a su vez, puede ser aplicada a otros diversos mecanismos y reaparecer sobre los planos de la forma en un tipo de fuerza integrante absolutamente distinta de lo que realmente fue en su origen. Por ejemplo, un hombre puede sacrificar sus emociones a su carrera, o una mujer su carrera a sus emociones.
Algunas personas están dispuestas a sacrificar sus placeres terrenales por las dichas del espíritu.
Sin embargo, es muy difícil que haya alguien dispuesto a renunciar a sus propios sufrimientos, a sacrificarlos por algo superior.
Sacrificad el supremo dolor muy natural que resulta del fallecimiento de un ser querido y tendréis una espantosa transmutación de fuerzas, cuya secuencia será el poder para haceros invisibles a voluntad.
El Doctor Fausto sabía hacerse invisible a voluntad; es claro que el citado mago había conseguido ese poder basado en sacrificio.
Los sabios medievales tenían una fórmula encantatoria maravillosa mediante la cual se hacían invisibles.
Basta, según los ritos e invocaciones en uso, con saber usar mágicamente la siguiente fórmula litúrgica: Athal, Bathel, Nothe, Jhoram, Asey, Cleyubgit, Gabellin, Semeney, Mencheno, Bal, Labenentem, Nero, Meclap, Halateroy, Palcim, Tingimiel, Plegas, Peneme, Fruora, Heam, Ha, Ararna, Avora, Ayla, Seye, Peremies, Seney, Levesso, Hay, Barachalu, Acuth, Tural, Buchard, Caratim, per misercordiam, abibit ergo mortale, perficiat qua hog opus, ut invisibiliter, ire possim.
Esta clase de fórmulas mágicas tienen como base a la fe real e inquebrantable.
A tal fe hay que fabricarla mediante el estudio analítico de fondo y experiencia mística directa.
CAPÍTULO XVI SOBRE LOS SUEÑOS
La Gnosis enseña que existen muchas clases diferentes de sueños que la Moderna Sicología decadente del hemisferio occidental ignora radicalmente.
Incuestionablemente, los sueños son de diversa calidad específica debido al hecho concreto de que se hallan íntimamente relacionados con cada uno de los centros psíquicos del organismo humano.
En rigor de verdad y sin exageración alguna podemos afirmar que la mayoría de los sueños se encuentran vinculados con el centro instintivo-motor; esto es, son el eco de cosas vistas en el día, de simples sensaciones y movimientos, mera repetición astral de lo que diariamente vivimos.
Así mismo, algunas experiencias de tipo emocional, tales como el miedo –que tanto daño hace a la humanidad–, suelen tener cabida en esos sueños caóticos del centro instintivo-motor.
Existen, pues, sueños emocionales, sexuales, intelectuales, motores e instintivos, etc., etc., etc.
Los sueños más importantes, las vivencias íntimas del Ser, se hallan asociadas a los dos centros: emocional superior y mental superior.
Ciertamente, resultan interesantes los sueños relacionados con los dos centros superiores, se caracterizan siempre por lo que se podría denominar una formulación dramática.
Ahora bien si pensamos en el Rayo de la Creación, en los centros superiores e inferiores y en las influencias que descienden por el citado Rayo Cósmico, debemos admitir que se presentan en nosotros vibraciones luminosas que intentan curarnos, que tratan de informarnos sobre el estado en que nos encontramos, etc.
Resulta útil recibir mensajes y estar en contacto con los adeptos aztecas, mayas, toltecas, egipcios, griegos, etc.
Es también maravilloso platicar con las diversas partes más elevadas de nuestro Ser.
Los centros superiores están plenamente desarrollados en nosotros y nos transmiten mensajes que debemos aprender a captar conscientemente.
A aquellas personas muy selectas que han tenido momentos de recuerdo de sí en la vida, en los que vieron una cosa o a una persona común y corriente de un modo completamente nuevo, no les sorprenderá si les digo en este capítulo que tales momentos tienen la misma calidad o sabor interior que esos raros y extraños sueños relacionados con los dos centros, emocional y mental superior.
Indubitablemente, el significado de tales sueños trascendentales pertenece al mismo orden que a la realización en sí del Rayo de la Creación y, en particular, a la octava lateral del sol.
Cuando uno comienza a darse cuenta de la honda significación de esa clase específica de sueños, es señal de que ciertas fuerzas luchan por despertarnos, sanarnos o curarnos.
Cada uno de nosotros es un punto matemático en el espacio que sirve de vehículo a determinada suma de valores, buenos o malos.
La muerte es una resta de quebrados; terminada la operación matemática, lo único que quedan son los valores (blancos o negros).
De acuerdo con la ley del eterno retorno, es ostensible que los valores retornan, se reincorporan.
Si un hombre empieza a ocuparse más conscientemente del pequeño ciclo de los sucesos recurrentes de su vida personal, podrá entonces verificar por sí mismo, mediante la experiencia mística directa, que en el sueño diario se repite siempre la misma operación matemática de la muerte.
En ausencia del cuerpo físico, durante el sueño normal, los valores, sumergidos en la luz astral, se atraen y repelen de acuerdo con las leyes de la imantación universal.
La vuelta al estado de vigilia implica, de hecho y por derecho propio, el retorno de los valores al interior del cuerpo físico.
Una de las cosas más extraordinarias es que la gente piensa que sólo está en relación con el mundo externo.
La Gnosis nos enseña que estamos en relación con un mundo interior, invisible para los sentidos físicos ordinarios, pero visible para la clarividencia.
El mundo interior invisible es mucho más extenso y contiene muchas más cosas interesantes que el mundo exterior, hacia el cual siempre se está mirando a través de las cinco ventanas de los sentidos.
Muchos sueños se refieren al lugar donde estamos es el mundo interior invisible desde el cual surgen las diversas circunstancias de la vida.
El lenguaje de los sueños es exactamente comparable al lenguaje de las parábolas. Aquellos que interpretan todo literalmente piensan que el Sembrador del Evangelio Crístico salió a sembrar y que la semilla cayó en pedregales, etc., etc., etc., más no entienden el sentido de tal parábola porque éste, en sí mismo, pertenece el lenguaje simbólico del centro emocional superior.
No está de más recordar que todo sueño, por absurdo o incoherente que éste sea, tiene algún significado pues nos indica no sólo el centro psíquico al cual se halla asociado, sino también, al estado psicológico de tal centro.
Muchos penitentes que presumían de castos, cuando fueron sometidos a pruebas en los mundos internos, fallaron en el centro sexual y cayeron en poluciones nocturnas.
En el adepto perfecto los cinco centros psíquicos: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual, funcionan en plena armonía con el infinito.
¿Cuáles son los funcionalismos mentales durante el sueño? ¿Qué emociones nos agitan y conmueven? ¿Cuáles son nuestras actividades fuera del cuerpo físico? ¿Qué sensaciones instintivas predominan? ¿Hemos tomado nota de los estados sexuales que tenemos durante el sueño?
Debemos sincerarnos con nosotros mismos. Con justa razón dijo Platón: “El hombre se conoce por sus sueños”.
La cuestión del funcionalismo equivocado de los centros es un tema que exige un estudio de toda la vida, a través de la observación de sí mismo en acción y del examen riguroso de los sueños.
No es posible llegar en un instante a la comprensión de los centros y de su trabajo correcto o equivocado; necesitamos infinita paciencia…
Toda la vida se desenvuelve en función de los centros y es controlada por éstos.
Nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, esperanzas, temores, amores, odios, acciones, sensaciones, placeres, satisfacciones, frustraciones, etc., se encuentran en los centros.
El descubrimiento de algún elemento inhumano en cualquiera de los centros debe ser motivo más que suficiente para el trabajo esotérico.
Todo defecto psicológico debe ser previamente comprendido, mediante la técnica de la meditación, antes de proceder a su eliminación.
Extirpar, erradicar, eliminar cualquier elemento indeseable, sólo es posible invocando el auxilio de Tonantzín (la Divina Madre Kundalini), una variante de nuestro propio Ser, el Fohat particular de cada uno de nos.
Así es como vamos muriendo de instante en instante; sólo con la muerte adviene lo nuevo…
En la escala de los seres y las cosas, incuestionablemente nos llegan influencias de toda clase.
Si hemos comprendido el Rayo de la Creación sabremos también que en todo instante de la vida nos llegan influencias y que éstas son de diferente calidad.
Es preciso recordar siempre que hay influencias superiores que actúan sobre nosotros y que son registradas por nuestro aparato psíquico, pero si estamos apegados a nuestros sentidos y no ponemos atención plena a nuestra vida interior, entonces tampoco lograremos percibir éstas influencias.
CAPÍTULO XVII DISCIPLINA DEL YOGA DEL SUEÑO
Aquellos aspirantes que sinceramente anhelen la experiencia mística directa, incuestionablemente deben comenzar con la disciplina del Yoga del sueño.
Es ostensible que el gnóstico debe ser exigente consigo mismo y aprender a crear condiciones favorables para el recuerdo y comprensión de todas esas experiencias íntimas que siempre ocurren durante el sueño.
Antes de acostarnos para el descanso de los afanes y fatigas del diario vivir, conviene poner la debida atención al estado en que nos encontramos.
Los devotos, que debido a las circunstancias llevan vida sedentaria, nada pierden y mucho ganan si antes de acostarse realizan un paseo corto a paso vivo y al aire fresco; tal paseo aflojará sus músculos.
Sin embargo, conviene aclarar que jamás debemos abusar de los ejercicios físicos; necesitamos vivir armoniosamente.
La cena, merienda o comida final del día, debe ser ligera, libre de manjares pesados o estimulantes, evitando cuidadosamente el ingerir elementos que puedan desvelarnos, quitarnos el sueño.
La forma más elevada de pensar es no pensar. Cuando la mente está quieta y en silencio, libre de los afanes del día y de las ansiedades mundanas, se encuentra entonces en un estado ciento por ciento favorable para la práctica del Yoga del sueño.
Cuando realmente trabaja el centro emocional superior concluye, aunque sea por breve tiempo, el proceso del pensar.
Es evidente que el mencionado centro entra en actividad con la embriaguez dionisíaca.
Tal arrobamiento se hace posible al escuchar con infinita devoción las sinfonías deliciosas de un Wagner, de un Mozart, de un Chopin, etc.
La música de Beethoven, muy especialmente resulta extraordinaria para hacer vibrar intensivamente al centro emocional superior.
En ella encuentra el gnóstico sincero un inmenso campo de exploración mística, porque no es música de forma sino de ideas arquetípicas inefables; cada nota tiene su significado; cada silencio una emoción superior.
Beethoven, al sentir tan cruelmente los rigores y pruebas de la “Noche espiritual”, en vez de fracasar como muchos aspirantes, fue abriendo los ojos de su intuición al súper naturalismo misterioso, a la parte espiritual de la naturaleza, a esa región donde viven los Reyes angélicos de ésta Gran Creación Universal: Tlaloc, Huehuetéotl, etc., etc.
Ved al “músico-filósofo” a lo largo de su existencia ejemplar. Sobre su mesa de trabajo tiene constantemente a la vista a su Divina Madre Kundalini, la inefable NEITH, la TONANTZÍN de ANÁHUAC, la suprema ISIS egipcia.
Se nos ha dicho que el citado gran Maestro había puesto al pie de aquella figura adorable una inscripción, de puño y letra del mismo, que misteriosa reza: “Yo soy la que ha sido, es y será, y ningún mortal ha levantado mi velo”.
El progreso íntimo revolucionario se hace imposible sin el auxilio inmediato de nuestra Divina Madre Tonantzín.
Todo hijo agradecido debe amar a su madre; Beethoven amaba entrañablemente a la suya.
Fuera del cuerpo físico, en las horas del sueño, el alma puede platicar con su Divina Madre; empero, es evidente que debemos empezar con la disciplina del sueño.
Necesitamos prestar atención a la recámara en la que hemos de dormir. La decoración debe ser agradable. Los colores más deseables para los fines que se persiguen –a despecho de lo que otros autores aconsejan– son precisamente las tres tonalidades primarias: azul, amarilla y roja.
Indubitablemente, los tres colores básicos se corresponden siempre con las tres fuerzas primarias de la naturaleza (el santo TRIAMANZIKAMNO). Santo afirmar, santo negar y santo conciliar.
No está de más recordar que las tres fuerzas originales de ésta Gran Creación cristalizan siempre en forma positiva, negativa y neutra.
La “causa causarum” del santo TRIAMANZIKAMNO se encuentra oculta en el elemento activo OKIDANOK; éste último, en sí mismo, es tan sólo la emanación del sagrado absoluto solar.
Obviamente, el rechazo a los tres colores fundamentales, después de todas estas razones expuestas, equivale, por simple deducción lógica, a caer en un despropósito, en un desatino.
El Yoga del Sueño resulta extraordinario, maravilloso, formidable; sin embargo, suele ser muy exigente.
La recámara debe estar siempre muy bien perfumada y ventilada, mas no inundada con el sereno frío de la noche.
Después de una detallada revisión de sí mismo y de la recámara en la que hemos de dormir, el gnóstico debe examinar su cama.
Si observamos cualquier brújula, podemos verificar por nosotros mismos que la aguja se orienta hacia el norte.
Incuestionablemente, es posible aprovechar conscientemente esa corriente magnética del mundo que fluye siempre de Sur a Norte.
Orientemos el lecho en forma tal que la cabecera quede siempre hacia el Norte; así podremos usar inteligentemente la corriente magnética indicada por la aguja.
El colchón no tiene que ser exageradamente duro ni tampoco demasiado blando, es decir, tiene que tener una elasticidad tal que en modo alguno afecte a los procesos psíquicos del durmiente.
Los resortes chillones o una cabecera que cruja y gima al menor movimiento del durmiente, constituyen un serio obstáculo para éstas prácticas.
Se colocan debajo de la almohada un cuaderno o libreta y un lápiz, de modo tal que se les pueda encontrar fácilmente en la oscuridad.
Las ropas de cama deben ser frescas y muy limpias; debe perfumarse la funda de la almohada con nuestra fragancia preferida.
Después de cumplir con todos estos requisitos, el asceta gnóstico procederá a dar el segundo paso de esta disciplina esotérica.
Se meterá en su lecho y, habiendo apagado las luces, se acostará en decúbito dorsal, es decir, sobre sus espaldas, con los ojos cerrados y las manos sobre el plexo solar.
Se quedará completamente quieto durante algunos instantes y, después de haberse aflojado o relajado totalmente, tanto en lo físico como en lo mental, se concentrará en Morfeo, el Dios del sueño.
Incuestionablemente, cada una de las partes aisladas de nuestro Real Ser ejerce determinadas funciones, y es precisamente Morfeo (no se confunda con Orfeo) el encargado de educarnos en los misterios del sueño.
Sería algo más que imposible trazar un esquema del Ser; empero, todas las partes espiritualizadas, aisladas, de nuestra presencia común, quieren la perfección absoluta de sus funciones.
Cuando nos concentramos en Morfeo, éste se alegra por la brillante oportunidad que le brindamos.
Es urgente tener fe y saber suplicar. Nosotros debemos pedirle a Morfeo que nos ilustre y despierte en los mundos suprasensibles.
A esta altura comienza a apoderarse del gnóstico Esoterista una somnolencia muy especial, y entonces adopta la postura del león: “Echado sobre su costado derecho, con la cabeza apuntando hacia el Norte, recoge las piernas hacia arriba lentamente hasta que las rodillas queden dobladas. En esta posición la pierna izquierda se apoya sobre la derecha; luego coloca la mejilla derecha sobre la palma de la mano derecha y deja que el brazo izquierdo descanse sobre la pierna del mismo lado”.
Al despertar del sueño normal no debemos movernos, porque es claro que con tal movimiento se agitan nuestros valores y se pierden los recuerdos.
Indubitablemente, el ejercicio retrospectivo se hace indispensable en tales instantes, cuando deseamos recordar con entera precisión todos y cada uno de nuestros sueños.
El gnóstico debe anotar muy cuidadosamente los detalles del sueño o sueños en la libreta o cuaderno que colocó debajo de la almohada para este propósito.
Así podrá llevar un record minucioso sobre su progreso íntimo en la yoga del sueño.
Aunque sólo quedaren en la memoria vagos fragmentos del sueño o sueños, éstos deben ser cuidadosamente registrados.
Cuando no ha quedado nada en la memoria, debe iniciarse el ejercicio retrospectivo con base en el primer pensamiento que hayamos tenido en el instante preciso del despertar; obviamente, aquél se encuentra asociado íntimamente al último sueño.
Necesitamos aclarar solemnemente que el ejercicio retrospectivo se inicia antes de haber retornado totalmente al estado de vigilia, cuando aún nos encontramos en estado de somnolencia tratando de seguir conscientemente la secuencia del sueño.
La práctica del mencionado ejercicio se comienza siempre con la última imagen que hubiéramos tenido instantes antes de regresar al estado de vigilia.
Terminaremos este capítulo afirmando solemnemente que no es posible pasar más allá de esta parte relacionada con la disciplina del yoga del sueño a menos que hayamos logrado la memoria perfecta de nuestras experiencias oníricas.
CAPÍTULO XVIII EL SUEÑO TÁNTRICO
Indubitablemente, resulta urgente repasar mensualmente nuestro cuaderno o libreta de notas con el propósito de verificar por nosotros mismos el progresivo adelanto de la memoria onírica.
Cualquier posibilidad de olvido debe ser eliminada. No debemos continuar con las prácticas subsiguientes en tanto no hayamos logrado la memoria perfecta.
Resultan particularmente interesantes aquellos dramas que parecen salir de otros siglos o que se desarrollan en medios o ambientes que nada tienen que ver con la existencia de vigilia del soñador.
Hay que estar en estado de alerta percepción, alerta novedad, y poner muy especial atención al estudio de los detalles que incluyen cuestiones específicas, pláticas, reuniones, templos, actividades inusitadas con otras personas, etc., etc., etc.
Logrado el desarrollo íntegro de la memoria onírica, eliminada ya cualquier posibilidad de olvido, el proceso de simbolización abrirá el camino de la revelación.
A la ciencia básica de la interpretación de los sueños debemos buscarla en la ley de las analogías filosóficas, en la ley de las analogías de los contrarios y en la ley de las correspondencias y de la numerología.
Las imágenes astrales, reflejadas en el espejo mágico de la imaginación, jamás se deben traducir literalmente pues son sólo representaciones simbólicas de las ideas arquetípicas y deben ser utilizadas de la misma manera que un matemático utiliza los símbolos algebraicos.
No está de más afirmar que tal género de ideas desciende del mundo del Espíritu puro.
Obviamente, las ideas arquetípicas que descienden del Ser devienen maravillosas informándonos, ya sobre el estado psicológico de tal o cual centro de la máquina, ya sobre asuntos esotéricos muy íntimos, ya sobre posibles éxitos o peligros, etc., envueltas siempre entre el ropaje del simbolismo.
Abrir tal o cual símbolo astral, tal o cual escena o figura, con el propósito de extraer la idea esencial, sólo es posible a través de la “meditación del Ser lógica y confrontativa”.
Al llegar a este estado de la disciplina del yoga del sueño, se hace indispensable entrar en el aspecto Tántrico de la cuestión.
La sabiduría antigua enseña que Tonantzín (Devi Kundalini), nuestra Divina Madre Cósmica particular (pues cada persona tiene la suya propia), puede adoptar cualquier forma pues es el origen de todas las formas. Por lo tanto, conviene que el gnóstico medite sobre ella antes de quedarse dormido.
El aspirante deberá entrar diariamente en el proceso del sueño repitiendo con mucha fe la siguiente oración: “TONANTZÍN, TETEOINAN, ¡Oh!, Mi madre, ven a mí, ven a mí”.
Según la ciencia Tántrica, si el gnóstico insiste en esta práctica, más tarde o más temprano habrá de surgir como por encanto, de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños, un elemento iniciador.
Hasta tanto no haya identificado íntegramente a ese iniciador, es indispensable continuar registrando sus sueños en la libreta o cuaderno.
El estudio y análisis profundo de cada sueño anotado resulta impostergable en la disciplina esotérica del sueño Tántrico.
Incuestionablemente, el gnóstico sincero que llega a este estadio de la disciplina Tántrica se encuentra, por tal motivo, listo para dar el paso siguiente, el cual será el tema de nuestro próximo capítulo.
CAPÍTULO XIX PRÁCTICA DEL RETORNO
Cuando el aspirante ha realizado con pleno éxito todos los ejercicios gnósticos relacionados con el esoterismo de sueño, es ostensible que entonces se encuentra íntimamente preparado para la práctica del retorno.
En el capítulo anterior algo dijimos sobre el elemento iniciador que surge como por encanto de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños.
Ciertas personas muy psíquicas, refinadas e impresionables, han poseído siempre en sí mismas al elemento iniciador.
Tales personas se caracterizan por la repetición continua de un mismo sueño; esos psíquicos reviven periódicamente tal o cual escena o ven en sus experiencias oníricas, en forma constante, a ésta o aquella criatura o símbolo.
Cada vez que el elemento iniciador –sea este último símbolo, sonido, color o persona, etc.– es recordado al despertar del sueño normal, el aspirante, con los ojos aún cerrados, continúa visualizando la imagen clave familiar y luego, intencionalmente, tratará de dormirse nuevamente prosiguiendo con el mismo sueño.
Con otras palabras diremos que el aspirante intenta volverse consciente de su propio sueño y por ello prosigue intencionalmente con el mismo, pero llevándolo al estado de vigilia, con plena lucidez y autocontrol.
Se convierte así en espectador y actor de un sueño, con la ventaja, por cierto nada despreciable, de poder abandonar la escena a voluntad para moverse libremente en el mundo astral.
Entonces, el aspirante, libre de todas las trabas de la carne, fuera de su cuerpo físico, se habrá desprendido de su viejo y familiar ambiente penetrando en un universo regido por leyes distintas.
La disciplina del estado de sueño de los tántricos buddhistas conduce didácticamente al despertar de la conciencia.
El gnóstico sólo puede despertar, al estado verdadero de iluminación, comprendiendo y desintegrando sueños.
Las sagradas escrituras del Indostán afirman solemnemente que el mundo entero es el sueño de Brahma.
Partiendo de este postulado hindú, afirmaremos en forma enfática lo siguiente: “Cuando Brahma despierta, el sueño concluye”.
En tanto el aspirante no haya logrado todavía la disolución radical, no sólo de los sueños en sí mismos, sino también de los resortes psicológicos que los originan, el despertar absoluto será algo más que imposible.
El despertar definitivo de la conciencia sólo es posible mediante una transformación radical.
Los cuatro Evangelios Crísticos insisten en la necesidad de despertar; Desgraciadamente, las gentes continúan dormidas…
QUETZALCÓATL, EL CRISTO MEXICANO, ciertamente fue un hombre ciento por ciento despierto.
La multiplicidad de sus funciones también nos indica con entera precisión lo antiquísimo de su culto y la profunda veneración con que se le veía en todo centro América.
Los Dioses santos de Anáhuac son hombres perfectos en el sentido más completo de la palabra; criaturas absolutamente despiertas; seres que erradicaron de su psiquis a toda posibilidad de soñar.
TLALOC, “el que hace brotar”, Dios de las lluvias y del rayo, siendo Dios es también un hombre despierto, alguien que tuvo que eliminar de su psiquis no sólo a sus sueños sino, además a toda posibilidad de soñar. Es el individuo sagrado principal de la antiquísima cultura olmeca, y aparece siempre con la máscara del tigre-serpiente en las hachas colosales y en diversas figuras de jade.
TEZCATLIPOCA Y HUITZILOPOCHTLI, criaturas del fuego, vivas representaciones de la noche y del día, son también hombres despiertos, seres que lograron pasar más allá de los sueños.
Fuera del cuerpo físico, el hombre despierto puede invocar a los Dioses santos de los aztecas, mayas, toltecas, etc.
Los Dioses de los códices Borgia, Borbónico, etc., etc., etc., vienen al llamado del hombre despierto.
Mediante el auxilio de los Dioses santos, el hombre despierto puede estudiar, en la luz astral, la Doctrina secreta de ANÁHUAC.
CAPÍTULO XX LAS CUATRO BIENAVENTURANZAS
En el capítulo anterior mucho dijimos sobre el elemento iniciador del sueño, y es obvio que sólo nos resta ahora aprender a usarlo.
Cuando el gnóstico ha llevado un record sobre sus sueños, incuestionablemente descubre al sueño que siempre se repite; éste, entre otros, es ciertamente un motivo más que suficiente para anotar en el cuaderno o libreta a todos los sueños.
Indubitablemente, la experiencia onírica siempre repetida es el elemento iniciador que, inteligentemente utilizado, nos conduce al despertar de la conciencia.
Cada vez que el místico acostado en su cama se adormece intencionalmente, meditando en el elemento iniciador, el resultado jamás se hace esperar demasiado.
Por lo común, el anacoreta revive tal sueño conscientemente, pudiéndose separar de la escena a voluntad para viajar por los mundos suprasensibles.
Cualquier otro sueño puede también ser usado con tal propósito cuando realmente conocemos la técnica.
Quien despierta de un sueño puede proseguir con el mismo intencionalmente si éste es su deseo. En este caso, debe dormirse nuevamente reviviendo su experiencia onírica con la imaginación.
No se trata de imaginar que nos estamos imaginando, lo fundamental consiste en revivir el sueño con todo su crudo realismo anterior.
Repetir intencionalmente el sueño es el primer paso hacia el despertar de la conciencia; separarse a voluntad del sueño y en pleno drama, es el segundo paso.
Algunos aspirantes logran dar el primer paso, más les falta fuerza para dar el segundo paso.
Tales personas pueden y deben ayudarse a sí mismas mediante la técnica de la meditación.
Tomando muy serias decisiones, esos devotos practicarán la meditación antes de entregarse al sueño.
Como tema de concentración y auto-reflexión evidente, en meditación interior profunda, será, en este caso, su problema íntimo.
Durante ésta práctica, el místico angustiado, lleno de emoción sincera, invoca a su Divina Madre Tonantzín (Devi Kundalini).
Derramando lágrimas de dolor, el asceta gnóstico se lamenta del estado de inconsciencia en el que se encuentra e implora el auxilio rogándole a su Madre le dé fuerzas íntimas para desprenderse de cualquier sueño a voluntad.
La finalidad que persigue toda esta disciplina del sueño Tántrico es preparar al discípulo para que reconozca claramente a las cuatro Bienaventuranzas que se presentan en la experiencia onírica.
Esta disciplina esotérica ciertamente sólo es para personas muy serias, pues exige infinita paciencia y enormes súper-esfuerzos íntimos.
Mucho se ha dicho en el mundo oriental sobre las “cuatro luces” del sueño y nosotros debemos estudiar esta cuestión.
La primera de ellas es llamada la “luz de la revelación”, y escrito está con letras de oro en el libro de la vida que se percibe justo antes o durante las primeras horas del sueño.
Huelga decir, en gran manera y sin mucha prosopopeya, que, al hacer más profundo el sueño, la indeseable mezcla de impresiones residuales y la corriente habitual de pensamientos discriminatorios afortunadamente se va disolviendo lentamente.
En este estadio del sueño se insinúa progresivamente la segunda iluminación, aquélla que se conoce en el Asia con el nombre maravilloso de “luz de aumento”.
Incuestionablemente, el asceta gnóstico, mediante la extraordinaria disciplina del sueño Tántrico, logra pasar mucho más allá de esta etapa hasta capturar totalmente a las dos luces restantes.
Vivenciar claramente el crudo realismo de la vida práctica en los mundos superiores de Conciencia cósmica, significa haber alcanzado la tercera luz, la de la “realización inmediata”.
La cuarta luz es la de la “iluminación interior profunda”, y adviene a nosotros como por encanto en plena experiencia mística.
“Aquí en el cuarto grado de vacío, mora el Hijo de la Madre clara luz”, declara un tratado tibetano.
Hablando francamente y sin ambages, declaro lo siguiente: La disciplina del sueño Tántrico es, en realidad, una preparación esotérica para ese sueño final que es la muerte.
Habiendo muerto muchas veces por la noche, el gnóstico anacoreta que haya capturado conscientemente a las cuatro Bienaventuranzas que se presentan en la experiencia onírica, en el instante de la desencarnación pasa al estado “post mortem” con la misma facilidad con que se introduce voluntariamente en el mundo del sueño.
Fuera del cuerpo físico, el gnóstico consciente puede verificar, por sí mismo, el destino que le está reservado a las almas después de la muerte.
Si cada noche, mediante la disciplina Tántrica del sueño, puede el Esoterista morir conscientemente y penetrar en el mundo de los muertos, es claro que también puede, por tal motivo, estudiar el ritual de la Vida y de la Muerte mientras llega el oficiante.
Hermes, después de haber visitado los mundos infiernos, donde viera con horror el destino de las almas perdidas, conoció cosas insólitas.
“Mira a ese lado –le dice Osiris a Hermes– ¿Ves aquel enjambre de almas que tratan de remontarse a la región lunar?. Las unas son rechazadas hacia la tierra como torbellinos de pájaros bajo los golpes de la tempestad. Las otras, alcanzan a grandes aletazos la esfera superior que les arrastra en su rotación. Una vez llegadas allí, recobran la visión de las cosas divinas”.
Los aztecas colocaban una rama seca al enterrar al que había sido elegido por Tlaloc, el Dios de la lluvia.
Se decía que al llegar el Bienaventurado al “Campo de delicias”, que es el Tlalocan, la rama seca reverdecía, indicando con esto el regreso a una nueva existencia, el retorno.
Quienes no han sido elegidos por el Sol, o por Tlaloc, van fatalmente al Mictlan, que queda al norte, región donde las almas padecen una serie de pruebas mágicas al pasar por los mundos infiernos.
Son nueve los lugares en donde las almas sufren espantosamente antes de alcanzar el descanso definitivo.
Esto viene a recordarnos en forma enfática a los “nueve círculos infernales” de la Divina Comedia del Dante Alighieri.
Muchos son los Dioses y Diosas que pueblan los nueve círculos dantescos del infierno azteca.
No está de más, en este «Mensaje de Navidad 1974-1975», recordar al espantoso Mictlantecuhtli y a la tenebrosa Mictecacihuatl, “el señor y la señora de infierno”, habitantes del noveno o del más profundo de los lugares subterráneos.
Las almas que pasan por las pruebas del “infierno azteca”, posteriormente, después de la “muerte segunda”, ingresan dichosas en los paraísos elementales de la naturaleza.
Incuestionablemente, las almas, que después de la muerte no descienden a los mundos infiernos, ni tampoco ascienden al Reino de la Luz dorada, ni al Paraíso de Tlaloc, ni al Reino de la eterna concentración, etc., etc., etc., se regresan o retornan en forma mediata o inmediata a un nuevo cuerpo físico.
Las almas elegidas por el Sol o por Tlaloc gozan mucho en los mundos superiores antes de retornar al valle del SAMSARA.
Los anacoretas gnósticos, después de haber capturado a las cuatro luces del sueño, pueden visitar conscientemente, cada noche, el Tlalocan o descender al Mictlan o ponerse en contacto con esas almas que antes de retornar viven en la región lunar.
CAPÍTULO XXI EL ÁNGEL DE LA GUARDA
Iniciaremos el último capítulo del presente libro con la siguiente frase: El primer educador de todo gran iniciado se convierte, de hecho y por derecho en la causa fundamental de todas las partes espiritualizadas de su genuina presencia común.
Cualquier Gurú agradecido se prosterna humildemente ante el primer creador de su Ser genuino.
Cuando después de muchos trabajos conscientes y padecimientos voluntarios se revela, ante nuestros ojos llenos de lágrimas, la absoluta perfección lograda en el funcionamiento de todas las partes espiritualizadas, aisladas, de nuestra presencia común, el impulso del Ser, de gratitud hacia el primer educador, surge en nosotros.
Incuestionablemente, la perfección absoluta de todas y cada una de las partes aisladas del Ser sólo es posible muriendo en nosotros mismos aquí y ahora.
Existen diversos estados de autorrealización íntima. Algunos iniciados han conseguido la perfección de ciertas partes aisladas del Ser, empero, todavía tienen que trabajar mucho hasta lograr la absoluta perfección de todas las partes.
En modo alguno sería posible diseñar al Ser, parece un ejército de inocentes niños… Cada uno de ellos ejerce determinadas funciones. Lograr la integración total es el mayor anhelo de todo iniciado.
Cuando se logra la autorrealización íntima de la parte más elevada del Ser se recibe, por tal motivo, el grado ISMECH.
Nuestro Señor Quetzalcóatl, el Cristo mexicano, indubitablemente desarrolló también a la parte más elevada de su propio Ser.
Los Dioses elementales de la naturaleza, tales como Huehuetéotl, Tlaloc, Ehecatl, Chalchiuhtlicue –la Ginebra de Tlaloc–, Xochiquetzal, la Diosa de las flores, etc., asisten al iniciado en sus operaciones de magia elemental a condición de una conducta recta.
Empero, jamás debemos olvidar a nuestro Intercesor elemental, el mago elemental en nosotros, que puede invocar a los Dioses elementales de la naturaleza y realizar prodigios… Incuestionablemente, es otra de las partes aisladas de nuestro propio Ser.
Tres Diosas, que realmente son sólo aspectos de una misma Divinidad, representan a nuestra Divina Madre (variante o derivaciones de nuestro propio Ser) Tonantzín, Coatlicue, Tlazoltéotl…
Muchas son las partes aisladas de nuestro propio Ser. Uno se llena de asombro al recordar al León de la Ley, a los dos Genios que anotan nuestras buenas y malas obras, al Policía del Karma –parte también de nuestro Ser–, al misericordioso, al Compasivo, a nuestro Padre-Madre unidos, al Ángel de la guarda, etc., etc., etc.
Los poderes flamígeros del Ángel de la guarda resultan extraordinarios, maravillosos, terriblemente divinos…
De fuentes perfectamente gnósticas, en secreto conservadas en los monasterios Iniciáticos, y que difieren grandemente del seudo-cristianismo y seudo-ocultismo común y corriente en uso del vulgo, supe realmente lo que es el Ángel de la guarda.
Llegados al campo misterioso de la historia y de la vida de los Jinas, hemos descubierto no sólo al Templo de Chapultepec en México y a las gentes de la cuarta vertical sino, también –y esto es asombroso–, a los poderes del Ángel de la guarda en relación con todo esto.
Porque conviene jamás olvidar que el Padre Prado y Bernal Díaz del Castillo, entre ambos, se recreaban viendo a los sacerdotes de Anáhuac en estado de Jinas.
Deliciosamente flotaban los anacoretas cuando se transportaban por los aires desde Cholula hasta el Templo Mayor; esto sucedía diariamente al ocultarse el sol.
Jamás tuvieron en sus paseos nocturnos horizontes más augustos los discípulos de Sais en el delta del Nilo, ni los que en las mesetas de Persia siguieran a Zaratustra, ni los contempladores de la Torre de Belo en Babilonia, que los que siempre han tenido quienes se someten diariamente a la disciplina del sueño Tántrico.
Fuera del cuerpo físico, el anacoreta gnóstico puede, si quiere, invocar a cierta parte aislada de su propio Ser definida en esoterismo práctico con el nombre de Ángel de la guarda; incuestionablemente, el Inefable vendrá a su llamado…
Una serenidad diáfana, una tranquilidad sin límites, una felicidad extática como la que experimenta el alma al romper los lazos con la materia y con el mundo, es todo lo que sentimos en aquellos momentos deliciosos…
Lo demás lo puedes colegir ya, querido lector, servicios mágicos a lo Lohengrin siempre se pueden recibir…
Si en tales momentos de arrobamiento pedimos al Ángel de la guarda el favor de sacar el cuerpo dormido de entre la cama, donde le dejamos reposando, y traerlo ante nuestra presencia, se realizará el fenómeno mágico con pleno éxito.
Uno presiente que viene el cuerpo físico ya de camino, traído por el Ángel de la guarda, cuando siente en sus hombros anímicos una entraña presión…
Si asumimos una actitud receptiva, abierta, sutil, el cuerpo físico penetrará en nuestro interior.
El Tantrista gnóstico consciente, en vez de regresarse a su cuerpo físico, aguarda que éste venga a él para viajar con el mismo en la Tierra prometida, en la cuarta coordenada.
Posteriormente, mediante el auxilio del Ángel de la guarda, regresa el asceta gnóstico a su casa y a su cama sin el menor peligro.
Los Venerables Maestros de la Fraternidad Oculta viajan con sus cuerpos físicos por entre la cuarta vertical, pudiendo abandonar a la misma en el lugar que lo deseen.
Esto significa que los Maestros Resurrectos de la Orden Superior pueden darse el lujo, por cierto nada despreciable, de renunciar a todos los sistemas modernos de transporte: buques, aviones, automóviles, etc., etc., etc.
El alto valor Iniciático que en sí mismos tienen los procedimientos crítico-analógicos y simbólicos que en los antiguos tiempos fueran la esencia viva de aquella escuela alejandrina de los filaleteos o “amantes de la verdad”, academia sintética del siglo IV, fundada por Ammonio Saccas, el gran ecléctico autodidacto, y por Plotino, el continuador de Platón a través de los siglos, con principios doctrinarios de Egipto, México, Perú, China, Tíbet, Persia, India, etc., etc., etc., permitió a muchos iniciados orientarse en la Senda del filo de la Navaja.
Mención muy especial merece la «ANDROGILIA» de Ammonio Saccas, libro de oro por excelencia.
Indubitablemente, el error de muchos seudo-esoteristas y seudo-ocultistas modernos radica en el amor propio; se quieren mucho a sí mismos; Desean la evolución de la miseria que cargan dentro… Desean continuar; Anhelan la perfección de aquello que en modo alguno amerita perfección ni continuación.
Esas gentes de psiquis subjetiva se creen ricas, poderosas e iluminadas, y codician, además, una magnífica posición en el “más allá”, mas en realidad nada saben sobre sí mismos, desconocen lamentablemente su propia impotencia, nadidad, desvergüenza, desventura, miseria psicológica y desnudez.
Los gnósticos no aspiramos a ser mejores ni peores, sólo queremos morir en nosotros mismos aquí y ahora.
Cuando establecemos el “Dogma de la Evolución” como fundamento de nuestras mejores aspiraciones, partimos de una base falsa.
A los penitentes de la rocallosa senda que conduce a la liberación final jamás nos interesa la evolución. Sabemos que somos unos cuitados y miserables…, de nada serviría la evolución del sí mismo. Preferimos la muerte suprema; sólo con la muerte adviene lo nuevo.
¿Por qué habríamos de luchar por la evolución y el progreso de nuestra propia desventura?. Mejor es la muerte…
Si el grano no muere la planta no nace. Cuando la muerte es absoluta, eso que ha de nacer es también absoluto.
La aniquilación total del mí mismo, la disolución radical de lo más querido que cargamos dentro, la desintegración final de nuestros mejores deseos, pensamientos, sentimientos pasiones, resentimientos, dolores, emociones, anhelos, odios, amores, celos, venganzas, corajes, afectos, apegos, lujuria, etc., etc., etc., es urgente, inaplazable, impostergable, a fin de que surja la llama del Ser, eso que no es del tiempo, eso que es siempre nuevo.
La idea que cada uno de nos tenga sobre el Ser, jamás es el Ser. El concepto intelectivo que sobre el Ser hayamos elaborado, no es el Ser. La opinión sobre el Ser no es el Ser. El Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser.
El temor a la muerte absoluta es obstáculo, óbice, inconveniente, para el logro del cambio radical.
Cada uno de nosotros lleva en su interior a una creación equivocada. Es indispensable destruir lo falso para que surja en verdad una creación nueva.
Jamás intentaríamos promover la evolución de lo falso, preferimos la aniquilación absoluta.
De entre la negra y pavorosa fosa sepulcral de abismo surgen las diversas partes flamígeras de Ser; el Ángel de la guarda es una de esas tantas partes aisladas.
Aquellos que conocen realmente los misterios del Templo, reflejo maravilloso de los Misterios báquicos, eleusinos y pitagóricos, jamás desearían continuar con su miseria interior.
Hay que regresar al punto de partida original, hay que volver a las tinieblas primitivas del No Ser y al Caos para que nazca la luz y surja en nuestro interior una nueva creación.
En vez de temer a la aniquilación total, es mejor saber amar y caer en brazos de nuestra Bendita Diosa Madre-Muerte.
NOTA FINAL
¡MAGNIFICAT ANIMA MEA!
Tu destino, querido lector, jamás sería como el de los demás mortales si, después de haber estudiado a fondo este libro, practicaras los métodos o sistemas aquí enseñados para el despertar de la conciencia.
Podría acudir, en efecto, para avalorar lo que he escrito en éstas páginas, a los consabidos escritos medievales encontrados por aquí, por allá y acullá según viejo expediente literario.
Podría recurrir al expediente del divino Platón, poniendo en boca de Sócrates lo que el Sacerdore de Sais relatase antaño a Solón en el delta del Nilo.
Podría apelar, en fin, a otros sortilegios propios de los relatos más o menos históricos para darte más datos esotéricos, sin faltar a los sagrados votos de sigilo iniciático, en relación con la vida y los portentosos hechos gnósticos de Anáhuac.
Mas no es urgente añadir por ahora nada más a este libro. Pienso que con nueve días de estudio, meditación, aislamiento y ayuno, se podrían experimentar directamente las verdades contenidas en este tratado esotérico.
SAMAEL AUN WEOR
ÍNDICE
LA DOCTRINA SECRETA DE ANÁHUAC………………………….. 1
CAPÍTULO I LAS SIETE CUEVAS CELESTES………. 13
CAPÍTULO II LUCIFER NÁHUATL……………………… 22
CAPÍTULO III LEVITACIONES MÍSTICAS………………………………………. 30
CAPÍTULO IV EL DOCTOR FAUSTO…………………………. 35
CAPÍTULO V PROCEDIMIENTOS JINAS 42
CAPÍTULO VII ATLÁNTIDA………………………………………. 52
CAPÍTULO VIII LA SERPIENTE SAGRADA…. 58
CAPÍTULO IX LA CRUZ DE SAN ANDRÉS………………… 63
CAPÍTULO X ANTROPOLOGÍA GNÓSTICA…………………….. 82
CAPÍTULO XI MÉXICO-TENOCHTITLÁN…………… 94
CAPÍTULO XII EL CATACLISMO FINAL…… 104
CAPÍTULO XIII PARAÍSOS E INFIERNOS……………….. 117
CAPÍTULO XIV EL BINARIO SERPENTINO.. 126
CAPÍTULO XV LOS ELEMENTALES…………… 132
EXORCISMO DEL FUEGO…………………………………. 142
EXORCISMO DEL AIRE…………………………………. 143
EXORCISMO DEL AGUA…………………………………. 143
EXORCISMO DE LA TIERRA……………………. 143
CAPÍTULO XVI SOBRE LOS SUEÑOS………………………. 146
CAPÍTULO XVII DISCIPLINA DEL YOGA DEL SUEÑO…………………. 151
CAPÍTULO XVIII EL SUEÑO TÁNTRICO…………………… 157
CAPÍTULO XIX PRÁCTICA DEL RETORNO……………. 159
CAPÍTULO XX LAS CUATRO BIENAVENTURANZAS… 162
CAPÍTULO XXI EL ÁNGEL DE LA GUARDA………….. 166
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